Incluso entre los empresarios catalanes que no sienten alergia ante el proceso independentista que Artur Mas puede estar en condiciones de acelerar a partir de este domingo, perfiles políticos como el de Oriol Junqueras o el de Raül Romeva sí provocan sarpullido. Opinan, y así se lo han hecho saber a varios miembros del Gobierno en las últimas semanas, que conviene ser pragmáticos y dejar a Mas una escapatoria que evite que la conducción del soberanismo quede a partir de ahora en manos más radicales, en el peor de los casos bajo una mayor influencia de plataformas como Òmnium o la Asamblea Nacional Catalana, los satélites que circulan desde hace años por la galaxia de Esquerra Republicana y le han servido de soporte para su espectacular crecimiento electoral.
Los empresarios catalanes temen que el proceso soberanista quede en manos de Junqueras y la Asamblea Nacional Catalana
Pero salvar ahora a Artur Mas, pase lo que pase el domingo, y facilitarle una vía de escape, no está ni mucho menos en los planes de Mariano Rajoy. El mensaje que el presidente ha transmitido a los ministros que le han sondeado sobre el particular, ha sido nítido. “No hay ningún margen de maniobra para encontrarle una salida”, ha sido su respuesta, una actitud que respalda la práctica totalidad del Gabinete y que demuestra, según las fuentes, la coherencia con la que se ha movido Rajoy desde que dio por rota su relación con Mas después de que convocara por su cuenta y riesgo el referéndum de noviembre de 2014, a los pocos meses de mantener ambos la última reunión en el Palacio de La Moncloa.
Esta forma de hacer de Mas fue percibida por Rajoy como una declaración de guerra e interpretada como la demostración fehaciente de que nunca más podría confiar en el presidente de la Generalitat. Varios ministros recuerdan, en defensa de las posiciones numantinas de Rajoy, que ha sido el más coherente, pues mientras que algunas voces del Gobierno, como la de José Manuel García-Margallo, de vez en cuando han jugado con la posibilidad de sentarse a negociar con Mas y de ceder a sus reclamaciones en cuestiones tan sensibles como la financiación autonómica, mediante la cesión de impuestos, o la reforma constitucional, la del presidente siempre ha estado clara. “Nunca he negociado ni negociaré sobre la igualdad de los españoles”, se ha cansado de repetir en el último año siempre que le ha surgido la ocasión.
A pocos meses de las generales, el Gobierno carece de margen
Fuentes gubernamentales concluyen que Rajoy, si está en sus manos, dejará caer a Mas, pues considera que no está en condiciones, y menos a tres meses escasos de las elecciones generales, de abrirle puertas que le faciliten una dulce escapatoria. Algunos de los empresarios que recientemente se han expresado en contra de la independencia a través de las organizaciones que presiden, como es el caso de Joaquín Gay de Montellá, opinan que si ahora, ante la proximidad de las legislativas, es imposible ayudar a Mas, se abrirá otra oportunidad de hacerlo en enero, cuando se haya constituido el nuevo Gobierno y, sea quien sea quien lo presida, haya mayor permeabilidad al diálogo con la Generalitat.
Para acompañar la comprensión que destilan hacia él algunos de de estos empresarios, Mas viene haciendo últimamente hincapié en que a partir del lunes piensa invitar a Rajoy a negociar, pues su intención es hacer compatible la recuperación de puentes de diálogo con una declaración en el Parlament que sirva como estreno solemne del proceso hacia un Estado propio y la redacción de una Constitución a la carta del soberanismo.
Todas las fuerzas políticas con presencia en Cataluña atisban tres meses de ruido con elevados decibelios. Cualquiera de estos escenarios se verá condicionado, como es lógico, por los resultados de este domingo ya que no será lo mismo si la candidatura de Juntos por el Sí, en la que Mas se parapeta, obtiene la mayoría absoluta sin el concurso de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), que si depende de la lista que encabeza Antonio Baños para proseguir su huida hacia delante. También variará el tablado si la mayoría la obtiene en escaños, pero no en votos.
En la cúpula de Convergencia, la posibilidad de tener que negociar con la CUP da mucha grima. “Es gente universitaria, muy bien formada, pero están echados al monte”, resume un diputado nacionalista, convencido de que sería la peor compañía posible para una etapa en la que se necesitará por todas las partes, y eso incluye también a ERC, una cintura política que no ha distinguido a ninguno de los que han protagonizado hasta ahora el guion soberanista.
"El 27-S puede venirnos de perlas para salir airosos en las elecciones generales", afirma un miembro del Gobierno
El análisis que hacen algunos ministros es revelador. “Si Mas a partir del domingo tiene problemas para seguir como presidente de la Generalitat, se puede descubrir el pastel, no solo por la fractura interna del frente secesionista, sino también por el miedo escénico que puede entrarle a un personaje como Oriol Junqueras, acostumbrado a exprimir a Convergencia sin apenas dar la cara, solo para aumentar el granero de votos de ERC”, afirma un miembro del Gabinete.
“Al final, el 27-S puede venirnos de perlas para salir airosos de las elecciones generales”, confiesa esperanzado un alto dirigente del PP, convencido de que lo que de verdad desea Mas en estos momentos es pegar la espantada, antes de chocar frontalmente con la ilegalidad, y pasar a la historia como el honorable que más ha aproximado a Cataluña al umbral de la independencia.
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