España

Moncloa reacciona para sofocar el 'incendio' sobre el futuro de Ana Botella y la alcaldía de Madrid

A Rajoy le preocupa sobremanera la plaza de Madrid.  El batacazo olímpico ha puesto en el punto de mira la continuidad de la alcaldesa y aunque está convencido de que la polémica era previsible y no irá más allá, ha movilizado a sus terminales para enviar el mensaje de que las turbulencias deben cesar cuanto antes. 

Moncloa observa con preocupación el incendio organizado sobre el futuro de Ana Botella y la alcaldía de Madrid y reaccionó ayer para sofocarlo cuanto antes. El batacazo olímpico ha puesto en el punto de mira la continuidad de la alcaldesa, Ana Botella, en especial con la irrupción, quizás involuntaria, de Esperanza Aguirre con un sonoro artículo en ABC, donde publica cada semana, titulado precisamente "Ha llegado la hora".

Mariano Rajoy lo dejó bien claro en Buenos Aires al pronunciarse sobre el fiasco olímpico: "No, no tendrá consecuencias políticas igual que no las tuvo en 2005 en Singapur ni en 2009 en Copenhague". Para rematar este aserto, la alcaldesa fue invitada a retornar a Madrid en el avión que compartían el Príncipe y Rajoy en vez de hacerlo con el resto de la delegación española. A Rajoy le preocupa sobremanera la plaza de Madrid. Perderla significaría un varapalo importante de cara a las generales. Más que una alcaldía o una Comunidad, Madrid es un símbolo. La tormenta interna desatada desde el sábado ha molestado sobremanera en el gabinete presidencial.

En el seno del Gobierno y en el propio Ayuntamiento madrileño ha circulado desde hace meses la especie de que el futuro de Ana Botella aparecía muy estrechamente vinculado a la concesión de la sede olímpica. Así es la política. Entre los fieles de la alcaldesa se confiaba en que los designios del COI colaboraran en minimizar los sinsabores de un mandato pleno de dificultades y contratiempos. Una herencia desportillada, una deuda inmanejable, recortes, impuestazos, tarifazos y, finalmente, el desastre del Madrid Arena. Ana Botella ha tenido que hacer frente a demasiados tsunamis en muy corto periodo de tiempo. Y con un grave problema en su contra: no ha sido elegida en las urnas y su nivel de popularidad no es precisamente uno de sus activos.

Remover las aguas

El artículo de Esperanza Aguirre publicado en ABC sobre la necesidad de acabar con las listas cerradas y mejorar la democracia interna en los partidos ha desatado todo tipo de versiones y de comentarios. "Hay que remover las aguas demasiado quietas en la vida interna de los partidos", escribía la presidenta del PP madrileño, a quien no se la había visto desde hace tiempo. No estuvo ni en la Escuela de Verano de su partido, ni en el primer Comité Ejecutivo, ni siquiera en el debate del Estado de la Región. Su retorno a la presencia pública, sin embargo, no ha podido resultar más sonado.

Pese a su aparente retirada, al abandonar la presidencia de la Comunidad, es idea común que a Esperanza Aguirre, que ha sido ministra, presidenta del Senado y presidenta de Comunidad, le agradaría ser primera munícipe de Madrid. Ella nunca lo ha ocultado. De ahí el cóctel explosivo al coincidir circunstancialmente en el tiempo la publicación de su artículo y el fracaso de Buenos Aires.

Silencio en Génova

Este lunes, nadie en Génova compareció ante la prensa tras la reunión de la dirección nacional. Esta liturgia semanal se ha transformado en un molesto viacrucis. Carlos Floriano ejerce muchas veces de suplente de la secretaria general, Dolores de Cospedal. Pero ese atril quema. Ayer, además del inevitable asunto Bárcenas, se esperaban respuestas sobre el futuro municipal madrileño y particularmente, sobre la carrera política de Ana Botella. No las hubo.

Moncloa, en el más puro estilo Mariano Rajoy, está convencido de que la polémica era previsible y no irá más allá. Pero ha movilizado a sus terminales para enviar el mensaje de que las turbulencias deben cesar cuanto antes. No entra en el calendario próximo abrir todavía este melón madrileño cuando aún faltan dos años para la cita con las urnas. Hay que reconocer que Aguirre, quien sí intervino discreta y prudentemente en alguna emisora en la aciaga tarde del sábado para dar su opinión sobre la candidatura olímpica, no ha incurrido en ningún tipo de movimiento extraño. Sin embargo, su enorme repercusión mediática la transformó ayer en una de las figuras políticas del día.

Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno, que se recupera de un terrible accidente de tráfico, es otro de los nombres que siempre han circulado en las quinielas madrileñas. Muy próxima a la vicepresidenta y con un destacado perfil público, jamás se la escuchado, sin embargo, insinuación alguna al ser preguntada sobre este particular.

Listas electorales

Antes de abordar la decisión de los candidatos por Madrid, Rajoy tiene que decidir aún quién se presenta como cabeza de lista a las europeas, momento en el que quizás se produzca un breve reajuste en el Gabinete. Este mes, además, tiene una agenda repleta de citas internacionales que le obligarán a pasar muchas jornadas fuera de nuestro país. Pero fuentes de Moncloa dejan muy claro que, ahora mismo, la prioridad del Gobierno sigue siendo la de centrarse en avanzar en las reformas económicas y administrativas, labor que comanda con pulso firme la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

Otro asunto que requiere enorme atención por parte del presidente es la endiablada relación con Artur Mas y el reto soberanista catalán, que está llevando personalmente. "Montar este lío en Madrid en vísperas de la Diada es de una irresponsabilidad inaceptable. Hay que estar a lo que hay que estar", comentaba ayer un alto dirigente del partido.

Por no olvidar el escándalo Bárcenas, con afiladas aristas y presuntas novedades aún por desvelar y que preocupa enormemente en la Moncloa donde se teme que aparezcan algunas novedades por parte del ex tesorero del PP en forma de sms o de grabaciones.

La batalla de Madrid, de enorme importancia para el Gobierno y para el PP, puede esperar. Ana Botella no ha logrado la plaza olímpica soñada y esto complica su futuro político. Pero en Moncloa se piensa que, cuanto antes concluya el debate desatado al hilo del revés bonaerense, mejor para todos. No hay que darle armas al enemigo.

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