La fábrica de Campofrío en Burgos quedó hace un mes reducida a toneladas de escombros por un incendio. Un equipo de Policía Científica procedente de Madrid trabaja en dar con el foco del fuego ayudado por perros y un drone, el nuevo y muy útil "juguete" tecnológico para investigar este tipo de siniestros.
Desde hace dos semanas -el martes se cumple un mes del siniestro- efectivos de la Comisaría General de Policía Científica de Madrid especializados en estas catástrofes se encuentran en Burgos con todos los medios posibles para coordinar la investigación de las causas y los trabajos de desescombro iniciados esta semana. Ambas labores, muy complejas y laboriosas, en palabras de Fernando Tartilán, el jefe del Grupo de Inspecciones Oculares de Científica de Madrid, dada la extensión de la factoría (40.000 metros cuadrados) y los distintos implicados, ya que hay varias empresas de limpieza de restos trabajando y peritos privados de las aseguradoras.
Sobre el terreno, los agentes han desplegado todos los medios que tienen para localizar la posible fuente de ignición
"El desescombro tiene que ser muy controlado, hay que vigilar qué partes queremos ir retirando. Es como un puzzle, desmontar pieza a pieza para reconstruir luego", explica Tartilán, que señala que la "prioridad" de la Policía es determinar el foco, una misión "complicada", porque llegar hasta ese punto ni siquiera puede haberse producido aún. Sobre el terreno, los agentes han desplegado todos los medios que tienen para localizar la posible fuente de ignición. Desde sus propios investigadores, especializados en este tipo de sucesos -la Policía cuenta con un grupo de análisis de químicos- a perros adiestrados en la búsqueda de acelerantes del fuego o, incluso, láseres y máquinas de fotografía que permite reconstruir en 3D la superficie siniestrada.
Pero lo último en ayuda policial en incendios son los drones, las aeronaves no tripuladas de un tamaño relativamente pequeño, capaces de acceder a zonas remotas de difícil visión. Uno de ellos ya ha sobrevolado la factoría de Campofrío y ha recogido imágenes que serán analizadas. Unos aparatos de los que se ha servido la Policía en otras investigaciones y que, en el caso de incendios, se han usado tan solo otra vez, en mayo pasado, para determinar las causas de un fuego declarado a escasos dos kilómetros de las viviendas del barrio de Santa María, en Talavera de la Reina.
Tartilán asegura que, si bien el cuerpo cuenta con helicópteros con cámaras térmicas que son muy útiles en las pesquisas para localizar el foco, pues son imágenes cenitales que permiten ver muy bien las zonas más afectadas por las llamas, desplazar estas aeronaves resulta "muy costoso" y, en ocasiones, "peligroso". Incendios como el de Campofrío es uno de estos casos en los que sobrevolar la zona con un helicóptero resulta desaconsejable. La superficie todavía puede estar humeante y la visibilidad para el piloto no es buena.
"Nos dan la facilidad de manejar nosotros el operador del dron y dirigirlo donde queremos", cuenta el jefe de inspecciones oculares
Sustitutos perfectos resultan los drones. "Nos dan la facilidad de manejar nosotros el operador del dron y dirigirlo donde queremos", cuenta el jefe de inspecciones oculares, quien subraya la enorme utilidad de las imágenes que capta esta aeronave sin peligro. Grabaciones que pueden llegar una vez las pesquisas avancen más a manos de los expertos policiales en Infografía Forense, que reconstruyen en 3D el escenario siniestrado o reproducen la evolución del fuego.
"Visualmente nos podemos situar dentro de una casa o una fábrica sin necesidad de ir allí", explica a Efe uno de los agentes de este grupo, encargado de elaborar el documento infográfico que se adjunta al informe pericial de la investigación de sus compañeros.
Junto a las bondades de las nuevas tecnologías, la Policía tiene en los perros adiestrados sus grandes aliados. Hace 11 años, los guías caninos del cuerpo comenzaron a enseñarles a identificar con su olfato acelerantes de fuego como gasolinas, querosenos, acetona o disolventes. Hoy Greta, Oso y Cobra -dos terrier alemán y una pastor alemán-, son los tres perros policía entrenados en esta especialidad que también han viajado a Burgos, por el ahorro que supone rastrear rápidamente grandes extensiones quemadas o trabajar en incendios donde la carga del fuego o la estructura del edificio derivan en un colapso de la estructura que impide ver fácilmente marcas de calor.
Mucho más antiguos que el empleo de perros o drones son los miles de informes policiales elaborados por los agentes de Inspecciones Oculares que llevan desde 1987 tras la pista de las llamas, las de siniestros como el del mayor accidente laboral en la Comunidad Valenciana, en julio de 1997, cuando 18 personas murieron en el buque Proof Spirit, o las que se desataron en el edificio Windsor o el Palacio de los Deportes, ambos en Madrid.
Con el año a punto de concluir, los especialistas en investigar incendios -en la central de Madrid en Canillas son 9 agentes y otros 3 expertos en laboratorio químico- han efectuado 900 informes, cantidad que se acerca a los 4.000 si suman los últimos tres años.
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