Un año después volvieron a encontrarse Mariano Rajoy y Artur Mas en Moncloa. Voluntad manifiesta por parte del presidente de la Generalitat en mantener el diálogo abierto. "Esto es positivo", dijo Mas. No ha habido acuerdo pero a pesar de eso el presidente catalán ha recordado que "tenemos la mayoría social y política" para celebrar la consulta, y "queremos hacerlo legalmente y a poder ser de acuerdo con el Estado". Empecinado en su postura habitual, Mas dijo que vino a Madrid con ganas de 'resolver temas' pero que se ha encontrado con la negativa frontal del Gobierno. "Si no hay consulta, no habrá solución ni buena ni estable", añadió, en un tono imperativo y algo amenazante.
Clima de enorme voluntad en trasladar la idea de que la Generalitat no se ha echado al monte aunque mantiene sus posturas sobre el referéndum. También Mas ha insistido en que la respuesta recibida ha sido el 'no' rotundo que viene manteniendo el Gobierno desde el principio. En este punto subrayó el president que Rajoy no abrió la puerta a propuestas alternativas. "Voy a poner toda la carne en el asador para que se lleve a cabo la consulta", insistió Artur Mas. Aunque deslizó que es pronto aventurar qué ocurrirá si el Constitucional tumba la convocatoria del plebiscito. Hay quien ya avizora la posibilidad de unas elecciones anticipadas, pero dijo Mas que "entraríamos en una nueva fase y es pronto para avanzarla".
Pujol, el ausente
El escándalo de la familia Pujol y sus cuentas opacas en el extranjero sobrevolaron el encuentro en Moncloa, pero no a la hora de trasladar el resumen del encuentro por las dos partes. Sólo un par de preguntas esquivas durante la rueda de prensa. El resto del encuentro giró en torno al paquete de 23 propuestas en el ámbito económico, de infraestructuras y de financiación que viene reclamando la Generalitat desde tiempo atrás. Es decir, una carta de peticiones sobre todo tipo y de cuestiones, desde administración local, competencias, infraestructuras, discapacitados, educación, lengua catalana, becas, desarrollo rural... Un enorme 'dossier' para adornar de contenido a una reunión en el que el asunto crucial, es decir, la consulta, permanece atascado.
Moncloa también ha pretendido sumarse al mensaje de que las vías de diálogo siguen abiertas, de que es posible avanzar en algunos tipos de acuerdo pero que nada hay que hablar sobre el desafío independentista planteado desde Cataluña. Diálogo, diálogo y diálogo, insistió Mas una y otra vez con el objeto de trasladar la idea de que el encuentro ha sido positivo, de eludir la imagen de 'choque de trenes' y de ofrecer una actitud de tolerancia.
Antes de aparecer Mas en la rueda de prensa, la presidenta del PP en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho ya había adelantado el resumen de la reunión: el referéndum es legal y no se celebrará. Este es el pensamiento de Moncloa que, a partir de ahora, se centrará en preparar la batería de recursos ante el Constitucional para frenar esta vía. Luego Moncloa remitió el preceptivo comunicado, que podía haber sido redactado antes incluso de la reunión. La nota recuerda que "el Estado ha salvado a la Generalidad de la bancarrota" e insistía en que la posición del presidente sobre la "amenaza de consulta" es la que siempre ha mantenido, la consulta es ilegal y ni se puede ni se va a celebrar".
Reunión muy fría
Era el primer encuentro desde el que mantuvieron ambos presidentes a finales de agosto del pasado año, una cita discreta y secreta de la que trascendieron apenas las líneas maestras de la conversación. Pero todo intento de aproximación se fue a pique una vez que Artur Mas decidió anunciar la fecha y las preguntas de la consulta sobre la independencia, asunto que en Moncloa se consideró una muestra absoluta de deslealtad. Desde entonces, las relaciones entre el Gobierno y la Generalitat han sido muy distantes, con tan sólo algunos puentes permanecían abiertos, en especial a través de Duran Lleida, quien ha abandonado su cargo en CiU.
La llegada de Mas a Moncloa fue gélida. Rajoy le recibió en lo alto de la escalera de la puerta principal. No bajó ni un peldaño para saludar al visitante. Con Pedro Sánchez, descendió dos. Saludo muy serio por las dos partes, posado rígido y el mismo ambiente en los escasos segundos que se permitió a las cámaras captar unos segundos en el arranque de la reunión.
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