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Aviones, helicópteros y mercenarios: Rusia se expande ante la mayor misión de España en África

Nuevas embestidas terroristas sacuden la frágil estabilidad de Mali, con un presidente interino que incumple su promesa de convocar elecciones y que se echa en los brazos de Rusia para combatir las inestabilidades

Mali atraviesa un camino con destino incierto. A la expansión de las organizaciones terroristas y las continuas asonadas militares hay que sumar ahora dos nuevos elementos, cuya expansión está intrínsecamente relacionado con los anteriores: una nueva oleada de violencia que ha dejado decenas de muertos en las últimas jornadas y las andanzas de los mercenarios de Wagner, conocidos por sus vínculos con el Kremlin, cuya presencia ha abierto una fractura con los habituales aliados occidentales del país africano. Rusia, además, ha estrechado lazos con Bamako mediante la entrega de aviones y helicópteros. Todo ello en un momento en que España mantiene un despliegue de 316 efectivos y lidera la misión de la Unión Europea asentada en la región.

En las últimas jornadas, el Gobierno maliense ha recibido aviones de combate tipo Sukhoi-25, aviones de entrenamiento avanzado de pilotos tipo Albatros L-39 y helicópteros de Mi-8. Todos ellos de origen ruso y que se incorporarán a la flota del Ejército del Aire maliense. Bamako dio una gran relevancia a la entrega de todo este material, con una ceremonia en la que participó el presidente interino, el coronel Assimi Goita, proclamado tras el último golpe de Estado.

De este modo, Rusia extiende sus redes en Mali por vías oficiales y mediante acuerdos de cooperación; ya viene haciéndolo en los últimos tiempos de forma discreta, a través de los mercenarios de Wagner, la organización próxima a Vladímir Putin que llevan a cabo misiones de interés para el Kremlin en diversas partes del mundo -incluida Ucrania-. En África, el grupo Wagner ya opera en República Centroafricana y en Mali, donde presta apoyo y asesoramiento al Gobierno local en su lucha contra las inestabilidades que sacuden la región.

Como contó Vozpópuli, diversos países europeos, incluida España, firmaron una misiva en la que denunciaban la irrupción de los mercenarios en Mali, al entender que es un método eficaz con el que Rusia extiende su influencia en África. La presencia de Wagner abrió una fractura entre Occidente -principalmente Francia- y el Gobierno de Bamako, que se tradujo en la retirada de las tropas galas de la región, quienes lideraban las principales misiones de combate contra los terroristas.

Tropas españolas en Mali

España, por su parte, mantiene su presencia militar en Mali, liderando la misión de la Unión Europea de adiestramiento a las tropas locales. El crecimiento de las inestabilidades y la irrupción de los mercenarios de Wagner, no obstante, han debilitado la operación. Actualmente, se encuentran suspendidas las principales actividades de instrucción y desde Bruselas se tienen serias dudas sobre la continuidad de la misión, ya que el Gobierno maliense ha incumplido su promesa de convocar elecciones tras la última asonada militar y se ha echado a los brazos de Rusia.

La retirada definitiva de las tropas, no obstante, dejaría el camino libre a Moscú para terminar de extender su área de influencia en Mali

La retirada definitiva de las tropas, no obstante, dejaría el camino libre a Moscú para terminar de extender su área de influencia en Mali, un país que España considera clave en la lucha contra el terrorismo yihadista o las actividades criminales -como el tráfico de seres humanos o estupefacientes-. Nuestro país, por su proximidad geográfica al Sahel, traslada su preocupación a la Unión Europea y a la OTAN del polvorín instalado en el corazón de África.

La violencia terrorista

A todo ello hay que sumar una nueva oleada de violencia terrorista. Los últimos informes de las FAMa (acrónimo de las Fuerzas Armadas malienses) revelan la inestabilidad que sacude el país. El pasado martes, 10 de enero, las tropas oficiales del país africano sufrieron una serie de ataques con artefactos explosivos improvisados -conocidos con el nombre técnico de IED-, proyectados por los terroristas que tratan de imponer su ley en la región. Aunque el Ministerio de Defensa maliense no atribuye los ataques a ningún grupo, fue Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin (JNIM), supeditado a Al Qaeda, quien los reivindicó.

Los atentados tuvieron lugar en las inmediaciones de Dia y Diafarabé, en un primer momento, y después entre Koumara u Macina. Se trata de localidades ubicadas a unos 400 kilómetros al noreste de la capital, Bamako, donde la presencia del Estado es menos fuerte. Y el balance de los ataques, según las estadísticas oficiales del Gobierno maliense, estuvo bañado en sangre: 14 soldados del ejército oficial de Mali murieron y 11 resultaron heridos; 31 terroristas perdieron la vida y un herido fue capturado. En total, 45 fallecidos.

Y el 15 de enero se registró un nuevo atentado, esta vez entre las localidades de Kwala y Mourdiah. Según la información de las FAMa, los terroristas se cobraron la vida de cinco personas, hirieron a otras tres y destrozaron dos vehículos. Las Fuerzas Armadas malienses movilizaron tropas y medios aéreos para enfrentarse a los yihadistas, causando 15 bajas entre las filas enemigas.

La presión de JNIM es constante y una de las principales amenazas de seguridad. Los aparatos de propaganda de los yihadistas aseguran que ya se han infiltrado hasta Bamako, principal fortín y el lugar más blindado de todo el país. Los expertos, no obstante, ponen en tela de juicio todos los comunicados oficiales de la organización terrorista, toda vez que tratan de proyectar a toda costa una imagen de fortaleza y expansión frente a la debilidad de las estructuras locales.

El cóctel de inestabilidades amenaza la frágil estabilidad de Mali, donde España concentra su principal misión militar en África, con 316 efectivos repartidos entre Koulikoro -el grueso del contingente- y Bamako.

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