Algo más de 15,5 millones de euros es lo que ha costado la ‘Biblioteca Pública del Estado Carles Rahola’, que el estado español, representado por el secretario de estado de Cultura, José María Lasalle, y el delegado del Gobierno, inauguró ayer en Girona. Al evento también acudió el president de la Generalitat, Artur Mas y el conseller de cultura, Ferrán Mascarell, openly independentista a pesar de estar en el Ejecutivo convergente.
A la entrada, un centenar de manifestantes simpatizantes de ERC abucheaba a los asistentes al evento, al grito de “eleccions o dimisió” y demás gritos a favor de la secesión. Ni el menor símbolo de alegría (mucho menos de gratitud) por la apertura de un centro cultural para todos.
Un asistente al evento comentaba con cierta sorna que el acontecimiento suponía una excelente foto fija de la actual Cataluña: el estado opresor, acusado de expoliar a la nación catalana, dota de infraestructuras a la región sin el menor reconocimiento por parte de la parte receptora. El eternamente agraviado president, eso sí, no pierde la oportunidad de sacar pecho en una inauguración de marcado carácter social, saliendo oportunamente en la foto y evitando que en Madrid se puedan apuntar algún tanto. Su foto, por supuesto, será reproducida en los medios oficialistas de la manera que convenga.
Mientras, los independentistas boicotean el acto y a sus principales asistentes (entre ellos, los que han financiado el proyecto), sin apreciar lo más mínimo el pequeño detalle de que la biblioteca se quedará ya para siempre en su tierra.
Fusilado por los franquistas
Carles Rahola fue un escritor catalán, nacido en Cadaqués, fusilado por los nacionales en 1939 por su activismo catalanista, pese a no estar adscrito a ningún partido. Fue el único catalán intelectual de letras fusilado por Franco. Aun asi, sin duda no pasará mucho tiempo sin que se vuelvan a escuchar quejas por la escasa sensibilidad del PP para con Cataluña, o sus irrompibles lazos con el franquismo.
Rahola es antepasado de Pilar Rahola y, tal vez por eso, la biblioteca que lleva su nombre ha quedado instalada sin el menor símbolo que refleje la titularidad estatal por ningún lado. Incluso se ha borrado de su razón social la acepción “del estado”. Por supuesto, en el establecimiento no pueden verse ni escudos del Ministerio, ni del Gobierno… Las banderas en el acto, eso sí, fueron la española y la senyera. A ver lo que dura la primera.
Artur Mas pronunció unas palabras de marcado (y cansino) sesgo político, evitando cuidadosamente pronunciar los términos España, estado o Gobierno, poniendo de relieve la magnífica red de bibliotecas catalanas, y aceptando, eso sí, que algunas están financiadas por “el ministerio”. Esa es toda la referencia que se hace, por lo visto, a lo estatal, cuando, en lugar de expoliar, dan algo, en estos duros tiempos de recortes.
Pese a que reconoció de mala gana la inversión de 15,5 millones del ala (no está mal, teniendo en cuenta que el presupuesto municipal de Girona es de unos 104 millones de euros), insistió una y otra vez en que la gestión está transferida a la Generalitat. Como el mantenimiento costará un millón de euros al año aproximadamente, Artur Mas dijo tan campante que la inversión por parte de Cataluña es mayor a largo plazo, de lo que se deduce entre otras cosas que el president calcula que la vida de la biblioteca superará los 15 años de vida.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación