El 7 de junio de 1968, hace ahora 56 años, cambió la historia del terrorismo en España: los miembros de ETA Txabi Etxebarrieta e Iñaki Sarasketa perpetraron el primer crimen de la banda. Su víctima, el guardia civil José Antonio Pardines Arcay. Tras los hechos, los asesinos se dieron a la fuga, aunque el Instituto Armado terminaría por localizarlos. Sarasketa fue capturado y Etxebarrieta murió en el transcurso de un tiroteo con los agentes. Bilbao acogerá este viernes, un acto en homenaje a éste último, considerado el primer asesino de ETA.
La figura de Txabi Etxebarrieta es erigida como un referente intelectual por sectores de la izquierda abertzale, que tratan de que se le reconozca como víctima por los acontecimientos que se vivieron en 1968. Esa es la razón por la que, año tras año, se celebra un homenaje en su memoria en la Plaza de Unamuno, en Bilbao, que desde estas mismas esferas denominan "Plaza de Etxebarrieta".
En esta edición ya han aparecido algunos carteles de pequeñas dimensiones en las inmediaciones del lugar, convocando -sin ninguna firma o el respaldo de colectivo alguno- al acto que se celebrará este viernes, 7 de junio, a las siete de la tarde. "Porque eran, somos un pueblo viejo [con Historia o raíces]", reza el cartel.
Además, junto al nombre de Txabi Etxebarrieta, figura el de su hermano, Jose, abogado también vinculado a ETA. Moriría en 1973 de una enfermedad.
Las convocatorias en años anteriores estuvieron marcadas por la polémica, toda vez que diversas asociaciones de víctimas recurrieron a la Justicia para tratar de frenar los homenajes. En el año 2023, Dignidad y Justicia puso una denuncia en la Audiencia Nacional.
El primer asesinato de ETA
El episodio tuvo lugar el 7 de junio de 1968. El guardia civil José Antonio Pardines Arcay dio el alto a un vehículo Coupé 850 que circulaba por una zona de obras cerca del municipio guipuzcoano de Villabona. Al pedir la documentación a los dos pasajeros que iban a bordo, le descerrajaron varios disparos que acabaron con su vida. Eran Etxebarrieta y Sarasketa, miembros de ETA, una organización que hasta entonces no había asesinado y que en ese momento escribía la primera página de una larga historia criminal.
Txabi Etxebarrieta, quien presidió la V Asamblea de ETA, fue erigido con los años como un referente intelectual de la izquierda abertzale
Fermín Garcés, un camionero que circulaba por la misma carretera, identificó a los autores de los disparos y les instó a detenerse, pero Etxebarrieta y Sarasketa se dieron a la fuga y se refugiaron en la casa de un sacerdote de Tolosa. El camionero alertó a la Guardia Civil, que montó un amplio dispositivo para localizar a los asesinos. Los localizaron en un control en la citada Benta Haundi y se desató un tiroteo en el que murió Etxebarrieta.
Sarasketa logró escapar y se refugió en una iglesia del municipio de Errezil, donde sería localizado y detenido horas después. El franquismo celebró un Consejo de Guerra, el primero desde la Guerra Civil, en el que Sarasketa fue condenado a muerte. Finalmente se le conmutó por una pena de cárcel que cumplió durante 9 años, hasta que quedó en libertad en base a la amnistía general de 1977.
Txabi Etxebarrieta, quien presidió la V Asamblea de ETA, fue erigido con los años como un referente intelectual de la izquierda abertzale. Coincidiendo con el aniversario de aquel episodio, cada año se celebra un homenaje multitudinario en su honor, mientras que el guardia civil José Antonio Pardines, originario de Malpica (La Coruña) permanecía enterrado en el cementerio de su pueblo natal lejos de cualquier foco o recuerdo.
