El año 2022 se recordará como un año negro en cuanto a los incendios, ya que se ha firmado el récord de hectáreas quemadas de la Unión Europea, siendo España la principal protagonista de esta cifra con más de un tercio de la superficie calcinada comunitaria. Ahora, la pregunta clave es saber si lo ocurrido ha sido el inicio de una tendencia o un periodo excepcional. Los expertos no tienen dudas: sin las medidas de prevención y extinción adecuadas, esta situación se va a vivir todos los veranos.
Hablamos con cuatro bomberos que han visto de cerca la virulencia de los incendios forestales. Fausto Seijas, exbombero forestal con 8 años de experiencia en Galicia, que afirma que "la tendencia es creciente, los bomberos lo llevamos avisando desde hace tiempo". Esto se debe a que "la masa forestal es muy deficitaria porque no da beneficio: si el campo fuese rentable, no ardería".
Cuenta que los campos y montes, al abandonarse el mundo rural, están menos cuidados que nunca: la basura se acumula y aunque los bomberos hacen labores de limpieza durante el invierno, el aumento de la vegetación por el desuso del territorio ha hecho que algunas zonas sean inaccesibles y que ciertos caminos, que servían como cortafuegos, ahora sí permiten el avance del fuego.
En este mismo sentido se pronuncia Marta Brandón, bombera forestal en activo desde 2003. "Siempre que no llueva, esto va a continuar sucediendo en toda España". También señala al poco cuidado de la masa forestal: "El sector primario está abandonado, los ganaderos ganan por sus animales lo mismo que hace 20 y 30 años, por lo que no es rentable". Señala que "el monte antes estaba limpio porque se necesitaba", mientras que ahora, hay zonas inaccesibles debido al crecimiento de la vegetación. "Hay zonas a las que solo puede acceder un jabalí", señala.
El sector primario está abandonado, los ganaderos ganan por sus animales lo mismo que hace 20 y 30 años, por lo que no es rentable"Marta Brandón, bombera forestal desde 2003
José Manuel Ortega Antaki, bombero urbano del Ayuntamiento de Marbella, señala el abandono del mundo rural como una de las principales causas: "Cuesta mucho más apagar un fuego en una ladera sin tocar desde hace 10-15 años que en un monte cuidado". Unanimidad entre los bomberos, ya que Manuel Piñeiro, bombero urbano en Boiro, cree que no hay planes de prevención eficientes y considera que desbrozar todo el monte "es inviable, no hay forma humana de hacerlo". Coincide con Marta Brandón. Ella cree que "desbrozar un camino es inútil debido a que poco después está para desbrozar otra vez". Es necesario una constancia que solo sería posible si el mundo rural estuviese más habitado.
Fausto Seijas también cree que "no hay prevención" debido a que durante el invierno se limpian algunos puntos de agua y caminos, "pero son muy poquitos", de manera que montes y campos no están preparados para afrontar los meses de "sequía, viento y calor" como los que hemos vivido este verano en España.
Estos bomberos consultados por Vozpópuli señalan que extinguir estos incendios es mucho más complicado ahora que hace años. Esto se debe a que la temperatura durante los incendios, es decir, "la carga térmica", es más alta. "Si buscas incendios de hace años, quedaba una capita de tierra: ahora, solo queda el suelo", afirma Fausto Seijas. Lo compara con una barbacoa: si el carbón está algo húmedo, no arranca, pero si está seco, como sucede con los montes en verano, arranca fácilmente... y ahora todo se seca mucho más rápido que antes".
Marta Brandón señala que esto es un grave problema, ya que en muchas ocasiones el agua es ineficaz para extinguir incendios: "Necesitamos usar fuego táctico, porque el combustible es bestial". Esto implica guiar "como pastores" a las llamas hacia un cortafuegos o un río para que el incendio muera. De hecho, apunta que ahora hay menos incendios que antes: "Cuando empecé, había 15.000 incendios anuales en Galicia, pero los apagábamos todos. Este año llevamos 1.500, pero se descontrolan mucho más fácilmente".
Para solucionar esto, José Manuel Ortega Antaki cree necesario "ampliar el personal en los equipos de primera intervención". Existen "cinco minutos de gracia", como señala Manuel Piñeiro, que cuando pasan, controlar el incendio se hace imposible. En ese sentido cree que hay que mejorar el operativo de incendios, al que califica como "poco funcional" debido a que muchos de los vehículos de bomberos están en las casas de sus conductores.
Para solucionar esto, José Manuel Ortega Antaki cree necesario "ampliar el personal en los equipos de primera intervención". Existen "cinco minutos de gracia", como señala Manuel Piñeiro, que cuando pasan, controlar el incendio se hace imposible.
