Un candidato menos. Jaime Lissavetzky ha visto cómo en las últimas semanas sus apoyos le daban la espalda. Presentarse a unas primarias en esas condiciones se iba a convertir en un suicidio político y ha preferido irse. “Jaime ha dicho ¿no me queréis? Pues ahí os quedáis”, decía este lunes un compañero.
Hasta hace pocas semanas siempre había dicho que se presentaría a las primarias a luchar para ser candidato. “Parece que no se había enterado de que los tiempos de Rubalcaba y esa generación se habían terminado”, decían algunos socialistas al escuchar sus reiteradas apuestas por su candidatura.
Lissavetzky llegó con pocos fieles al Ayuntamiento, pero poco a poco se fue haciendo con la gente que había estado con Simancas, García Hierro, y los hombres fieles a Ferraz, e incluso logró que se apuntara a sus tesis un edil de Tomás Gómez.
Cuando ha empezado a preguntar ha comprendido que su tiempo había pasado y, tras una breve reflexión, anunció el lunes que se iba. Para algunos socialistas fue muy sospechoso que abandonara pronto el comité regional del domingo.
Lissavetzky no se ha sentido arropado ni desde Ferraz ni desde el PSM. Ha arrojado la toalla y se va con su amigo Alfredo Pérez-Rubalcaba a la química, profesión de este político con más de 40 años en el PSOE. Personas cercanas a Antonio Carmona decían ayer que ya tienen 18 de los 22 distritos de Madrid y que el actual portavoz tendría incluso dificultades para lograr los avales.
Enfado de compañeros
El PSOE tiene un precandidato, Antonio Carmona, que lleva más de dos años en la calle. Ha enfadado a algunos de los suyos porque ha celebrado actos en barrios sin avisar a los secretarios generales del distrito. “Se anticipó y sin contar con nadie se ha lanzado a hacer una precampaña que nadie le había pedido”, afirma un militante de un barrio visitado recientemente por Carmona.
La carrera electoral del actual diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid se ha acelerado a primeros de este año y está en un sprint desde mayo. Tras algunas protestas, sus convocatorias van encabezadas por un “a título personal te informo de la agenda de Antonio Carmona,…”. En pleno agosto ha hecho actos y hasta tres por día.
Lleva meses de campaña y no tiene ni ‘chupa’ negra, como Trinidad Jiménez, ni el apoyo de ningún aparato. Un móvil, muchas tertulias, varios compañeros que creen en él, calle y barrios de Madrid.
Algunas personas importantes del PSOE dicen que en Ferraz no les convencía ninguno de los dos candidatos: Lissavetzky ni Carmona. El primero ya está fuera, y al segundo nadie le ha dicho oficialmente que deje de organizar actos. Algunos socialistas madrileños afirman que se ha hablado varias veces de buscar otro candidato, como Ángel Gabilondo, para el Ayuntamiento o Comunidad.
Apoyos y temores
Personas cercanas al diputado afirman que muchos e importantes socialistas le han expresado ya su apoyo a nivel personal y no tardará en hacerse a nivel institucional. El casi candidato está todos los días en actos y visitas, pero lo que ha lanzado su nivel de conocimiento ha sido sus apariciones en las tertulias televisivas, donde logró su fama Pablo Iglesias (Podemos).
Pedro Sánchez y su gente creen que las encuestas propias no colocaban bien a Lissavetzky ni a Carmona. Temen que el fenómeno Podemos supere al PSOE en la capital de España, lo que supondría un golpe muy duro para el nuevo secretario general.
Los militantes dicen que el candidato del PSM a la capital de España debe ser elegido por Madrid y no se comprendería, en un tiempo de cambio, que Ferraz impusiera a nadie en un momento en el que la unidad parece que reina en un Partido Socialista de Madrid casi siempre en guerra.
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