Mensajes imprecisos, explicaciones mal transmitidas, información descoordinada. Sanidad ha reaccionado con balbuceos y sin una línea clara de acción a la crisis planteada por el contagio del ébola en nuestro país, primer caso en Europa. El primer aviso se produjo con la repatriación de los misioneros García Viejo y Miguel Pajares. Ya entonces se produjeron momentos de desconcierto y pasos en la dirección inadecuada. En especial, la desaparición de la escena de la ministra de Sanidad, que optó entonces por no comparecer ante los medios quizás para no darle demasiada relevancia a los casos.
La situación ahora ha sido la contraria. Cuando parecía que el episodio del ébola había pasado a mejor vida, al menos en nuestro territorio, surgió inesperadamente el contagio de una de las auxiliares de enfermería que atendieron al misionero García Viejo. La rueda de prensa protagonizada por la titular de Sanidad en la tarde del lunes, en compañía de cargos administrativos y responsables médicos, resultó contraproducente. Pretendía transmitir tranquilidad y creó más inquietud. Un primer paso que luego no se enmendó. En la mañana del martes la ministra se ocultó en su despacho y le endosó la responsabilidad de dar la cara a la directora general, quien tuvo que hacer frente a los medios y a los diputados, en una comparecencia muy profesional pero insuficiente. Ana Mato convocaba una reunión con consejeros regionales de Sanidad que luego se transformaba en videoconferencia y a la que finalmente optó por no asistir sin alegar demasiadas explicaciones.
Repercusión internacional
En medio de la confusión, la alerta aumentaba. Demasiada polémica con los protocolos sanitarios, con la sorprendente presencia de la auxiliar contagiada en un hospital que no correspondía, respuestas evasivas de las autoridades... Las empresas del sector turístico caían en Bolsa, Bruselas pedía información al minuto y los medios internacionales reservaban sus portadas o aperturas de informativos al caso del contagio en España.
Moncloa decidió atajar este peligroso galimatías para centralizar el eje de la comunicación. Mientras el Ministerio y la Comunidad de Madrid no lograban actuar de forma coordinada, desde Presidencia del Gobierno se ponía orden en el desbarajuste. Un mensaje único, sin interferencias ni dudas. Algo tarde pero la crisis del ébola tiene largo recorrido, lamentablemente. A media tarde llegó la buena noticia de que otra de las enfermeras ingresadas con sospecha de contagio estaba fuera de peligro, sin rastro de la enfermedad.
El frente político
Pedro Sánchez había telefoneado a Mariano Rajoy para mostrar su apoyo en la crisis. Ya habrá tiempo para reclamaciones políticas. No hicieron lo propio algunos diputados que pretendieron aprovechar la ocasión para zaherir al Gobierno en asunto tan complicado. Los personajes antisistema echaban leña al fuego con tuits tan descarnados como oportunistas.
En Presidencia se han vivido horas de auténtica inquietud. La gestión del ébola está resultando deficiente desde el primer momento, con la repatriación forzada del misionero Miguel Pajares, que falleció a los pocos días de encontrarse en Madrid. Veteranos barones del PP se han manifestado inquietos, siempre en privado, por la evolución de los acontecimientos. Un caso de alarma sanitaria en vísperas de un año electoral hace despertar todo tipo de alertas.
La ministra Mato, cuestionada por sus implicaciones en el caso "Gürtel", tiene el respaldo absoluto del presidente del Gobierno. Pero alguno de sus compañeros de Gabinete no son de la misma opinión, aunque evitan manifestarlo en público porque es una de las protegidas del 'jefe'.
Moncloa ha presionado a Sanidad para que mantenga una línea de información intensa tanto con Bruselas como con los departamentos sanitarios de los países vecinos. Hay todavía demasiados puntos oscuros en todo este caso. Es demasiado pronto para despejar algunas dudas y para ofrecer respuestas satisfactorias. Lo principal es despejar los recelos y la inquietud en la población.
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