Este sábado 10 de junio se cumplen 30 años de las primeras elecciones europeas celebradas en España. Se trata de un periodo de tiempo en los que los españoles han pasado por distintos estados de ánimo respecto a la relación con la UE pero que ahora ven, una vez que se ha iniciado la salida del Reino Unido del club comunitario, como algo positivo.
Fue un 10 de junio de 1987 cuando los españoles eligieron representantes al Parlamento Europeo, con un mandato de dos años: el PSOE obtuvo 28 de los 60 escaños en liza; Alianza Popular (AP), 17; CDS, 7; IU, 3; CIU, 3; HB, 1; y Coalición EA-ERC-PNG, un escaño.
España había llegado a la entonces Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986, junto a Portugal, lo que elevó a doce el número de Estados miembros, que en su origen (1957) se limitaba a seis.
El tratado de Maastricht
Su adhesión se produjo antes de dos hitos que cambiarían el rumbo de la familia comunitaria, como fueron primero la firma del Acta Única Europea, que sentó las bases del mercado único europeo, y después el Tratado de Maastricht, que daría una nueva dimensión a la construcción europea al instituir la Unión Europea (UE) y añadir a la comunidad una vocación política y no meramente económica.
Con este nuevo tratado se creó la ciudadanía europea que permitía residir libremente en cualquier país de la UE, votar y presentarse a las elecciones europeas y municipales de su Estado de residencia, a la vez que se avanzó hacia la creación de la unión económica y monetaria.
Tras el fracaso del proyecto de Constitución Europea, un nuevo acuerdo, el Tratado de Lisboa, dio en 2009 un nuevo impulso al espíritu democrático comunitario al poner en pie de igualdad al Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros en el proceso legislativo, y conferir más peso al ciudadano en las decisiones, a través de su voto en las elecciones europeas.
Un proceso aún incompleto
La entrada de España en el club comunitario hace treinta años y las posteriores elecciones europeas de 1987 coincidieron con un proceso en ciernes en Europa, que si bien ha ido consolidándose, aún sigue incompleto y con muchos interrogantes: el paso de la unión económica a una verdadera unión política, y el "brexit".
El último de los retos que tiene pendiente el club comunitario y que ha dejado al descubierto la fractura que aún existe entre socios europeos es la crisis de los refugiados y la amenaza del terrorismo yihadista, tras numerosos atentados que se han cebado principalmente con el Reino Unido y Francia.
En estos años sí ha quedado claro que España es un país europeísta. 30 años de encuestas y eurobarómetros perfilan un estado profundamente europeísta, que ha impulsado políticas tan diversas como la lucha antiterrorista y la euroorden de detención, la ciudadanía europea o la política de cohesión, y ha liderado las relaciones exteriores de Europa hacia Latinoamérica y la ribera sur del Mediterráneo.
Los españoles, europeístas pero poco interesados
España no se concibe fuera de la UE, como demuestran encuesta tras encuesta sus ciudadanos -entre los más europeístas de la Unión- y también los partidos políticos de uno y otro signo.
Las últimas elecciones europeas fueron en mayo de 2014, que otorgaron la victoria al PP con 16 escaños, seguido del PSOE con 14; la coalición Izquierda Plural con 6 eurodiputados; UPyD con 4; la Coalición por Europa con 2; la Izquierda por el Derecho a Decidir con otros 2; y Los Pueblos Deciden con un escaño.
Asimismo, tres formaciones entraron por primera vez en la Eurocámara: Podemos (5 diputados), Ciudadanos (2) y Primavera Europea con un eurodiputado.
Sin embargo, el interés por Europa ha ido al contrario de la participación en las elecciones. La mayor se registró en 1987 con un 68,52 %, en tanto que en los comicios de 1989 hubo un 54,71 %.
En 1994 participó un 59,14 % de la población mientras que en 1999 lo hizo un 63,05 %. La convocatorias de 2004, 2009 y 2014 fueron de las más bajas con un 45,94 %, 44,90 % y un 45,9 %, respectivamente.
Desde su incorporación a la Unión, el Parlamento Europeo ha sido presidido por españoles en tres ocasiones: Enrique Barón (1989-1992), José María Gil-Robles (1997-1999) y Josep Borrell (2004-2007).
Si antes del ingreso de España en la UE, Europa se identificaba con libertad, progreso económico y modernidad, una vez dentro, los sucesivos gobiernos siempre han apostado fuerte a favor de cada decisión que se tomaba por la integración y la consolidación de una entidad común europea más allá de lo económico.
España siempre ha querido un papel protagonista en la UE y ha reivindicado su puesto entre los cinco grandes del continente, y así lo sigue haciendo.
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