“Algo estamos haciendo mal”, asumen los responsables del estudio que ha realizado la Universidad de Sevilla (US) para Unicef. El trabajo da voz a más de 5.000 jóvenes de 13 a 18 años de España. El análisis, a modo de barómetro especializado en los jóvenes, aborda una cuestión urgente: la salud mental. Y el barómetro revela que los jóvenes están mucho más preparados que sus mayores para enfrentar estos problemas.
‘La salud mental es cosa de niños, niñas y adolescentes’ es la cuarta edición del Barómetro de Opinión de la Infancia y la Adolescencia 2023-2024, que Unicef solicita a la US. Sus datos no son resultados sanitarios ni un diagnóstico al uso, sino que nos ofrecen la visión sobre qué entienden los jóvenes por salud mental. Y su sensibilidad y consciencia sorprenden.
El 41% de los adolescentes en España manifiesta haber tenido o cree haber tenido un problema de salud mental en los últimos doce meses. Para los responsables del trabajo, este dato no es lo más relevante, ya que refleja que los adolescentes están “más familiarizados, son más conscientes de que estos problemas existen, algo que no sucedía en la generación de sus padres”, cuenta a Vozpópuli la directora del estudio, Pilar Ramos.
Sin duda, lo que más sorprende a los investigadores es el silencio. Atronador, a pesar de toda la información que existe sobre los problemas de salud mental y a pesar de que la necesidad de mejorar la atención sanitaria para la salud mental está en la agenda política tras la pandemia.
De entre los que se sienten afectados por problemas de salud mental, más de la de la mitad no ha pedido ayuda y 1 de cada 3 adolescentes no ha hablado con nadie y ni siquiera se lo ha planteado. De hecho, un porcentaje mayor aún, 2 de cada 3 adolescentes, no quieren que sus familias o tutores se enteren de lo que les pasa y simplemente apuestan por dejar el tiempo pasar, algo que en ocasiones simplemente agrava las dolencias.
Los participantes en el trabajo para Unicef provienen de 168 centros educativos, a Pilar Ramos le sorprende que todos los centros deben contar con la figura de un orientador o profesionales de apoyo para detectar y resolver los problemas derivados de la salud mental, “pero está claro que el sistema falla, si están ahí, los jóvenes no llaman a su puerta, no cuentan con esa primera línea de ayuda, se sienten solos", detalla.
Los motivos que los jóvenes han confesado y que forman parte de la letra chica del estudio es que no sienten confianza en los orientadores, tienen miedo a que los vean pedir ayuda, no creen que estén lo suficientemente formados para entender su situación o, simplemente, creen que su situación no es tan importante. La conclusión del barómetro es clara, no hay que normalizar los problemas mentales, hay que normalizar las llamadas de auxilio y los sistemas de ayuda y respuesta.
“Es una pena que tengamos una respuesta sanitaria tan débil, conocemos a familias con hijos adolescentes que están encerrados en su habitación, familias que tienen que hacer frente al riesgo de suicidio, no son problemas menores”, lamenta Ramos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que los trastornos mentales son una de las principales causas de discapacidad entre los adolescentes, llegando a afectar gravemente a los jóvenes y a su calidad de vida y capacidad para alcanzar el pleno desarrollo.
Más aceptación del diferente
Los últimos informes de la OMS revelan que entre el 10% y el 20% de adolescentes sufren problemas de salud mental; entre ellos, la mitad de todas las enfermedades mentales comienzan a desarrollarse antes de los 14 años, con la llegada de la adolescencia.
Sí hay signos esperanzadores en este retrato que ofrecen los jóvenes de la sociedad. A pesar de las carencias para tratar con sus problemas emocionales que pueden derivar en enfermedades mentales, sí hay una mejora en la convivencia con los estereotipos. Es decir, los jóvenes no entenderían la visión segregada de los manicomios o de la separación de las personas como problemas mentales.
Son más abiertos a convivir con esta realidad, el 80% mantendría la amistad con un enfermo mental y solo un 14% se muestra contrario a convivir con centros de atención psiquiátrica, por ejemplo. Sobre las enfermedades, los adolescentes tienen más naturalizada la relación con problemas como la depresión o trastornos alimentarios que con otras dolencias como los trastornos obsesivos compulsivos o esquizofrenias.
El mundo a través de la pantalla: el salvaje oeste
Cómo afrontar este retrato social que proyectan las respuestas de los adolescentes es difícil en cualquier hogar o centro educativo. Este informe detecta un problema, un síntoma de dolencia. Pero lo graves es que los que padecen, los pacientes, ni siquiera asumen que tienen un problema, apenas hay llamada de auxilio bajo esta aparente normalidad.
Sobre los factores que perjudican su salud mental, Ramos define como “extremadamente perjudicial las dinámicas de redes sociales o búsqueda de soluciones” a través de las pantallas. Más de la mitad asumen como bastante o muy peligrosas para la salud mental las redes sociales, con X, TikTok e Instagram como las más mencionadas.
Pero ese problema es genérico, la adicción al móvil la tienen muchos padres que, por la madurez de su cerebro, no están expuestos a los vaivenes emocionales que, en plena adolescencia, sí pueden ser letales. “El problema es que nosotros no somos un buen ejemplo”, suspira Ramos. Padres que miran el móvil mientras hablan con sus hijos, que trabajan en la hora de la cena, que ... lo que sea, siempre hay un motivo para mirar el móvil, pero el resultado no ayuda a los jóvenes de la casa.
Las soluciones que propone el estudio son más sencillas de lo que cabe esperar y ofrecen garantías de éxito a la hora de buscar un mayor bienestar emocional, lo dice la ciencia y los propios jóvenes. Cuidar los hábitos de sueño, realizar ejercicio físico o llevar una dieta equilibrada son una receta esencial. Como determinantes externos, el dictamen adolescentes nos dice que la buena relación con sus progenitores (para un 82,6 % de los encuestados), el apoyo de personas cercanas (82 %) y hacer las cosas que les gustan y hacen sentir bien (78,6 %) son las mejores soluciones para evitar problemas mentales.
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