España

Belarra explota el éxito de Podemos en la Ley de Vivienda para exigir más poder a Díaz

La secretaria general de Unidas Podemos, Ione Belarra está llevando a cabo una “explotación del éxito” que le ha supuesto doblar el pulso en la reforma de la Ley de

La secretaria general de Unidas Podemos, Ione Belarra está llevando a cabo una “explotación del éxito” que le ha supuesto doblar el pulso en la reforma de la Ley de Vivienda nada menos que al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para demostrar así a su correligionaria la vicepresidenta, Yolanda Díaz, que la presencia de la formación morada en su futuro proyecto “transversal” no puede ser en plano de igualdad con Más Madrid de Íñigo Errejón, con En Comú Podem y Ada Colau, y con Compromis, admiten a Vozpópuli diversas fuentes de los partidos que van a conformar el proyecto.

De hecho, la explotación propiamente dicha empezó antes del anuncio del acuerdo presupuestario en la mañana del martes 5 de octubre, a punto de empezar el Consejo de Ministros. Pedro Sánchez, a quien apremiaba lograr el pacto presupuestario cuanto antes a fin de cumplir el calendario “en tiempo y forma” y no llegar con el problema abierto al 40 Congreso del PSOE este próximo fin de semana, llamó a Díaz a su despacho.

Acababa de producirse en otro lugar de La Moncloa un nuevo fracaso de los interlocutores, Belarra y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, tan solo minutos antes. La negociación había vuelto a encallar a las ocho de la mañana por la negativa de los socialistas a topar los alquileres y él quería que la vicepresidenta impusiese su autoridad, pero ella le comunicó que tenía las manos atadas porque para Podemos frenar la subida de los alquileres suponía una línea roja; y sin acuerdo previo en esa materia no habría fumata blanca sobre las cuentas públicas.

Unidas Podemos admite que la letra pequeña de la reforma permite a los grandes fondos no bajar sus alquileres en dos años, pero Belarra optó por el oxígeno que les da salirse con la suya en una reforma que el PSOE nunca vio con buenos ojos

Fue entonces cuando Sánchez hizo llamar a Belarra, Bolaños, y a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y ahí da su brazo a torcer y acepta bajar los alquileres de pisos pertenecientes a fondos y congelar los que son propiedad de particulares, para pinchar la burbuja en las grandes ciudades; solo con posterioridad a ese gesto presidencial Díaz y Belarra acceden a que se anuncie su apoyo al Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado 2022.

Es cierto, admiten fuentes de la Dirección de Unidas Podemos, que la letra pequeña de la futura Ley de Vivienda incluirá una vacatio legis de año y medio -“tres veces más de lo normal”-, lo cual permitirá a los grandes fondos no bajar sus alquileres hasta dentro de dos años, por lo menos, y que Sánchez se guardaba un as en la manga que no reveló ni durante la reunión final a cinco en La Moncloa -el bono de 250 euros para alquiler a jóvenes entre 18 y 35 años-.

Pero Belarra hizo la vista gorda porque prefiere salirse con la suya en una Ley de Vivienda que Nadia Calviño y buena parte del PSOE nunca vio con buenos ojos por los efectos negativos que puede tener sobre la seguridad jurídica y la inversión en España; hasta el punto de que, no sólo el PP, barones socialistas también dudan en llevarla a la práctica. Los titulares de los medios de comunicación al día siguiente, martes, así lo atestiguaban daban cuenta del éxito morado.

Monedero ha alertado contra un nuevo liderazgo “carismático” como el que supuso la escisión de Manuela Carmena en Madrid y avisa: Podemos debe ser el “eje” sobre el que gire el nuevo proyecto de Yolanda Díaz

Tanta acumulación de fuerzas por parte del socio minoritario del Gobierno -ahora los alquileres, antes la subida de 15 euros en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y el recorte de 2.600 millones a las eléctricas en los beneficios caídos del cielo a las eléctricas- no es baladí: a Yolanda Díaz la mira de reojo no solo Pedro Sánchez -que empezó en junio fomentando su asentamiento y ahora recela-, también Podemos, donde no es militante, por intentar un proyecto excesivamente “autónomo”.

Desde el día después del adiós de Pablo Iglesias, tras el fiasco electoral el 4 de mayo en Madrid, y de que él impusiera a su sucesora, hay un pulso interno ver cómo se conforma ese nuevo liderazgo. El que pasa por ser uno de los ideólogos de la formación, Juan Carlos Monedero, ha alertado a los morados contra la aceptación de otro liderazgo “carismático” como el que en su día protagonizó la ex alcaldesa de Madrid Manuela Carmena; para conjurarlo, dice, Unidas Podemos debe configurarse en la “nave nodriza”, el “eje”sobre el que gire ese proyecto, nunca en plano de igualdad con Más Madrid, En Comú Podem y Compromis.

Rufián se ‘revuelve’

Desde la coalición se resalta oficialmente la “sintonía” de Díaz y Belarra en toda la negociación, especialmente durante la reunión con el presidente del Gobierno en su despacho de La Moncloa, el martes, pero no ha pasado desapercibida a otros socios del Ejecutivo esa explotación del éxito por parte de Unidas Podemos, que el portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en el Congreso, Gabriel Rufián, llegó a tildar de “sobreactuación” interesada:

La Moncloa resta importancia a esas palabras de Rufián porque cree que ni ERC, por un lado, ni el PNV ni Bildu van a tumbar los presupuestos. “Significaría poner fin a la legislatura y abrir un escenario incierto en el que no es descartable un gobierno del PP y Vox, algo que no conviene a ninguno de los tres”, señala una fuente gubernamental del PSOE.

Los socialistas admiten que con Yolanda Díaz tienen el corazón partío porque, si bien necesitan una fuerza a su izquierda con suficiente número de votos y diputados tras las próximas elecciones generales como para que Pedro Sánchez pueda ser investido presidente de nuevo, los sondeos detectan claramente que la vicepresidenta puede robar voto al PSOE entre los jóvenes; sigue siendo la ministra mejor valorada y, sobre todo, es mujer, un factor que puede acabar resultando “diferencial” entre tanto candidato hombre, dicen, una vez desaparecido el fenómeno Inés Arrimadas.

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