Elíes Campo i Cid (Barcelona, 1983) es una celebrity del independentismo, que oposita a pequeño Nicolás a marchas forzadas. Su papel fue clave en el supuesto espionaje masivo con el software Pegasus a líderes independentistas denunciado por la plataforma Citizen Lab. Es lo que los independentistas han bautizado como Catalangate. Campo ha comparecido recientemente en una comisión del Parlamento de Cataluña sobre el caso. Y su testimonio y las revelaciones que se han ido conociendo cuestionan no sólo la investigación que él mismo destapó, sino el currículum que dice tener como alto directivo de WhatsApp o Telegram.
La maraña digital que envuelve el referéndum del 1-O en 2017, el procés en general, la huida de Carles Puigdemont y su República en Waterloo o las acciones de Tsunami Demócratic constituyen un entramado complejo. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad llevan meses deshaciendo la madeja en varias piezas judiciales. Sin duda la del movimiento de Tsunami, que organizó las protestas posteriores a la sentencia del procés en 2019 y que derivaron en varias jornadas de violencia en Cataluña, es el más destacado.
Una de las aristas de este rompecabezas es el supuesto espionaje a líderes separatistas con el software israelí Pegasus. Campo es el supuesto Cid campeador que identificó la infección de decenas de terminales, tal y como plasmó en su denuncia Citizen Lab. Los partidos independentistas hicieron un casus belli de esta polémica, que se llevó por delante a la directora del CNI, Paz Esteban, en mayo del año pasado.
Campo, en 'The New Yorker'
Campo fue el protagonista indiscutible del artículo de The New Yorker firmado por Ronan Farrow -hijo de la actriz Mia Farrow-. Y su carrera como estrella del separatismo ha sido imparable desde entonces. Es parte de una familia de origen aragonés de las más acomodadas de Cataluña. Su abuelo fue un jurista de reconocido prestigio y su padre es un investigador médico de primer nivel. Todos son Elías Campo. Él, como última generación, ha mutado a Elíes. Fue pregonero de las fiestas del barrio de Sants en Barcelona. Y ha protagonizado el anuncio de la operadora catalana Parlem. Ha participado en numerosos foros. Y es, en definitiva, un héroe moral del independentismo.
Pero a medida que avanzan las investigaciones, el personaje que se ha construido Campo empieza a derrumbarse como un castillo de naipes. Varios factores han influido en desentrañar la historia de este personaje, que durante mucho tiempo se ha presentado como un ingeniero que fue alto directivo de WhatsApp -antes de la compra de la empresa por parte de Facebook- y de Telegram.
El Triangle, medio de comunicación catalán, publicó una respuesta de un alto directivo de Telegram en el que negaba la vinculación de Campo con esta compañía. Se cree que pudo estar involucrado como moderador de algunos foros, pero en un tipo de relación informal. El caso de WhatsApp también es una cierta incógnita. Vozpópuli ha contactado con Facebook y con el reportero Ronan Farrow para que acreditasen el vínculo de Campo con esta empresa. Este diario no ha obtenido respuesta.
Campo fue protagonista de algunas entrevistas en los años 2013 y 2014 en La Vanguardia o El País. En ambas se le identificaba como el único español que trabajaban en WhatsApp como alto directivo en Silicon Valley. Él mismo reconocía que había mantenido reuniones en países como Brasil, presentándose como responsable de WhatsApp sin ni siquiera estar contratado. "Lo hacía porque iba a estar contratado", explicaba.
El nuevo pequeño Nicolás
Campo pasó recientemente por una comisión del Parlament de Cataluña, en la que tuvo que admitir que no tiene el título de ingeniero. Los partidos constitucionalistas no suelen participar en esta comisión, porque consideran que solo sirve a los intereses victimistas del separatismo. Pero en esta ocasión, y dado el cariz de los acontecimientos, el diputado de Ciudadanos, Nacho Martín Blanco se presentó para plantear varias preguntas el compareciente. "La sensación de sainete, de que estamos ante un gigantesco montaje, quedó bastante clara", dice Martín Blanco.
A Campo, que se le presentaba en un primer momento como un activista por la libertad, ya se le ha descubierto su cercanía con Puigdemont. Y varios medios han publicado que la Guardia Civil le identifica como uno de los encargados por Puigdemont para crear una infraestructura informática que permitiese la desconexión de España. En algunos círculos ya comparan a Campo con el pequeño Nicolás, por su capacidad de crear una gigantesca mentira y vivir de ella.
Pero el asunto no deja de ser grave. Hay una comisión en la Eurocámara sobre el uso de Pegasus que está a punto de emitir un informe muy negativo sobre España. Y el separatismo utiliza el caso para denunciar un espionaje masivo por parte de las autoridades españolas. Campo es una figura clave, porque fue él quien supuestamente detectó la infección de los terminales en 2022. Y su trabajo está avalado por Citizen Lab, a pesar de que no se le conoce trabajo como investigador alguno, carece de título y se ha hecho pasar por directivo de Telegram durante años.
Dudas sobre Citizen Lab
El investigador de la UNED y profesor de la London School of Economics José Javier Olivas es probablemente la persona que más tiempo ha dedicado a denunciar los agujeros del Catalangate y el extraño papel de Elíes Campo. Olivas es autor del informe El caso Pegasus. Una revisión crítica del informe 'CatalanGate' de Citizen Lab. Se trata de un estudio muy crítico de este supuesto espionaje ilegal, que comienza en 2020 cuando El País y The Guardian publican conjuntamente una información sobre la supuesta infección con malware del teléfono del expresidente del Parlament, Roger Torrent (ERC).
"El caso pasó totalmente desapercibido y ni siquiera estaba muy claro qué había pasado", explica Olivas. "Todo se reactiva en abril del 2022 con el trabajo de Campo, que llega a confesar a The New Yorker que también habían espiado a sus padres".
Son al menos 63 personas las espiadas, según la denuncia de Citizen Lab. Pero el estudio de Olivas subraya graves fallos de análisis y lagunas muy importantes en el estudio de Campo. "Los autores se niegan a informar de cuándo, dónde y por quién se realizaron los análisis forenses digitales. No hay pruebas de que Citizen Lab haya realizado ningún análisis confirmatorio en persona (sobre el terreno) para verifcar las infecciones. No se hace referencia a ningún procedimiento para garantizar la cadena de custodia de pruebas, como se espera en un análisis forense digital serio", señala.
El Gobierno reconoció el espionaje autorizado por vía judicial de 18 líderes del independentismo, incluido el actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonés. Y en ningún caso habló de espionaje masivo, que es el marco que el separatismo ha querido instalar. El temor es que el informe de Citizen Lab se convierta en un arma judicial para los procesos pendientes relacionados tanto con el procés como con Tsunami Democrátic, porque entre los supuestos espiados hay abogados de los líderes separatistas. Un riesgo que el Gobierno de Pedro Sánchez, dependiente de ERC, parece ignorar.
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