El PP parece bloqueado por el temor a ser barrido por Ciudadanos en los comicios del 27-S. En Génova no se tiene clara la estrategia, ni el mensaje. Tampoco han confirmado el candidato, aunque se da por hecho que repetirá Alicia Sánchez-Camacho. Elegida para perder, dicen en los cuarteles generales del nuevo equipo dirigente del partido. Pero demasiado tarde para cambiar, señalan fuentes internas. Ciudadanos escarba en el mismo nicho electoral que el PP. En las últimas autonómicas, el partido de Camacho dobló en diputados al de Rivera. Ahora se teme en Génova que las cosas sean exactamente al revés. Del despiste, casi la parálisis.
Una esquizofrenia paralizante
Un cierto ambiente de esquizofrenia se respira en algunos ámbitos del PP. El debate en la dirección oscila entre la línea dura para atajar o afrontar el reto soberanista y un perfil menos beligerante. Atacar con saña a Mas moviliza el voto secesionista, dicen los expertos de la formación, en tanto que optar por la alternativa más ponderada implica servirle en bandeja a Ciudadanos el camino hacia el triunfo. Una opción no es buena pero la otra no es mucho mejor.
Rajoy nunca ha sido partidario de una agresividad radical. El presidente da por hecho un retroceso de sus filas en Cataluña
Nadie en Génova imagina un resultado positivo en los comicios. Lo importante es que la derrota no resulte estrepitosa. De ahí las dudas y la indecisión. Rajoy nunca ha sido partidario de una agresividad radical. El presidente da por hecho un retroceso de sus filas en Cataluña. Lo que ahora le preocupa a la cúpula del partido es manejar el periodo postelectoral con el tino suficiente como para que pueda utilizarlo como impulso de cara a las generales.
Artur Mas está empeñado en convertir las autonómicas en una especie de plebiscito camuflado, para seguir su camino hacia la secesión. El Gobierno prepara ya su artillería para hacer frente a este órdago, tanto en el plano judicial como, muy especialmente, en otros aspectos más operativos. Se habla por ejemplo del recurso a la ley de seguridad nacional, que se aprueba este miércoles, un camino más expedito que el artículo 155 para bloquear todas las iniciativas de la Generalitat que desborden el ordenamiento jurídico.
El Gobierno estudia al detalle lo que puede ocurrir en ese complicado periodo que se abrirá tras las catalanas. Si las cosas salen bien, es decir, si el Ejecutivo central consigue controlar la bravuconada separatista con eficacia, podría resultar un espaldarazo muy poderoso de cara a las elecciones generales. Este es el horizonte que anima e inquieta a los dirigentes del PP, que son conscientes de que tienen una gran oportunidad y también un enorme riesgo. Casi todo pasa en los próximos meses por Cataluña. Pero no tanto por los votos que consiga el PP en esas autonómicas como por los que puede lograr el PP en las generales. El tablero nacional pasará, de alguna manera, por las disparatadas elecciones que están planteado Artur Mas como un desafío a la nación.
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