La vida de Bernat Soria se ha debatido siempre entre lo público y lo privado con una línea delgada de separación que le ha valido críticas por doquier. El exministro valenciano (Carlet, 1951) fue conocido por su trayectoria profesional como un reconocido investigador sobre células madre y emergió para el gran público en 2007 con su fichaje por el PSOE valenciano.
Ese altavoz político se lo ofreció Ignasi Pla en 2007 cuando lo integró en el equipo encargado de elaborar el programa sanitario de los socialistas valencianos. Pla no tuvo éxito en su intentona por alcanzar la Presidencia de la Generalitat pero Soria empezó a olvidarse de la biofísica temporalmente y se adentró en una carrera política, corta, pero fructífera.
El 6 de julio de 2007 fue nombrado ministro de Sanidad y Consumo en sustitución de Elena Salgado y ahí su figura adquirió una nueva dimensión bajo el paraguas de José Luis Rodríguez Zapatero. A Soria le empezaron a salir sus 'pecados' de juventud. Entre ellos, uno que en la Comunidad Valenciana se mira con lupa desde el bloque de centro-derecha: era socio de Acció Cultural del País Valencià.
Socio de Acció Cultural
Esta entidad pancatalanista aboga por la anexión a Cataluña de las Islas Baleares, Comunidad Valenciana y la región francesa Languedoc-Roussillon para constituir los Países Catalanes (la que defienden los independentistas de Gabriel Rufián. Esta pertenencia se prolongó en el tiempo y Bernat Soria convivió con ella desde el convencimiento. La citada entidad sigue teniendo, a día de hoy, cuantiosas ayudas públicas del Gobierno valenciano de Ximo Puig y del Ayuntamiento de la capital del Turia con PSOE, Compromís y Podemos como impulsores de las mismas.
Con las primera piedras en el camino, Soria se involucró de lleno en la campaña electoral de 2008 como cabeza de lista por Alicante –ciudad en la que dirigió el Instituto de Bioingeniería hasta 2005 hasta que se fue a su aventura sevillana en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa–. Compartió cartel con la protegida de Zapatero (Leire Pajín) como número dos,y con compañeros como la entonces vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández De la Vega (número 1 por Valencia) y Jordi Sevilla (por Castellón).
Piques con Camps
Los enfrentamientos verbales con el presidente autonómico valenciano, Francisco Camps, fueron numerosos en esa etapa. Si Camps le decía que había recortado el presupuesto sanitario, Soria le replicaba que "mentir es pecado y el señor Camps lo sabe". Irónico y siempre parapetado en su formación investigadora, Soria pasó su etapa en la primera línea de la política con cierta incomodidad.
Bajo el mantra de recuperar la sanidad pública, reanimarla y revitalizarla, Bernat Soria –que fue acusado de manipular su curriculum– volvió a alcanzar la cartera ministerial después de las elecciones generales. Durante el año siguiente, hasta abril de 2009, ese reto no cumplió con las expectativas del propio Zapatero y fue sustituido por Trinidad Jiménez. El valenciano, ya entonces, mantenía vínculos con empresas privadas (latentes) pero con capacidad de reactivarse.
La pérdida de las competencias en investigación en el Ministerio que dirigía (pasaron al de Ciencia e Innovación) fue uno de los argumentos para dar por zanjada su etapa ministerial y regresar a Sevilla, previa dimisión de su escaño como diputado nacional.
Esa vuelta a Sevilla –apenas un mes después– llegó de la mano del PSOE, de la Junta de Andalucía. Lo colocó en la Fundación Progreso y Salud y hasta allí lo llevó María Jesús Montero que, en aquel entonces, era consejera del gobierno andaluz.
El sueldo y su mujer
Su mujer también estaba bajo el paraguas de la Consejería de Salud trabajando en la Biblioteca Virtual hasta donde los partidos de la oposición y la propia Cámara de Cuentas de Andalucía dijeron que había sido colocada a dedo.
El sueldo de Bernat Soria fue objeto de estudio y hasta 1,5 millones de euros se elevaron sus emolumentos desde ese año 2009 hasta 2019. Las sospechas sobre la utilización de fondos públicos para investigar, pero con patentes que pasaban a ser privadas, siempre han acompañado a Soria en esta última trayectoria profesional.
Hasta seis sociedades se vinculan con la Fundación Progreso y Salud y también se le achacan al exministro negocios privados con la permisividad de tres presidente distintos de la Junta, Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz. Esa manga ancha se acabó con el cambio de 'régimen' en Andalucía y la llegada de Juanma Moreno al poder en 2019.
Cláusula de exclusividad
Y es que Soria no podía tener actividades privadas al margen de su puesto en la Junta porque cobraba 5.000 euros anuales por su dedicación exclusiva. Ahí comenzó su deriva, la apertura de un expediente y su despido en mayo de ese año por haberse saltado esa cláusula de exclusividad.
Entre las seis sociedades que se relacionaban con la fundación donde trabajaba Soria, destaca Newbiotechnic en la que el ex ministro era administrador y Alirober Consulting (donde la hija era la administradora única).
Y la primera de estas empresas Newbiotechnic es la que le ha egenrado a Bernat Soria el último quebradero de cabeza. Al entrar en concurso de acreedores en 2017 dejó una deuda por un préstamo de 516.000 euros y ha sido procesado, junto a sus dos hijas, porque Bernat les ha donado a ellas todo su patrimonio.
Ha eludido así la orden del juzgado de saldar de manera solidaria el descubierto generado en la citada empresa. Él, tirando de su proverbial ironía, asegura que lo ha hecho porque donar el patrimonio a la prole es algo típico y consuetudinario en su pueblo natal: Carlet. En la política todo vale, pero la ironía en la justicia no se entiende igual.
El resultado es que Bernat Soria se enfrenta a una pena de uno a cuatro años de prisión y multa de doce a veinticuatro meses. El tiempo dirá.
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