Hace 10 años, en México, la ruptura de una balsa de contención minera llevó 40 millones de litros de tóxicos al río Sonora. En 2013, en Utah, la mina a cielo abierto más grande del mundo provocó el también movimiento de tierra más grande provocado por la humanidad. Acercándonos en el mapa, la minería también nos evoca el desastre de Aznalcóllar (Sevilla), el mayor desastre ambiental patrio, con 6.000 hectáreas contaminadas a las puertas de Doñana por la quiebra de otra balsa.
Pero todo eso puede ser historia pasada. La minería provoca el movimiento de montañas generadas por el propio hombre, pero un equipo está imaginando una minería sin desastres. El sistema que está a punto de ser presentado evita los efectos más indeseados de la minería, que dejan una huella indeleble en el paisaje, pero también costes humanos.
“Usamos las técnicas de observación de volcanes y terremotos y los resultados son más que prometedores”, nos explica uno de los responsables del sistema de detección de movimientos de tierra, el profesor José Fernández, del Instituto de Geociencia en Madrid del CSIC. El proyecto ‘Stone’ llega a detectar los movimientos de tierra hasta con ocho meses de antelación.
Mediante la combinación de machine learning, imágenes satelitales por radar y un modelo matemático propio con tecnología de interpretación, los investigadores geotécnicos son ya capaces de prever movimientos y quiebras bajo la superficie. Este sistema estaba siendo testando cuando erupcionó el volcán de La Palma. Ya entonces pudieron saber cómo se movía el volcán y generaba tubos de la lava en el subsuelo, así como prever los flujos de emanación que predijeron con exactitud.
Hoy, siguen probando su sistema en volcanes con erupciones recientes o activos en Italia, Hawai o Indonesia. “Hemos podido detectar la aparición de grietas con hasta 8 meses de antelación”, detalla Fernández, lo que da tiempo suficiente para tomar medidas como sacar a una población en riesgo de una zona comprometida o, directamente, remediar si es posible el movimiento de tierra.
Huelva como campo de pruebas
La minería vive una revolución gracias a la demanda que revitaliza centros mineros históricos como Huelva. Si echamos un vistazo a la línea temporal, la minería ha definido la historia del suroeste de la península Ibérica en la época romana, durante la Revolución Industrial británica que desembarcó en Huelva en el XIX y en la actualidad. El cobre es el protagonista de este tercer acto de la Historia de la minería en España.
La faja pirítica que yace en Huelva hace que Andalucía tenga la mayor concentración de cobre de Europa y el 90% de la minería metálica de España. Atalaya Mining, la empresa que opera la histórica mina de Riotinto es la responsable del proyecto ‘Stone’ en el que participan los investigadores del CSIC y expertos en topografía y geotécnia.
“Tenemos que convivir con la herencia del pasado minero”, explica la responsable del proyecto de Atalaya, Susana Rodríguez. La reapertura de la mina de Riotinto en 2015 debía hacer frente a un paisaje espectacular legado por la historia minera. Pero, a la vez, se trata de un paisaje incómodo, con más de 182 millones de metros cúbicos detectados inicialmente.
La corta de Cerro Colorado es una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo y la mayor de Europa. Su paisaje espectacular es también el reflejo de la acumulación de uno de los mayores depósitos de sulfuros masivos del mundo. “Al final, trabajamos para ver cómo respira toda esa estructura de tierra, analizamos a tiempo real cómo se comporta el subsuelo porque en la tierra todo se mueve continuamente”, relata Rodríguez.
'Stone’ se vale de las imágenes en Riotinto que suministran los satélites Sentinel 1A y 1B del programa Copernicus, que ofrecen la posibilidad de escrutar indicios en el subsuelo, hasta en un área de 100 km2 con una precisión de análisis de puntos de información de hasta 3 metros cuadrados. Ese escrutinio permite escuchar el "ruido sísmico”, tanto el natural como el que ocasiona la actividad minera. En función a la peculiaridad del terreno y de los movimientos detectados, el modelo matemático único confirmará la aparición de incidentes geotécnicos.
El reto es saber ver esos movimientos y detectar que provocarán grietas y, en el peor de los casos, desastres mineros, un método único y propio que la empresa ya está exportando a todo el mundo. “No es solo útil para la minería, piensa en la gran obra civil o en desastres naturales, como terremotos o volcanes”.
Un riesgo durmiente
Por el momento, el análisis de la balsa de Riotinto no genera alerta. La balsa es un ente a observar con tres contenedores que mantienen 182 millones de metros cúbicos de restos (estériles) en tres colosales balsas. El temor es que una quiebra pudiera provocar algo parecido a un tsunami de lodos tóxicos, lo que recuerda al desastre de Aznalcóllar.
La ingeniería Ayesa, en 2014, evaluó los riesgos y advirtió que la quiebra provocaría un vertido que tras recorrer 111 kilómetros llegaría a la costa pasando sobre núcleos urbanos en los que viven más de 140 mil personas. Desde Atalaya aclaran que la solidificación de los lodos, convertidos prácticamente en material terroso, erradica este riesgo. Pero, por si acaso, desde el cielo y desde los laboratorios vigilan.
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