Los ajustados resultados que dejó el 23-J han afectado a muchas instituciones y áreas de la vida pública española. Y una de ellas es la Biblioteca Nacional. Tras el escrutinio y posterior conteo del voto CERA, el equilibrio entre bloques alcanzó términos insospechados. Si bien la investidura de Alberto Núñez Feijóo parece una quimera, la de Pedro Sánchez tampoco será sencilla.
El actual presidente en funciones necesita del apoyo incondicional en la votación en el Congreso de las dos fuerzas independentistas de Cataluña, ERC y Junts. La abstención ya no es una opción, lo que hará que el poder de negociación de ambas formaciones sea muy fuerte. Aunque Congreso y Senado se constituirán el 17 de agosto, la ronda de consultas de Felipe VI no podrá iniciarse hasta el día 24, cuando se formen los grupos parlamentarios.
Y, aunque lo prioritario para los españoles es que la legislatura eche a andar y no se paralicen las leyes y proyectos más fundamentales, existen varios expedientes por resolver fuera de la primera línea mediática. Uno de ellos tiene que ver con la Biblioteca Nacional. La institución, templo del conocimiento patrio, vive una época de interinidad y dudas que solo responden a una estrategia tan sorprendente como errónea del ministro de Cultura en funciones, Miquel Iceta.
El 31 de mayo, apenas 72 horas después de las elecciones municipales y autonómicas, el Ministerio de Cultura anunció la activación del proceso para sustituir a Ana Santos como presidenta de la Biblioteca Nacional. Tras once años al mando de la institución con un bagaje impecable, Santos comunicó a primeros de mayo su intención de jubilarse en un periodo de tiempo sin especificar.
Decisión algo precipitada de Iceta, que trajo la convulsión y las elucubraciones a un proceso que tenía que haber sido de perfil bajo. Especialmente cuando Pedro Sánchez comunicó que adelantaba las generales al 23 de julio en medio de una marejada de encuestas poco optimistas con los posibles resultados del PSOE. Unas que, como quedó demostrado, erraron por completo.
Desde ese momento, comenzó el plazo de presentación de solicitudes, el cual terminó el 21 de junio con cinco candidaturas de postín, entre las que se decidirá la Comisión de Asesoramiento para nombrar a un nuevo director o directora en un plazo de dos meses, siendo agosto mes inhábil. Esto nos llevaría a septiembre, pero es posible que aun entonces el Gobierno siga en funciones, pues las negociaciones con Junts y ERC no serán fáciles.
Si nos atenemos a la legislación, un Ejecutivo en funciones solo puede hacerse cargo del "despacho ordinario de los asuntos públicos, salvo en casos de urgencia debidamente acreditados o por razones del interés general". Sin desmerecer un gramo la labor de la Biblioteca Nacional, no parece que cumpla las condiciones para entrar dentro de los dos últimos supuestos.
Una afín al independentismo para dirigir la Biblioteca Nacional
De entre las cinco personas que aspiran a dirigir la Biblioteca Nacional, un nombre destaca por encima del resto. Ella es Carme Fenoll, exjefa del Servicio de Bibliotecas del Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña. Lo hizo entre 2012 y febrero de 2017, años muy duros en la batalla política que el independentismo catalán presentó al Estado español, incluido el referéndum ilegal de 2017.
Los sucesos del 1 de octubre emocionaron especialmente a Fenoll, quien no dudó en acudir "emocionada en primera fila" a una manifestación en Girona, días después, por la "defensa de la libertad" en la que estaban ERC, la CUP o PDeCAT. El tuit que se incluye después de estas líneas, publicado por la propia Carme en su cuenta personal de Twitter, así lo confirma. De todos los aspirantes, Fenoll es la que podría llevar a la Biblioteca Nacional a un plano más mediático. Al fin y al cabo, sería la primera directora afín al independentismo que ha tenido la institución.
La terna se completa con Carmen Delibes Sennacheribbo, jefa de la Biblioteca Miguel Delibes del Instituto Cervantes de Moscú; Óscar Arroyo Ortega, jefe de Servicio del Libro, Archivos y Bibliotecas en Castilla-La Mancha; José Luis Bueren Gómez-Acebo, facultativo de la Biblioteca Nacional; Juan Carlos Sánchez Olivares, técnico de bibliotecas del Ministerio de Cultura. En septiembre sabremos cómo termina este terremoto mediático que podía haber sido tan evitable.
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