España

"Eres un ángel caído del cielo": las historias de rescates y ayudas de los voluntarios de la DANA

Los voluntarios que ayudan a los damnificados por la DANA describen como una "película de terror" lo que se han encontrado en los pueblos de Valencia

Judith, de 26 años, no se lo pensó dos veces y pocas horas después del temporal desembarcó sola en Aldaya para ayudar a los damnificados por la DANA. "Parece el escenario de una película de terror", describe esta joven voluntaria a Vozpópuli. Desde el miércoles está organizando grupos de jóvenes para colaborar en todo lo que necesitan los vecinos. Ayudaron a una sexagenaria enferma, que está sola porque su familia se encuentra fuera, a limpiarle la casa. Esta mujer agradecida le dejó un mensaje: "Eres un ángel caído del cielo".

Esta joven de Moncofar viaja cada día a las zonas afectadas para auxiliar a las víctimas, que prácticamente han perdido todo a causa del temporal. El primer día bajó sola. El siguiente consiguió a dos chicos de su pueblo. El siguiente a otros dos. El sábado a cuatro personas de Valencia. Todos tienen entre 22 y 26 años y tienen un denominador común: arriman el hombro en lo que haga falta.

Labores de limpieza en Alfafar, Valencia, tras la DANA

Son camareros, dentistas, dependientes, policías... que trabajan sin descanso entre el barro que inunda las calles arrasadas por la DANA. Van y vuelven en el día para no entorpecer a los vecinos. "La gente no se puede hacer una idea de lo que estamos viviendo. Si viéndolo por foto o por la tele te puede impactar pero nada comparada a cuando lo ves en persona. Es terrorífico", describe Judith.

Estos jóvenes apenas sacan los móviles durante horas. No suben publicaciones a redes sociales ni se hacen vídeos con sus labores. "Solo lo saco para avisar de lo que hace falta", explica esta joven que de forma incansable permanece en una de las zonas más afectadas por la DANA.

Las historias del barro de la DANA

Cuando llegan cada mañana a Aldaya se reparten las tareas. Unos reparten alimentos entre las casas, otros se quedan en las calles y los últimos preguntan "casa por casa para ver si la gente necesita ayuda". El pasado domingo vivieron uno de esos momentos emocionantes.

Catástrofe en Valencia tras el paso de la DANA

Judith estaba por la calle con un amigo cuando se toparon con una vecina que les solicitó ayuda. Los dos jóvenes sacaron los muebles embarrados de su casa y después la joven se quedó todo el día limpiando la casa de la mujer. "La mujer tiene 68 años y sufre de fibromialgia y no podía hacer nada, y estaba sola porque su único hijo vive en Bilbao. Entonces me he encargado yo de limpiarle la casa", describe esta chica.

La mujer sorprendió a Judith con una bonita nota de agradecimiento por los servicios prestados. Una hoja arrancada de un cuaderno llena de barro pero con una gran carga de sentimientos. "Eres una ángel caído del cielo. Gracias que dios te bendiga Judith a ti y a los tuyos", escribió.

Letur (Albacete) arrasado por la Dana

La ratontera que ha edificado el barro en Aldaya impide a la joven volver a la casa de la auxiliada. "Lamentablemente no tengo fotos ni sé decirte ubicación exacta porque eso es una masacre no tienes sentido ni de la orientacion ni de la ubicación", reconoce a Vozpópuli.

"Hace falta herramientas de limpieza"

A estos problemas se le añade la falta de línea telefónica. "Tampoco hay nada de cobertura y priorizo el ayudar que en sacar fotos que eso se puede ver que apenas subo nada de cómo está la situación", admite.

La necesidad fundamental en las zonas afectadas por la DANA son herramientas de limpieza. "Hace falta palas, cubos y máquinas para apartar el agua pero ya lamentablemente no depende de nosotros", señala la joven a la que han pedido también juguetes para los niños.

Cientos de voluntarios llegan a Paiporta, Valencia

Esta es una de las miles de historias que se han encontrado los voluntarios desplazados a las zonas. Son centenares los que se quieren saltar las restricciones para colaborar. El empeño de Judith y de sus amigos no cesará en los próximos días. Seguirán cada jornada recorriendo los kilómetros que sean necesarios para participar en las labores necesarias en los pueblos que han sido invadidos por el barro.

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