A sus casi 70 años, Jean-Claude Trichet ha comparecido hoy por última vez como presidente del Banco Central Europeo (BCE), cargo que ostenta desde 2003. Más canoso, fatigado y ajado que entonces, el francés cogió el timón cuando el incipiente euro iba viento en popa y lo deja con la moneda única “al borde del abismo”, en palabras de un periodista presente en su última rueda de prensa. Y la de hoy no ha sido precisamente una comparecencia fácil: Trichet ha hecho caso omiso a las enésimas presiones del FMI –dirigido por su colega francesa Christine Lagarde- y ha mantenido los tipos al 1,5%.
El presidente del BCE, con el buen humor que suele imperar en las despedidas, ha recordado que la inflación “sigue siendo elevada” y puede que “se estabilice en torno al 2% durante los próximos meses”, aunque es probable que después caiga. Con esta decisión, además, el supervisor europeo continúa con los tipos decretados en abril (tras 32 meses por debajo) y, lo que genera más fricción, desoye al FMI, que lleva dos semanas reclamando una bajada. Ayer mismo el Fondo reclamó un “compromiso explícito”.
En realidad, pocos esperaban que el organismo redujera los tipos: ese tipo de decisiones suele anunciarlas con un mes de antelación para no desatar el pánico en los mercados. Lo que sí ha hecho el BCE es extender su programa de compra de deuda pública y de liquidez.
Por un lado, Trichet ha anunciado dos “operaciones de refinanciación a largo plazo” para las entidades, lo que viene a decir que la barra libre de liquidez seguirá hasta julio de 2012. Por otro, el francés ha confirmado una prórroga de 40.000 millones de euros para adquirir títulos de deuda en los mercados primarios y secundarios a países con problemas, véase los tres rescatados –Irlanda. Grecia, Portugal- más España e Italia. “Las compras [de bonos] empezarán en noviembre de 2011 y terminarán en octubre de 2012”, ha aseverado.
Una decisión “unánime” la de comprar deuda a largo plazo que eleva el monto adquirido por el BCE hasta los 200.000 millones de euros. En cuanto a las perspectivas, la autoridad monetaria ha sido muy poco o nada halagüeña. Sobre el PIB de la Eurozona, lo que se espera ahora es una “moderación durante la segunda mitad del año”. “La proyección económica de la Eurozona”, ha resaltado Trichet, “continúa a la baja en un entorno particularmente incierto”.
"Hemos constatado que los mercados no funcionan correctamente", ha concluido el francés. Una frase que sirve de epitafio para un hombre que deja la institución tras siete años al frente y que saltó a la palestra hace décadas, en el Tesoro francés, y luego en el Banco Central de su país.
La valoración es muy crítica. El BCE vuelva a caer en la tentación de seguir comprando deuda indefinidamente a cambio de estrangular a las economías del sur. Lo que no hace sino engordar el problema: bajando los tipos de interés a cero, el Banco Central Europeo causaría un aumento de la inflación en los países del norte, pero disminuiría el superávit de éstos frente al sur, de tal forma que los llamados periféricos aliviarían el colapso de su demanda interna gracias a la demanda exterior.
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