Proteger la privacidad de todo usuario tendrá, a partir de ahora, un coste extra. Así lo enuncia la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en su portal web, dando alerta a uno de los últimos cambios pronunciados por muchas empresas y páginas en sus respectivos dominios online. Sin embargo, mantener a salvo los datos en Internet es una de las prácticas que más acento reciben.
Sobre todo entre los menores de edad. No son pocas las charlas, las conferencias o los seminarios que se imparten a diario con el fin de guiar, prever y aconsejar a uno de los escalones más vulnerables en esta ecuación. Al entrar en una página web, se aceptan todo tipo de preferencias que exponen la totalidad de los datos personales del usuario. Esto es lo que se conocen como las cookies, herramientas que ofrecen información a los prestados de los servicios online a través de los cuales navega particularmente cada usufructuario.
Generalmente, existen dos tipos de cookies principales, que no hacen lo mismo y cuya gestión tampoco es igual. Por un lado, están las cookies técnicas o necesarias, que facilitan o hacen posible una operación, mientras que por el otro lado destacan las de preferencias o personalización, las mismas que permiten recordar información para que le usuario acceda al servicio. Estos dos tipos no exigen el consentimiento directo del usuario, pero no son los únicos. Aparte se enmarcan las cookies de análisis o medición, las de publicidad comportamental o las cookies de terceros, entre otras muchas.
Hasta el momento, aceptar o rechazar esas cookies, no obstante, era elección propia. Se utiliza un verbo en pretérito imperfecto como antesala del escenario actual: muchas páginas web han empezado a obligar a los clientes a pagar una cantidad determinada de dinero si su elección es rechazar estos términos y preferencias. Es decir, los dominios exigen que se revele la información personal del usuario o bien se ofrezca una retribución monetaria. Ya no hay opción gratuita.
Ante tal panorama, la OCU ha querido salir, nuevamente, en defensa de los derechos de los ciudadanos y, con ello, seguir apostando por una sociedad de consumo trasparente y justa, tal y como indican con su misión. Para cumplir esta tarea, la entidad ofrece información objetiva y veraz para que las personas tomen las mejores decisiones, dando cabida a cientos de informes sobre diferentes temas de ámbito social: consejos para el trabajo, alimentarios, sobre salud, etc.
Casi 50 años han pasado desde que la OCU empezó a dar sus primeros pasos. Su labor ha hecho que se haya ganado un hueco y el respeto de todos los ciudadanos, convirtiéndose así en una fuente muy fiable de información a la que recurren miles de personas a diario. En su nueva publicación, la OCU ha dado aviso sobre el porqué de este nuevo cambio en el entorno mediático y cuáles son sus principales implicaciones, así como intentar servir de guía para que el usuario decida finalmente si merece la pena acceder al contenido.
La OCU exige mayor transparencia y control sobre las "nuevas" cookies
Que algunos medios digitales hayan empezado a cobrar a los usuarios por rechazar las cookies y poder seguir navegando se debe, tal y como indica la OCU, a la nueva actualización que ha hecho la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) en su 'Guía sobre el uso de cookies'. La razón principal de este cambio no es otro que adaptar las directrices sobre los patrones engañosos publicadas de forma reciente por el Comité Europeo de Protección de Datos.
En las páginas de la guía se reclama que no se le puede impedir el acceso al servicio a un usuario que ha decidido rechazar el uso de cookies, pero que la alternativa por parte del medio ante ese rechazo puede no ser tampoco "necesariamente gratuita". De este modo, destaca la OCU, se brinda cabida a que mayor cantidad de empresas y servicios implementen un "muro de cookies" a aquellas personas rehacías a desvelar sus datos personales e íntimos.
Asimismo, la utilización e instalación de cookies en los dispositivos tiene otras implicaciones importantes en relación con la privacidad. Nada más lejos de la realidad, en estos casos donde el acceso está "restringido", o se paga con los datos (una información tan valiosa ser las empresas deberían pagar por ello) o con dinero.
Fijando este cambio en el punto de mira, la OCU señala que los usuarios han perdido así opciones para navegar libremente, algo característico de la web. "El hecho de que nos cobren un precio por rechazar las cookies es un factor disuasorio que condiciona nuestra libertad", recalca la OCU, quien también ha dejado ver que no todo el mundo puede permitirse estar pagando cada vez que entra a una nueva página para buscar información o ver diferentes vídeos.
Sin embargo, la OCU concluye ser consciente de que este cambio marca el camino del futuro de la web, exigiendo al menos conocer con mayor exactitud qué es lo que las empresas obtienen cuando se acepta las cookies. "Necesitamos una mayor transparencia acerca de lo que se hace y de lo que se obtiene con nuestros datos para poder valorar si el precio que estamos pagando por rechazarlo es justo y proporcionado", comenta la entidad nacional al respecto.
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