¿Cómo reaccionaría el mundo ante un nuevo 11-S? Aquella fatídica jornada que se cobró la vida de casi 3.000 personas en los atentados perpetrados contra las Torres Gemelas y el Pentágono cambió el escenario global, proyectándose una intervención militar y alterando los equilibrios geopolíticos más delicados. Hoy sería difícil predecir las consecuencias de un episodio similar. La única certeza es que la respuesta militar inmediata de la OTAN -con un contingente de 120.000 efectivos- se articularía desde el cuartel general de Bétera, en Valencia, localidad de poco más de 20.000 habitantes que se ha convertido en uno de los pilares sobre los que la Alianza Atlántica articulará sus intervenciones.
En concreto, desde el cuartel general de Bétera se dirigirán los Warfighting Corps de la OTAN, que en terminología militar en España se traduce como los efectivos de combate de alta intensidad. Son fuerzas multinacionales procedentes de doce países miembro de la Alianza: Alemania, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía y Turquía, además de España. Un contingente de hasta 120.000 efectivos preparado para desplegarse en cualquier parte del mundo ante una situación que la OTAN considere de máxima gravedad.
Sólo existe un precedente en el que se haya requerido su intervención. Estados Unidos apeló al artículo 5 del Tratado Atlántico Norte tras los atentados del 11-S, que esgrime que cualquier ataque contra un país aliado se consideraría como una agresión al conjunto de la Alianza y que, por tanto, se tomarían “todas las medidas necesarias” para “restablecer la seguridad”. En aquellas fechas se articuló un despliegue militar de gran envergadura sobre Afganistán, al considerar que el régimen talibán daba cobijo a los máximos responsables de los atentados. También se desplegaron fuerzas en otros escenarios estratégicos, incluidas rutas marítimas.
Pero una fuerza de 120.000 efectivos requiere de un ‘cerebro’ que gestione su funcionamiento y despliegue. Es ahí donde entra en escenario el cuartel general de despliegue rápido de la OTAN en Bétera, que ha superado una batería de pruebas bajo la atenta lupa de la Alianza para acreditar su cualificación para el desempeño. La última de ellas fue en noviembre, cuando se trasladaron los medios del cuartel hasta Araca (Vitoria) para simular una situación de conflicto que requiriese una respuesta de envergadura.
Puntos calientes para la OTAN
Al mando del cuartel general de Bétera se encuentra el teniente general Fernando García-Vaquero, según la información publicada por la Revista Española de Defensa (RED). Durante el próximo año -periodo que dura esa capacidad de respuesta con 120.000 efectivos- permanecerá en alerta ante cualquier situación de crisis que requiriese los recursos de la Alianza. La respuesta variaría notablemente respecto a la que se proyectó en Afganistán, habida cuenta de que ahora se incluirían otras actividades desarrolladas en el ciberespacio o en el ámbito cognitivo (fake news), entre otros, donde en la actualidad también se libran los conflictos.
El último gran episodio que ha requerido una intervención militar de envergadura bajo el paraguas de la OTAN fue la evacuación de Kabul, en la que España participó con el rescate de 2.200 afganos que habían colaborado con las fuerzas internacionales durante veinte años de operaciones. Sin embargo no se consideró una misión nueva, sino la culminación de las que venían desarrollándose en las últimas dos décadas.
Pero la OTAN sí que mantiene en la actualidad el pulso en varios puntos calientes, principalmente en el flanco este de Europa. En la región norte, Polonia, país miembro, instó a la Alianza a apoyarle en caso de una escalada de las tensiones derivadas de la presión migratoria en su frontera con Bielorrusia, tras considerar que se trataba de una estrategia orquestada desde el Kremlin para poner a prueba sus capacidades.
Y en el sureste, en la divisoria entre Ucrania y Rusia, la crisis alcanza un ambiente de crisis prebélica que aún no ha escrito su último capítulo. Aunque Ucrania no forma parte de la Alianza, Washington y Moscú se enfrentan por la situación diplomática que se vive en la región.
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