Joe Biden se ha olvidado de Pedro Sánchez. Seis meses después de su victoria sobre Donald Trump, el presidente de Estados Unidos aún no ha descolgado el teléfono para hablar con el presidente del Gobierno, una situación inédita en este siglo XXI en las relaciones hispano-norteamericanas. La única vez que se han visto por videoconferencia ha sido en la reciente cumbre sobre el cambio climático patrocinada por la Administración demócrata.
Fuentes diplomáticas españolas achacan esta incomunicación entre Moncloa y la Casa Blanca a dos factores. Por un lado, un "menor protagonismo" de España en la escena internacional provoca que desde Washington se vea a Madrid como un actor secundario, sin la influencia de antaño en Iberoamérica, el Magreb, Oriente Próximo o la propia Unión Europea.
Por el otro, no hay problemas en las relaciones bilaterales "ni nada negativo" entre ambos presidentes, que son de la misma familia política. Además, el líder del PSOE es el primer presidente español que habla con soltura en inglés, sin necesidad de intérprete.
Así que la cuestión de fondo es que Biden no tiene una razón de peso para llamar a Sánchez. Y la Casa Blanca solo prepara una conversación con un mandatario extranjero si hay un interés geoestratégico detrás. "Hay que ofrecer algo a los americanos para que se interesen por ti", subraya un exministro de Exteriores a Vozpópuli.
Biden como presidente electo
Las elecciones estadounidenses fueron el 3 de noviembre, aunque la victoria del candidato demócrata no fue oficiosa hasta cuatro días después por el tortuoso recuento en varios Estados. Desde entonces, Biden ha hablado con 33 mandatarios extranjeros, algunos de ellos -caso de Angela Merkel, Emmanuel Macron o Boris Johnson- en varias ocasiones, lo que deja en mal lugar a Sánchez.
Durante el periodo como presidente electo, hasta el pasado 20 de enero, Biden tuvo conversaciones con los principales líderes europeos. Desde los citados Macron y Johnson, al italiano Giuseppe Conte o el irlandés Michéal Martin. También con otros mandatarios internacionales como Jacinta Arden (Nueva Zelanda), Alberto Fernández (Argentina), Sebastián Piñera (Chile), Abdalá II (Jordania), Cyril Ramaphosa (Sudáfrica) y Carlos Alvarado (Costa Rica).
Esos dos meses como presidente electo, de mediados de noviembre a mediados de enero, pudieron ser el mejor momento para que Biden y Sánchez hablasen por primera vez. Fue lo que pasó con Barack Obama, quien llamó a José Luis Rodríguez Zapatero a los cuatro días de su primera victoria en 2008. Donald Trump se puso en contacto con Mariano Rajoy a los 35 días de ganar por sorpresa los comicios de 2016.
El Gobierno español lo intentó en esos meses con Biden, pero desde el equipo del presidente electo no hubo reciprocidad. Una vez instalado en el Despacho Oval, el presidente norteamericano ha ralentizado las llamadas a mandatarios extranjeros. Su promedio ha sido de una o dos a la semana.
En los primeros días en la Casa Blanca, Biden habló con Justin Trudeau (Canadá) y Andrés Manuel López Obrador (México), los dos vecinos y socios económicos más importantes para EEUU. Luego llegó -por este orden- el turno de los aliados transatlánticos: Johnson, Macron, la alemana Ángela Merkel y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. A continuación, conversó con el ruso Vladimir Putin y el japonés Yoshihide Suga en la última semana de enero.
En febrero, las llamadas fueron a cuentagotas al principio. Biden se puso en contacto el día 3 con el surcoreano Moon Jae-in y el australiano Scott Morrison. El 8 de febrero fue el turno del indio Narendra Modi, el 10 del chino Xi Jinping y el 17 del israelí Benjamín Netanyahu. En la última semana descolgó el teléfono para hablar otra vez con Trudeau y luego con el primer ministro de Irak, Mustafa al-Kadhim; el rey Salman de Arabia Saudí y el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta.
En marzo, aparte de algún interlocutor 'habitual' como el británico Johnson o el australiano Morrison, Biden habló con el guatemalteco Alejandro Giammattei; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis. A este último, con motivo del bicentenario de la independencia de Grecia. También tuvo una videoconferencia con el irlandés Micheál Martin el día de San Patricio.
En cuanto a abril, las llamadas internacionales de Biden se intensificaron. Primero, para respaldar a mandatarios en dificultades como el ucraniano Volodymyr Zelenski ante la amenazante presencia de tropas rusas en las fronteras del este; o el rey jordano Abdalá II tras el intento frustrado de golpe palaciego en el país árabe.
Luego habló con el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, para comunicarle la salida de las tropas de EEUU de este país el próximo 11-S y luego tuvo llamadas telefónicas por separado con la alemana Merkel, el japonés Suga, el canadiense Trudeau y el indio Mori. Todos ellos son 'repetidores'.
El día 23 se produjo una de las conversaciones más delicadas de Biden. Fue con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ya que al día siguiente firmó una orden ejecutiva con la que EEUU reconocía el genocidio armenio de hace un siglo bajo el Imperio Otomano pese a que Ankara es un aliado de la OTAN.
Las gestiones españolas
El 2 de febrero se produjo el primer contacto entre ambos gobiernos con una llamada del asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, a la asesora diplomática de Sánchez en La Moncloa, Emma Aparici.
La Casa Blanca hizo un comunicado -no así Moncloa- en el que indicó que Sullivan y Aparici habían acordado "trabajar juntos en prioridades compartidas de política exterior como China, América Latina y el Sahel". Aquella llamada fue pactada entre Washington y Madrid, según fuentes gubernamentales españolas, con la finalidad de preparar la conversación entre Biden y Sánchez. Así que era una buena señal.
El siguiente acercamiento se produjo el 16 de febrero, fecha en la que la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, mantuvo su primer contacto telefónico con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, tres semanas después de que éste llegara al cargo. También parecía el preludio de la ansiada conversación entre presidentes.
La espera de Sánchez debería concluir a mediados de junio con motivo del primer viaje de Biden a Europa
El portavoz de Blinken, Ned Price, indicó que ambos ministros discutieron mecanismos para "profundizar" la relación bilateral y trasatlántica. El secretario de Estado agradeció a Laya que España albergue bases norteamericanas, al tiempo que enfatizó que la nueva Administración quería trabajar con España, la UE y otros socios para "compartir desafíos", entre los que mencionó Rusia, China y Venezuela.
Desde entonces, han ido pasando los días y las semanas sin noticias de la Casa Blanca. Preguntada el martes por esta anómala situación, Laya hizo hincapié en que la agenda de Biden está volcada en la política interior por la lucha contra la pandemia. En todo caso, la espera de Sánchez debería concluir a mediados de junio a más tardar.
Biden realizará en ese momento su primer viaje a Europa. Concretamente, irá al Reino Unido para la cumbre del G-7 en Cornwall y luego a Bélgica para una cumbre de la OTAN y otra UE-EEUU con los mandatarios europeos. En ambos cónclaves estará, en principio, el presidente español.
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