Ocho alcaldes del Campo de Gibraltar viajan a Madrid para informarse sobre su futuro. Los regidores se encontrarán con el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y pretenden tener certezas sobre su futuro y la relación con el territorio británico del peñón de Gibraltar.
Las negociaciones entre el Reino Unido y España tras el Brexit han recuperado vigor. La tercera cumbre ministerial sobre el territorio británico de ultramar de Bruselas reunió a los ministros de Exteriores Albares y David Lammy, así como el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, y el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maros Sefcovic.
La cita supuso, según fuentes diplomáticas, avances en una gestión fronteriza que desde la nochevieja de 2020 apenas avanza. Pero esos avances sólo se traducen en incertidumbre en Andalucía. Por eso, los 8 regidores de la región que conviven con la colonia británica han unido sus voces, necesitan certezas.
“Hay mucha preocupación”, afirma la voz más relevante de los alcaldes, Juan Franco, alcalde de La Línea de la Concepción (Cádiz), municipio de 65.000 habitantes que vive a la sombra del Peñón de Gibraltar. La vida en una ciudad como La Línea puede cambiar drásticamente si las noticias que “venimos oyendo y viendo en notas de prensa se confirman”, advierte Franco.
El alcalde se refiere a la imposición de controles en la verja, la frontera que separa a La Línea de Gibraltar y por la que, cada día entran y salen unas 15.000 personas. La “incertidumbre es máxima”, confiesa el regidor, que ha remitido varias consultas y cartas al ministro Albares sin respuesta.
Franco es uno de los arietes locales de una región que viene conviviendo desde hace 8 años con la resaca del Brexit en esta esquina de la península Ibérica. El problema para los locales está en cuál será el estatus del territorio y el procedimiento para controlar la frontera.
En la Nochevieja de 2020 se anunció un acuerdo histórico que, sin embargo, por ahora no se ha traducido en nada. Ese acuerdo establecía que, en la verja, en la frontera terrestre, no habría un control que delimitara un territorio Schengen (el Campo de Gibraltar) de otro no comunitario (Gibraltar). La frontera debería estar en el puerto y los aeropuertos y estas, de acuerdo a la normativa europea, deben ser gestionadas por Frontex. Pero Reino Unido y el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, arrastran los pies ante la posibilidad de que agentes de Frontex sean los que patrullan sus instalaciones. El control de puerto y aeropuerto es en estos momentos el principal escoyo.
Desde el Brexit, Picardo viene proponiendo que Gibraltar se incorpore al espacio Schengen, “¿Tiene sentido para la UE que un área de 6,2 kilómetros cuadrados en el extremo sur de España no sea accesible a los ciudadanos de la UE? No lo creo”. Ahora, con un gobierno laborista en Londres, Picardo recalca que los gobierno de Londres-Madrid-Gibraltar son una “reunión de políticos socialistas” como una oportunidad de solución. Pero Bruselas y España no parecen dispuestas a bailarle el agua porque sí y negocian “soberanía conjunta”.
Una convivencia cada día más difícil
Gibraltar acogió dos referéndums en 1967 y 2002, en sendas consultas el 99% de los gibraltareños optó por permanecer en Reino Unido. La autoridad legislativa corresponde a la Corona británica y al Parlamento gibraltareño. Pero esta insularidad británica dentro de la península proyecta una alargada sombra el La Línea de la Concepción.
Desde la Línea de la Concepción al Peñón de Gibraltar cada día cruzan cerca de 15 mil personas para trabajar, de ellos, 9.500 son españoles, la mayoría son de La Línea. Para estas miles de personas, la gestión de la frontera supone un cambio nada anecdótico en sus vidas. Según cálculos municipales, de cada seis linenses uno depende del trabajo en Gibraltar.
El alcalde de La Línea lleva años remarcando que son la “región de Europa que más alta factura está pagando por el Brexit, somos la única Europa continental que comparte frontera con el Reino Unido". Se refiere al hecho de que los miles de trabajadores linenses que cruzan a trabajar en el sector servicios ven su vida obstaculizada por una frontera que puede ser mucho más divisoria si sus peores augurios se confirman.
La implementación que se ha anunciado de controles biométricos (con huellas dactilares o control facial) a partir del próximo 20 de noviembre sumaría un mínimo de 30” por cada una de las miles de personas que cruzan a diario. Desde el Grupo Transfronterizo que aúna a trabajadores, sindicatos y empresarios de ambos lados de la frontera reivindican resolver la crisis de la valla, “no se entiende que dos regiones hermanas –como Peñón y Campo de Gibraltar- estén atravesadas por una frontera que obstaculiza la productividad económica”, pero también la convivencia social. Esta frontera recargada dejaría a familias divididas.
Junta de Andalucía escéptica
El clima de oportunidad que implican gobiernos afines no es asumido por la Junta de Andalucía, que también acudía a la cita informativa con Albares con "escepticismo”. Desde la Junta de Andalucía denuncian que en las reuniones de exteriores no haya una silla para la Junta de Andalucía, a pesar de que están en juego cuestiones de competencia autonómica.
"Las últimas veces cuando nos ha citado ha sido para decirnos que está negociando, pero sin darnos ningún tipo de detalle", ha dicho molesto Antonio Sanz, consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía. El ejecutivo popular reivindica ser partícipe de unas negociaciones que afectan a los empleos, a la atención sanitaria territorial o gestión medioambiental.
Por último, nadie ha mencionado el eco que pueda tener la devolución de un territorio de ultramar, las islas Chagos, en el océano Índico, a la República africana de Mauricio, por parte de Londres, que mantiene este aspecto fuera del relato de negociación, “La soberanía británica de las Malvinas o de Gibraltar no es negociable" dicen desde Londres. Habrá que esperar para saber cómo es la eterna frontera de Gibraltar.
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