"¡En Cataluña salimos a defenderos, por qué cargáis ahora!". Noche cerrada en la calle Ferraz, ruido de vidrios rotos bajo los pies. "¡Vendidos!", gritan unos. "¡Traidores!". Sus proclamas se dirigen contra los miembros de la Unidad de Intervención Policial, más conocidos como antidisturbios, encargados de dispersar a los radicales que revientan las protestas contra la amnistía y que presentan una batalla campal en el corazón de Madrid. Los agentes se ven ahora en el ojo del huracán. "Siempre nos pasa, que nos pintan como los malos de la película", detalla Iván [nombre ficticio], uno de estos policías, en conversación con Vozpópuli. Pero, ¿cuál es su papel? Esta es la radiografía de un antidisturbios.
La unidad cuenta, sobre el papel, con 2.400 agentes distribuidos en 52 grupos por toda España. "Sobre el papel", insiste Iván, quien considera que "a pie de calle" la cifra presumiblemente no llegaría a los 2.000. El resto se repartiría entre secretarías, mecánicos, armeros... "Tal y como están las cosas, tenemos un déficit enorme", considera.
Su cometido está relacionado con los casos de prevención y de peligro inminente o de grave alteración de la seguridad ciudadana: ultras de fútbol, eventos multitudinarios de alto riesgo, protestas, manifestaciones, desalojo de viviendas... Trabajos de alto riesgo en horas intempestivas que, a fin de mes, se traduce en una nómina que de media ronda los 2.300 o los 2.500 euros, variando en función de trienios o de la antigüedad.
"Se nos asocia a la imagen de los palos, pero en el 99% de nuestras intervenciones la fuerza no se usa", asegura Iván. "A nadie le gusta la violencia, los que estamos aquí lo hacemos por vocación", añade, al mismo tiempo que detalla "las dificultades" que supone la incorporación a la unidad: primero, un examen; después el reconocimiento médico, las pruebas físicas y el test psicológico. Y Linares.
"Todos recordamos Linares", apunta Iván. Se refiere al Centro de Prácticas Operativas de la Policía Nacional. Un mes donde se exprime a los aspirantes y se pone a prueba todas sus capacidades. Tres de cada diez no superan el desafío.
Un 'antidisturbios' entre radicales
Es entonces cuando por fin visten el azul. Espinilleras y protección en las rodillas; equipo antitrauma que protege el pecho. También los hombros hasta la altura de los codos, coderas y antebrazos. Unos llevan escudos; otros, las bocachas, las escopetas con las que se proyectan bombas de humo o pelotas de gomas. Defensa reglamentaria y, por supuesto, el casco de protección.
Radicales de extrema izquierda o extrema derecha, miembros de los CDR en Cataluña, algaradas en Barcelona alimentadas por el separatismo o neonazis en el corazón de Madrid. "En una misma manifestación juntas a todos estos y es imposible distinguirlos", afirma Iván. "La misma estética, las mismas tácticas y las mismas ganas de juerga".
Un trabajo marcado por el riesgo -sólo en la noche del miércoles resultaron heridos 30 agentes en Ferraz- que también tiene su exposición jurídica. Es habitual que los antidisturbios reciban citaciones para declarar, casi siempre como testigos, pero algunas veces como investigados, por las intervenciones en las que participan. Cada uno de ellos tiene un número identificativo a la espalda, personal e intransferible. Y, en caso de investigación judicial, se les reconoce y se solicita su colaboración.
Indefensión jurídica
"¿Qué quién nos defiende en los tribunales?", reflexiona Iván a preguntas de este diario. "Nadie", desliza entre risas. "Son los sindicatos o los abogados particulares que contratemos... Casi todos estamos afiliados por esta razón".
¿Y las intervenciones más complejas? Habla de episodios como los de Ferraz o los de Cataluña, especialmente violentos y mediáticos. "Pero los más difíciles son los desahucios", admite. "Son órdenes judiciales que tenemos que cumplir, pero ver a las familias dentro, a veces con niños o gente que ves más vulnerable... esos son los días más complicados".
Por eso, destaca Iván, la principal virtud a la que se debe un antidisturbios es la "sangre fría": "Son escenarios calientes donde tienes que mantener la templanza". Y concluye: "Sea donde sea, esa es nuestra misión, hay que ser muy imparcial".
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