La falta de medios, ya no solo materiales, sino de personal, hace que el río Guadalquivir a su paso por los pueblos sevillanos de Coria y La Puebla, siga siendo una autopista de la droga. Los vecinos graban atónitos otro nuevo remonte del río de narcolanchas a toda velocidad mientras contemplan que la Guardia Civil, sin medios, solo puede seguir de cerca a la última de estas embarcaciones.
El Guadalquivir ha pasado a convertirse en los último años en una autopista para la droga, y la principal alternativa de los narcos a las costas de Cádiz. Por el río entra “lo que no está en los escritos” aseguran desde hace tiempo fuentes de la Guardia Civil, y es que el Guadalquivir es uno de los lugares de mayor entrada de hachís, casi venciendo a las costas gaditanas donde se empieza a traficar más con cocaína.
Desde Sevilla, la Guardia Civil hace lo que puede para luchar contra esta ruta de los narcos, y es que no disponen de embarcaciones en la comandancia de Sevilla, y para perseguir a las narcolanchas deben venir las del Servicio Marítimo en Cádiz, y debe coincidir que estén operativos y disponibles para la tarea. En algunas ocasiones, como se puede ver en el vídeo en el que Jusapol denuncia la escasez de medios, se les hostiga con el helicóptero, pero no tienen capacidad para hacerles frente en el agua y pese a la persecución es casi imposible detenerlas. En Sevilla, solo están disponibles las embarcaciones del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), unas Zodiac como la del asesinato de los dos guardias civiles en Barbate, que poco pueden hacer frente a los potentes motores de las narcolanchas que recorren el río a gran velocidad.
Sin OCON Sur y sin medios
Después del desmantelamiento de OCON sur, la unidad de élite de la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico en el campo de Gibraltar y la provincia de Sevilla, los narcos campan a sus anchas y los agentes hacen lo que pueden con los escasos medios de los que disponen. Con datos objetivos, las aprehensiones de drogan han descendido considerablemente desde que en 2022 en Ministerio del Interior disolviese esta unidad.
Además de la falta de personal y de medios, los agentes se enfrentan a las escasas penas de los narcos tras sus pactos con la fiscalía. En su mayoría son reincidentes, y hacen del tráfico de dorgas, su modo de vida. Tras lo que cuesta llevar a cabo una operación de grandes dimensiones para lograr detenerlos, pactan penas de 2 años o menos con la fiscalía y a los pocos meses vuelven al negocio frente a la impotencia de los agentes que luchan contra el narcotráfico.
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