Fausto Seijas también dice que las numerosas fincas privadas, en su caso del monte gallego, son un problema, ya que muchas de estas han sido heredadas por personas que viven en las ciudades "y ni siquiera saben donde están". Al tener dueño, los bomberos no pueden acceder, pero los dueños tampoco las limpian: "No van a gastar dinero en un terreno que no les da ningún beneficio".
También apuntan hacia este problema, que en el monte gallego se acentúa debido a la enorme superficie que existe de pino y eucalipto. "Es como una cerilla", señala Marta Brandón. Especialmente la segunda especie es muy rentable por su rápido crecimiento, por lo que se han plantado en masa hasta que la Xunta de Galicia lo ha limitado. Según Brandón, son especies a las que les gusta el fuego "porque les permite expandirse".
Todas estas complicaciones que vive el entorno rural se suman a otros problemas externos, como los pirómanos, "que suelen actuar en ciertas zonas o aquel que acude al efecto llamada" según Fausto Seijas. También se suma que las temperaturas, que ahora son mayores, promueven que las máquinas fallen, sufran cortocircuitos y provoquen incendios, algo que cada vez sucede con mayor frecuencia. Es por esto que Seijas pide "mucha más prevención y, sobre todo, concienciación de la gente" para que esta situación se repita en próximos veranos.
Seijas también ve importante que se cree un cuerpo de bomberos a nivel nacional "como la Guardia Civil". Esto es algo que ha planteado el Gobierno de Pedro Sánchez, aunque no cree que se termine llevando a cabo: "Se acabarán los incendios, se dejará de hablar sobre esto y ya será un problema para el próximo año". Esa misma poca fe en la clase política la transmite Marta Brandón: "En cuanto empiece a llover, la gente se olvida de los incendios. Los políticos hablan de dar ayudas a ganaderos, pero luego no harán nada. Es la película de todos los años".
Bomberos en la primera línea contra el fuego
Combatir el fuego es una tarea complicada y repleta de riesgos. Marta Brandón señala que "cada vez que trabajamos, la adrenalina está al 200%, ya que queremos llegar pronto para evitar que el fuego se convierta en un monstruo". Esta bombera forestal con casi 20 años de experiencia cree que "los compañeros están muy desmoralizados", dado que los incendios cada vez son mayores pero nadie busca una solución.
"Es cíclico", señala Manuel Piñeiro, que cree que nunca habrá solución a estos problemas porque "existen muchos intereses: desde la venta de vehículos y materiales de extinción hasta la venta de madera quemada, que también sirve pero es mucho más barata". También se muestra alicaído en este sentido: "Llevamos 20 años tropezando en las mismas piedras".
Aunque Fausto Seijas trabaja como bombero en el aeropuerto de Santiago de Compostela, ha vivido muchos incendios en su década en el cuerpo forestal y señala que, aunque para muchos son héroes, en otras circunstancias son criticados. "Es un trabajo muy complejo y la gente no lo sabe", afirma.
Cada vez que trabajamos, la adrenalina está al 200%, ya que queremos llegar pronto para evitar que el fuego se convierta en un monstruo". Señalan que "los compañeros están desmoralizados",
Señala que en algunas ocasiones no han podido atacar el fuego y han tenido que esperar a que llegase a las afueras de una casa "porque no hay agua suficiente y medios". Apunta que en caso "de atacar el fuego, después podría faltar agua para evitar que las llamas lleguen a una vivienda". También ha tenido que abandonar las labores de extinción en un punto porque "te mandan a otro lugar donde el fuego avanza más rápido". En esas circunstancias, piensa que "la gente muchas veces no entiende por qué nos vamos".
Preguntado sobre la necesidad de más medios de prevención y extinción, considera que desde los poderes públicos creen que los bomberos no generan un beneficio económico: "La inversión es baja porque cobramos pero creen que no producimos, lo ven como dinero a fondo perdido, aunque sí producimos, porque arriesgamos nuestra vida por salvar la de los demás".
Pese a todo ello, Marta Brandón cree que su trabajo, aunque es muy duro, cuenta "con pequeños momentos" en los que están "muy satisfechos". Esos instantes son cuando consiguen ganar al fuego, aunque luego llega la desmoralización, cuando los bomberos observan que desde las administraciones no se ponen medios para evitar que los incendios sean noticia un verano más.
Porque con cada incendio, estos héroes se enfrentan a las llamas y a interminables jornadas laborales: "He llegado a estar 16 horas de servicio sin beber más agua que la que encontrábamos en los ríos". Todo ello sin contar los riesgos que su trabajo conlleva, hasta el punto de no saber si ese día van a volver a casa. "Todos los años mueren bomberos, en mi caso ha habido suerte, pero asumimos un riesgo muy grave", sentencia Brandón.
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