La detención del comisario Villarejo supuso el detonante de una investigación en la Audiencia Nacional cuyas consecuencias son hoy imprevisibles. El contenido de la documentación incautada en su domicilio es una hidra de mil cabezas que tiene en vilo a empresarios, policías, políticos y hasta la propia Casa Real. Sirva de ejemplo la tormenta desatada tras la publicación de los audios de Corinna zu Sayn-Wittgenstein o el goteo de detenciones que han seguido al arresto del veterano mando policial. El caso que amenaza con marcar la actualidad judicial en el futuro llegó de la mano de un nombre: Asunción Mba.
Según la documentación a la que ha tenido acceso Vozpópuli, uno de los dos fiscales del caso Ignacio Stampa puso la primera piedra de esta investigación el 27 de abril de 2017 con un escrito de apenas dos folios. Así nacían las diligencias de investigación nº 8/17 en las que se recogían los hechos que dieron pie al inicio de las pesquisas bajo la dirección del juez Diego de Egea. En el primer párrafo, Stampa daba cuenta de que el día anterior había recibido una denuncia. No llevaba la firma de nadie, era un anónimo, como los muchos que reciben las autoridades cuando alguien busca aflorar presuntos delitos, pero no quiere problemas con el denunciado. Sin embargo, en este caso había un hilo del que tirar.
Junto a la denuncia había llegado un sobre con documentación y en una esquina, escrito a mano, la siguiente pista: “Rte./ ASUNCIÓN MBA, AVDA. DO PORTO, 7, 15606 A Coruña”. Además, según relataba el escrito de Stampa, aparecían dos números de teléfono, uno de ellos “tachado en rosa”. “Por la presente le hago partícipe de una serie de informaciones que han llegado a mi poder y las cuales pongo en su conocimiento”, arrancaba la denuncia en la que se alertaba de una presunta trama de corrupción con varios frentes.
Informaba del 'Proyecto King'
Uno de ellos era el encargo por parte del Gobierno de Guinea Ecuatorial al comisario Villarejo de una campaña de desprestigio hacia uno de los hijos de Teodoro Obiang, presidente del país. Por el trabajo, conocido como ‘Proyecto King’, el comisario y su socio, el abogado Rafael Redondo, habían pactado 4,5 millones de euros. El nexo de unión era un empresario con negocios en el país guineano, cuyo “compadre” y padrino de su hija es el comisario Carlos Salamanca.
Este mando policial había desempeñado sus funciones muchos años en la comisaría del aeropuerto de Barajas y era amigo de Villarejo, un nombre que ya era una constante en los medios de comunicación. No tardó ni un día el fiscal en ponerse manos a la obra y ordenar las primeras diligencias de investigación. Entre otras cosas, quiso saber quién era esa tal Asunción Mba que le había hecho llegar tan sensible información en torno a uno de los comisarios más controvertidos de las últimas décadas.
Ignacio Stampa se dirigió al Grupo de Blanqueo de Capitales de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil para solicitar información sobre un vehículo Porsche Panamera, vinculado al comisario Salamanca y además pedía “la identificación de Asunción Mba”. El Instituto Armado tardó menos de un mes en contestar, concretamente con un oficio fechado el 17 de mayo que arrancaba con un dato inesperado: la dirección que figuraba en el remitente junto al nombre de Asunción Mba “coincide con la dirección física de la Jefatura Superior de Policía de Galicia”.
Varias mujeres con mismo nombre
Fuentes de la investigación consultadas por Vozpópuli aseguran que no les consta que se haya localizado todavía a la misteriosa mujer. Una de las tesis de los investigadores es que pueda tratarse de un pseudónimo bajo el que se ocultó el verdadero denunciante, pero no logran explicar por qué decidió escribir como remitente una dependencia policial sin aparente relación con la causa.
Respecto al apellido de Mba, la Guardia Civil advertía de que es muy común en Guinea Ecuatorial y que acompañado del nombre de Asunción figuraban varias mujeres. Tras descartar a dos menores nacidas en 2013 y 2014, estrecharon el círculo sobre tres personas. La primera de ellas nació en septiembre de 1985 y tomó un vuelo el 5 de agosto de 2016 desde el aeropuerto de Santa Isabel, en Malabo, hasta Madrid.
La segunda, nacida en febrero de 1964, viajó el 8 de enero de 2014 desde Lagos (Nigeria) hasta Madrid y de nuevo desde Malabo hasta la capital de España. Sobre la tercera mujer, nacida en 1969, constan diversos viajes desde Atlanta (EEUU) hasta el aeropuerto de Madrid Barajas entre los años 2014, 2015 y 2016.
Paralelamente, los investigadores analizaron los dos números de teléfono que figuraban escritos a manos en el sobre y acreditaron que correspondían a la compañía Movistar. “Se está a la espera de respuesta sobre la titularidad del mismo", indicaba el escrito de la Guardia Civil. Este periódico ha tratado de establecer contacto con ambos números, pero la compañía telefónica informa de que ya no corresponden a ningún cliente. Mientras tanto, la investigación iniciada a partir de la documentación incluida en ese sobre avanza a través de hasta cinco piezas separadas y una principal, la mayoría de ellas secretas.
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