España

El día que la mujer de Villarejo fingió ser otra y su 'amnesia' ante el juez

Gemma Alcalá contestó con evasivas en la Audiencia Nacional cuando los investigadores le hicieron escuchar una llamada en la que ella se hacía pasar por una persona de nombre "Ana Arias"

La mujer del comisario Villarejo, Gemma Alcalá, acudió el último día de junio a declarar a la Audiencia Nacional. No estuvo especialmente colaboradora con los investigadores. Los “no me acuerdo” y los “no lo sé” inundaban las preguntas que le realizaban los fiscales del caso, Serrano y Stampa. En el marco del interrogatorio, la mujer, periodista de profesión, tuvo que escuchar el sonido de una llamada de teléfono en el que se le oía a ella haciéndose pasar por una persona llamada Ana Arias, según informan a Vozpópuli fuentes jurídicas.

Se ha convertido en una constante en los interrogatorios del caso Villarejo que los testigos o imputados tengan que escuchar alguno de los muchos audios incautados al comisario tras su detención en noviembre. En este caso, Gemma Alcalá se dirigía a otra mujer llamada “Elena” a la que le ofrecía una entrevista de trabajo. “Te conviene escuchar esta oferta porque no es incompatible con tu situación actual”, decía en la grabación, según recuerdan las fuentes consultadas.

La esposa de Villarejo no ofreció muchas explicaciones al respecto. Sí reconoció que esa llamada la hizo siguiendo instrucciones de su marido y de su socio y abogado Rafael Redondo, también preso desde noviembre. Sin embargo, volvieron las lagunas cuando le preguntaron por qué le pidieron que lo hiciera. Tampoco recordaba por qué adoptó el alias de Ana Arias, ni quién era la mujer con la que habló o qué le iba a ofrecer y cambio de qué. Por no recordar, no recordaba ni haber grabado la conversación a pesar de que la llamada partió de su teléfono móvil, siempre según las mismas fuentes. Gemma Alcalá acudía como imputada, por lo que no tiene obligación de decir la verdad.

Una trama entre muchas

Entre los investigadores manejan la tesis de que esta llamada tenga alguna relación con el espionaje a un despacho de abogados integrado por extrabajadores de otro bufete, que contrató los servicios de Villarejo. Esta es una de las muchas tramas que integran el llamado caso Tándem con el comisario como pieza principal. Más desde que este miércoles el juez Diego De Egea archivase la causa que afectaba a la otra parte del presunto tándem, el excomisario del aeropuerto de Barajas, Carlos Salamanca.  

Los responsables del despacho Herrero y Asociados sospechaban que sus exempleados que fundaron el bufete Balder se habían llevado documentación y les estaban ‘robando’ viejos clientes. Entre las actividades que denuncian desde Balder destaca una campaña de desprestigio en internet con comentarios negativos sobre sus servicios. Según las fuentes consultadas, uno de estos comentarios llevaba la firma de una mujer llamada Ana Arias. Entre las trabajadoras del despacho Balder hay una mujer que se llama Elena.

Estas coincidencias alimentan las sospechas de los investigadores. Pero Gemma Alcalá no arrojó luz sobre estas dudas. Indicó que tan sólo era un pseudónimo y que no quería hacerse pasar por nadie en concreto. Tampoco recordaba haber contratado a nadie llamada Elena, aunque también dijo que ella no tenía poder de decisión sobre el personal de Stuart and Mackenzie, con sede en la Torre Picasso donde Villarejo tenía sus empresas.

Fuentes del entorno de Alcalá consultadas por este periódico confirman que la persona al otro lado del teléfono era una trabajadora de uno de los dos despachos, si bien no precisan cuál. Añaden tan solo que la intención de la mujer de Villarejo era conocer si esta persona estaba contenta en su trabajo o tenía pensado cambiar, pero admiten que no se trataba de una oferta de trabajo real.

Stuart and Mackenzie es una de las firmas a través de las que cobró Villarejo cerca de 300.000 euros por los servicios prestados para Herrero y Asociados, aunque según las escuchas que obran en la causa habían llegado a pactar un precio de 625.000 euros. Se sabe gracias -otra vez- a las grabaciones que hacía el propio Villarejo de todas sus reuniones. De hecho, la misteriosa llamada que tuvo que escuchar en su interrogatorio fue hallada en un 'pen drive' junto a más documentación sobre el encargo de los abogados.

La declaración de la detective

La misma semana que la mujer del comisario, declaró también M.A., una detective privada contratada por el despacho Balder. Los exempleados de Herrero y Asociados ya habían notado cosas raras a su alrededor y decidieron encargar un barrido en sus instalaciones en busca de algún dispositivo de escucha, micrófonos ocultos.

Según dijo la detective, uno de sus empleados vio en las inmediaciones del despacho Balder a dos detectives de una tercera empresa del sector. Herrero y Asociados admitió que en primera instancia habían contratado a otros especialistas y al no quedar contentos con los resultados acudieron a Villarejo.

Este proceder del excomisario, actualmente en prisión, es el que está investigando la Fiscalía en cuyos informes relata cómo Villarejo compaginaba su actividad como funcionario policial con la de detective privado, haciendo valer para sus negocios privados los contactos de los que gozaba en la Policía y otros estamentos para acceder a datos privados incurriendo en actividades presuntamente ilegales. Esa es la razón, según fuentes policiales, por la que la semana pasada fue detenido el también veterano comisario, Enrique García Castaño.

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