“Tener fe en la patria requiere acciones sobre el terreno, no sólo palabras”, subrayó el Jefe del Estado Mayor del Ejército Popular de Argelia, el teniente general Saïd Chanegriha, en la inauguración de un macroejercicio militar celebrado en la frontera con Mali. La demostración de fuerza llega en un momento convulso: Argel ha suspendido su tratado de amistad con España y la creciente fisura con Marruecos amaga por momentos con el estallido de enfrentamientos militares en la región. Energía, economía y seguridad están en juego; y Argelia manda un mensaje tanto a sus vecinos como al resto de la comunidad internacional tras una nueva movilización de sus tropas.
El discurso del teniente general Chanegriha estuvo salpicado de alusiones a sus “enemigos” -sin especificar su nombre- y a la necesidad de proteger la “patria” frente a las amenazas exteriores. La arenga dio paso al comienzo de los ejercicios, bautizados con el nombre de Taouendert 202. Se desconoce la cifra de efectivos que han intervenido, pero sí que se ha requerido el refuerzo de tropas procedentes de diversos puntos del país, además de las ya establecidas en la sexta región militar argelina, donde se ejecutaron las maniobras.
El principal objetivo de Taouendert 2022 es “optimizar las capacidades de combate y la interoperabilidad entre los distintos estados mayores”, así como “entrenar a los comandos y al personal en la preparación, planificación y conducción de operaciones frente a posibles amenazas”, detalla el Ministerio de Defensa argelino.
En las imágenes difundidas se pueden ver vehículos blindados, maniobras de ataques aéreos y el despliegue de artillería pesada. También se llevó a cabo un salto de paracaidistas que simulaban enfrentarse a un enemigo que pretendía “infiltrarse al interior del territorio nacional”, así como el envío de “tropas especiales en la profundidad de las defensas enemigas”.
El músculo de Argelia
Diversos analistas militares consultados por Vozpópuli coinciden en que la región donde se desempeñaron los ejercicios sufre severos incidentes relacionados con el terrorismo y la criminalidad. Así, el movimiento de las tropas y las actividades con fuego real sirvieron para engrasar la maquinaria militar del ejército argelino en un área de máximo interés para su gobierno.
Sin embargo, existe otra interpretación de las maniobras, apuntan las mismas fuentes, igualmente relevante. La difusión de las imágenes de los ejercicios suponen una demostración de fuerza en un escenario convulso. Hasta hace unos meses, Marruecos era el país que analizaba con mayor interés el movimiento de las tropas argelinas. Rabat activó un plan quinquenal de rearme por valor de 22.000 millones de dólares con apoyo de EEUU y Arabia Saudí: “Busca desbancar como principal potencia militar regional a una Argelia que no pasa por su mejor momento”, indicaba un informe del think tank Instituto de Seguridad y Cultura.
Cabe recordar que ambos países -Marruecos y Argelia- protagonizaron recientemente una escalada de tensión que amagó con desembocar en una refriega militar. España vivió aquel episodio con inquietud por sus consecuencias, pero desde la equidistancia diplomática para no irritar en exceso a ninguna de las dos partes.
Triángulo Madrid-Rabat-Argel
Pero ahora las tornas han cambiado. El tratamiento hospitalario en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, abrió la caja de Pandora de un inestable equilibrio a tres: Marruecos retiró a su embajadora en España y miles de personas entraron a la fuerza en Ceuta desde el reino alauí. Para apaciguar las relaciones Madrid-Rabat, Moncloa tomó partido por Marruecos en su reivindicación sobre el Sáhara Occidental. El gesto soliviantó a Argelia, que anunció la suspensión de su tratado de amistad con España. Al cóctel de inestabilidades diplomáticas hay que sumar la incertidumbre sobre el suministro del gas argelino, en un momento en que Europa cierra el grifo al gas ruso -su principal suministrador- tras el estallido de la invasión de Ucrania.
Ahora España analiza con lupa los movimientos llevados a cabo desde Argelia. No en vano, algunas voces de Moncloa culpan a Rusia de azuzar el conflicto entre Madrid y Argel para debilitar a Europa en su flanco sur. Argelia rechaza de pleno la acusación y acusa de “pirómano” al ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
La fisura entre Marruecos y Argelia es cada vez más evidente. El devenir de los acontecimientos indica que Marruecos se ha posicionado como el socio prioritario de occidente en el norte de África, estela a la que también se ha sumado España a pesar de los últimos tropiezos. Estados Unidos aboga por el reino alauí como principal dique de contención de las inestabilidades que, desde el Sahel, amenazan directamente a Europa.
Esa proximidad con Rabat queda patente en la celebración de otras maniobras que, de forma paralela, se celebran estos días en suelo marroquí: el African Lion reúne a 7.500 efectivos procedentes de una docena de países, con Marruecos y Estados Unidos a la cabeza. España, un año más, ha optado por quedarse al margen del African Lion, a pesar de haber sellado la reconciliación diplomática con el país de Mohamed VI.
Las piezas se mueven en el norte de África y con creciente frecuencia se recurre a la diplomacia militar para disuadir al adversario. España, por su proximidad geográfica e interés geoestratégico, analiza cada una de las decisiones adoptadas en sus países vecinos, con un gradual distanciamiento de Argelia y la consecuente aproximación a Marruecos.
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