El PSOE y Bildu negocian sobre el futuro de la Alcaldía de Pamplona, gobernada por UPN con 9 concejales, según ha sabido este diario por fuentes abertzales. Lo socialistas llevan varias semanas lanzando mensajes, aunque oficialmente eluden contestar si apoyarán una moción de censura que desaloje a la regidora, Cristina Ibarrola, quien gobierna asistida por dos concejales del PP. Es más, la dirección del PSOE, preguntada por este asunto, no responde.
La propia presidenta navarra, la socialista María Chivite, sugiere que su partido está harto de la gestión de Ibarrola. Mientras, el líder de Bildu, Arnaldo Otegi, presiona a Ferraz para apartarla con una moción que aúpe al abertzale Joseba Asiron. Bildu tiene 8 concejales y el PSOE, 5. "Es un asunto a futuro", explica una fuente de Bildu. Lo cierto es que solo Otegi y el presidente, Pedro Sánchez, pueden cerrar el pacto. Aunque el asunto se debatió en las negociaciones de investidura.
Es más, el hombre del PSOE para relacionarse con el independentismo vasco, Santos Cerdán, será quien cierre el tema. Pero por el momento, socialistas y abertzales siguen negociando. Cabe reseñar que el PSOE y Bildu no firmaron ningún documento público donde se expliciten los compromisos de un lado y otro. Los abertzales sostienen que se debe a que quieren negociar ley a ley en el Congreso. Y reiteran una y otra vez, como los socialistas, que no hay nada oculto.
Los guiños
El PSOE no niega que vaya a hacer alcalde de Pamplona a Asiron. Y eso, según la oposición, ya es sintomático. "Tarde o temprano acabará pasando. El PSOE ya ha pasado multitud de líneas rojas y esta será una más", explica un dirigente navarro del PP. De hecho, ambos partidos llevan tiempo cortejándose. Cabe recordar que los socialistas navarros propiciaron que Bildu presida la Federación Navarra de Municipios y Concejos. Los alcaldes del PSOE votaron al candidato abertzale: el alcalde de Tafalla, Xabier Alcuaz, en vez de votar a la aspirante de UPN.
Y ese no es el único punto de convergencia. Hace unos días, en el pleno del parlamento de Navarra, los grupos que acompañan a Chivite en su gabinete (Geroa Bai, Contigo Zurekin) se alinearon con Bildu para forzar el cese de siete presidentes de comisión y una vicepresidencia, que estaba en manos de UPN. Para que el candidato de Bildu se convierta en regidor necesitaría los votos de los 2 representantes de Geroa Bai, del único edil de Podemos y de los 5 socialistas, que durante el pleno de constitución del Ayuntamiento se votaron a sí mismos para que la fuerza más votada (UPN) se hiciese con el bastón de mando.
Precisamente Cerdán es uno de los convencidos de que el PSOE debe entenderse con los independentistas vascos. No por casualidad, el número tres del partido empujó hasta la extenuación para que María Chivite se hiciera en su día con la presidencia de Navarra gracias a la abstención de Bildu. El secretario de organización, socialista de cuna como su padre y su abuelo, es un fontanero con galones, porque ya ejerció como secretario de organización del partido en Navarra entre 2011 y 2017. Y aquella época fue dura, porque tuvo que tragarse el 'no' de Ferraz a su intento de desbancar a Yolanda Barcina con una moción de censura que necesitaba los votos de Bildu para prosperar. El entonces secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo impidió.
El viaje del PSOE con Bildu
Parece que hace una eternidad, pero no hace tanto. El 17 de diciembre de 2019, el PSOE posó con Bildu en el Congreso por primera vez. Por aquel entonces, en Ferraz aún causaba pánico cualquier acercamiento a la izquierda abertzale tras décadas de terrorismo etarra. La banda asesinó a 12 miembros del partido. Y la imagen de Adriana Lastra, entonces portavoz en el Congreso, y Rafael Simancas con Oskar Matute y Mertxe Aizpurua era incómoda. Pero la segunda investidura de Pedro Sánchez era causa de fuerza mayor. La cara del hoy secretario de Estado de Relaciones con las Cortes lo decía todo. Era un poema. Casi cuatro años después, Pedro Sánchez se sentó con Bildu junto a Cerdán en el Congreso para atar su elección como presidente del Gobierno.
El viaje del PSOE con la izquierda abertzale ha sido largo. Pero ha sido. Si para el hoy repudiado Alfonso Guerra el PP lleva años viajando al centro ("imagínense de dónde vendrían", apostillaba), Ferraz no se queda atrás con los herederos políticos de la banda terrorista. Pero a la fuerza, ahorcan. Sánchez no concibe un acuerdo de gran coalición con el PP para gobernar España y salvarla de los peajes del nacionalismo y el independentismo. El PSOE actual nunca tragará con esa, porque sabe, como dijo el propio presidente en funciones en un diario italiano en 2020, que la socialdemocracia española terminaría entonces igual que el PASOK griego, borrado del mapa tras pactar con Nea Demokratia, el PP heleno.
¿Cuál es la solución, entonces? La alianza con partidos de izquierda, aunque sean beligerantes con el régimen constitucional de 1978 que el PSOE instauró en gran medida. La cúpula socialista ya no teme pactar con Bildu. En Ferraz saben que los abertzales buscan la hegemonía en Euskadi a costa del PNV. Y no les preocupa que la consigan. En verdad, según sintetizan a este diario varias fuentes socialistas de peso, "el PSOE comenzó a restar importancia a las fotos y pactos con Bildu cuando se dio cuenta de que no le penalizaban electoralmente". Es más, el resultado de las elecciones generales del 23 de julio es un punto a favor de esta tesis. Y es que buena parte de los votos a las fuerzas independentistas se fueron al PSOE no solo en País Vasco, también en Cataluña. Una vez bendecidos, los pactos con Bildu ya no asustan en Ferraz.
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