España

La Audiencia de Pontevedra espera al peligroso narco brasileño que 'falleció' en Marbella y 'resucitó' en Budapest

Sergio Roberto de Carvalho fingió su muerte para librarse del juicio por el frustrado transporte hasta Galicia de dos toneladas de cocaína

¿Es posible juzgar a un muerto? Malamente, diría la cantante Rosalía. ¿Y a un resucitado que volvió del más allá? Eso ya tiene mejor pinta, especialmente si se demuestra que el presunto fallecido nunca llegó a abandonar este valle de lágrimas, como es el caso que nos ocupa. En todo caso, la Audiencia Provincial de Pontevedra sigue esperando como agua de mayo poder sentar en el banquillo al peligroso narcotraficante brasileño Sergio Roberto de Carvalho, un ex policía militar de pasado muy turbio que fingió su muerte para librarse del juicio que en 2022 llevó hasta el citado órgano judicial a una veintena de colaboradores, cuyas andanzas delictivas en el mundo de las drogas se centraban básicamente en Galicia. Ahora, tras descubrirse que el muerto estaba y está realmente muy vivo, la Justicia española confía en poder ajustar las tuercas al peculiar ‘resucitado’, que está considerado como uno de los capos más activos y escurridizos del mundo.

Conocido como el ‘Escobar brasileño’, numerosos países le acusan de ser uno de los grandes proveedores de coca en Europa, con la introducción de decenas de toneladas de polvo blanco en los últimos años. En lo tocante a España, la Policía lo sitúa en el epicentro de la gran operación antidroga que se inició durante la madrugada del 7 de agosto de 2018 en aguas del Atlántico, cerca de las Azores, con el abordaje del remolcador Titán III, que evitó el desembarco en las costas gallegas de casi dos toneladas de ‘fariña’. El valor de la droga incautada habría alcanzando los 60 millones de euros en el mercado negro.

La redada concluyó al día siguiente con la detención, tanto en el mar como en tierra, de casi una treintena de personas integradas en una organización criminal que, según los investigadores, tenía en la cúspide al gran jefe brasileño, que logró la libertad provisional tras pagar una elevadísima fianza. Finalmente, tras ser archivadas las diligencias contra varios de los acusados, entre los que figuraban capos históricos del narcotráfico en Galicia, la Audiencia Provincial de Pontevedra acogió en 2022 el macrojuicio contra el resto del clan. Catorce de los arrestados fueron condenados a penas de entre tres y doce años y medio de prisión por el transporte de la coca desde el continente americano y su intento de distribución por varios puntos de la geografía nacional una vez fuese desembarcada en Galicia, mientras otros cinco quedaron absueltos. El plan inicial consistía en que el remolcador Titan III trasvasaría la droga, en un punto concertado, al pesquero Sempre Cacharelos, que sería el encargado de transportar el cargamento hasta su destino, operativo que se fue a pique gracias a la intervención de las fuerzas de seguridad españolas. Pese a todo, la acción judicial quedó incompleta debido a que el principal cabecilla de toda la trama logró librarse del juicio celebrado en Vigo. Y es que en teoría el escurridizo Sergio Roberto de Carvalho llevaba ya muchos meses criando malvas por culpa del coronavirus. Y a los muertos no se les sienta en el banquillo de los acusados.

A principios de este mes, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia confirmó la sentencia de la Audiencia Provincial, que también impuso multas de entre 60 y 354 millones de euros, tras desestimar el recurso presentado por los condenados en torno a la supuesta falta de competencia de este órgano para juzgarlos. Y con motivo de esta sentencia volvieron a resurgir en la memoria de muchos las rocambolescas piruetas protagonizadas por el tal Sergio Roberto de Carvalho para librarse de la acción de la Justicia. Posiblemente la más sonada saltó a la luz a mediados de junio de 2022, cuando la Policía española conoció a través de colegas internacionales que la Interpol acababa de detener, en la terraza de un restaurante de Budapest, a un tipo idéntico a Paul Wouter, el seudónimo que utilizaba en nuestro país el activo narco, pese a que su certificado de defunción había sido dado por válido en 2020 por las autoridades judiciales. El caso es que el ‘Escobar brasileño’ ni había pasado a mejor vida ni había regresado del más allá. Simplemente estaba dándose una vidorra de campeonato en la capital húngara tras protagonizar una larga carrera de huida, seguido de cerca por los ‘sabuesos’ más tenaces de la Interpol, por diversos países.

Todo eso ocurrió después de ‘morir’ en Marbella, donde residió varios años haciéndose pasar por un ciudadano de Surinam llamado Paul Wouter, identidad que utilizó para codearse con los personajes más influyentes de la mafia internacional y organizar envíos de droga desde Sudamérica que tenían Europa como destino. En Galicia contaba con buenos contactos y con colaboradores muy fiables y eficaces, por lo que frecuentemente se le podía ver por las tierras del norte planificando operaciones de calado que casi siempre seguían el mismo esquema.

Afincado en la Costa del Sol, el también conocido como ‘Mayor Carvalho’ por su pasado militar sabía que muy pronto sería llamado para declarar en Vigo por el caso del Titán III, y que a buen seguro tendría que cambiar las agitadas noches de Marbella por una celda oscura en cualquier prisión gallega de alta seguridad, por lo que empezó a planificar su huida. Y como para desaparecer del todo no hay nada mejor que morirse, diseñó al milímetro su fallecimiento con la colaboración de un médico especialista en cirugía estética ejerciente en la Costa del Sol, que fue quien firmó el acta de defunción el 29 de agosto de 2020, los responsables de una funeraria y los operarios del crematorio donde se realizó la falsa incineración.

Aprovechando que en aquellos momentos fallecían cada día decenas o cientos de víctimas del coronavirus, la muerte de un extranjero de sesenta y pocos años no extrañó a casi nadie y pasó prácticamente desapercibida. Tampoco los juzgados españoles, contra el criterio de la Fiscalía, cuestionaron la validez de la documentación aportada por el Registro Civil de Marbella sobre el fallecimiento de Paul Wouter, por lo que se dictó la extinción de la acción penal por muerte.

Tras su detención en Hungría en junio de 2022, el ‘resucitado’ se encuentra encarcelado en una prisión de Budapest, de la cual confía en poder escapar con la ayuda de algún comando a las órdenes de algún amigo poderoso. ¿Lo logrará antes de ser extraditado a alguno de los países, entre ellos España, donde tiene causas judiciales pendientes? Se hacen apuestas.

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