Se acerca ya el final de unas fiestas del Orgullo Gay muy especiales, por ser las primeras 'a lo grande' desde que estalló la pandemia. Y como siempre, no hay fiesta sin su polémica. Mientras que el colectivo, especialmente dividido por la 'Ley Trans' y el veto a los vientres de alquiler, toma las calles del centro de la ciudad con ganas de celebrarse, muchos de los comerciantes de Chueca, el epicentro de la fiesta, 'tiemblan'. La Asociación de Vecinos de Chueca (AVChueca), con la que se ha puesto en contacto Vozpópuli, denuncia que "para la mayoría de los comercios del barrio estas fiestas suponen pérdidas", tal y como apunta su presidente, Esteban Benito.
"El colectivo se ha apropiado del barrio y se creen que pueden usarlo a sus anchas. No tienen derecho natural en él", denuncia Benito. Los vecinos y comerciantes explican que, aunque pueda parecer lo contrario, la realidad es que las fiestas no suponen en absoluto un beneficio para el barrio. "Los únicos que 'hacen el agosto' son las tiendas de alcohol. Y representan un porcentaje muy pequeño en la totalidad del comercio de la zona".
El presidente de la AVChueca, que también habla en nombre de los empresarios y comerciantes, explica que la mayoría de los negocios tienen que cerrar durante esa semana, porque el tipo de ocio del que se llena el barrio no es acorde a la normalidad del día a día. "Todos los comercios que no tienen nada que ver con el mundo de la fiesta sufren más gasto que inversión, porque su oferta no encaja con lo que piden esos días los transeúntes y sencillamente, no venden".
A las pérdidas a nivel comercial hay que sumarle los gastos personales: "Hay mucha gente como yo que, aunque formemos parte del colectivo, no podemos o no queremos participar en las fiestas del Orgullo, lo que nos obliga a cambiar nuestras rutinas y hacer gastos extra. Yo por ejemplo siempre me voy un par de días a un hotel, porque trabajo y no puedo dormir con las fiestas que se montan".
El ínfimo beneficio para Madrid
Además, a nivel municipal, Madrid solo ganaría unos 24 millones con estas fiestas, frente a los 110 millones o más de los que siempre presume el colectivo. El dato se basa en un estudio de gasto realizado por el banco BBVA sobre el MADO, a partir del gasto de tarjetas y comparándolo con otras semanas. Según sus cálculos, la facturación total con tarjetas sería de unos 4 millones de euros. "Esto incluiría la mayoría de lo gastado en hoteles, restaurantes, tiendas, etc. (todas las tarjetas, todos los terminales)", explican en AVChueca.
A ello habría que añadirle el gasto incremental que se haya realizado en efectivo. "Imaginemos que el gasto incremental en efectivo fuera 5 veces el de tarjetas (por ser generosos). El incremento sería de 20 millones de euros. En total, el "impacto económico" para Madrid sería de 24 millones de euros, la cuarta parte de lo tan repetido por los organizadores", explican en un informe de AVChueca realizado junto al BBVA.
El Orgullo, "un negocio redondo"
"El Orgullo es el negocio redondo, y aunque no lo quieran decir, es un evento privado con ánimo de lucro que les ha salido perfecto", explica Benito que conoce las entrañas de estas fiestas perfectamente, por haber participado en ellas durante años.
Como explica, los organizadores (la Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas, AEGAL) obtienen un beneficio económico enorme con estas fiestas, cuyo propósito original es "perfectamente legal y necesario". "Pero no deja de ser un negocio perfecto para ellos, que se olvidan del resto de implicados", agrega.
"El negocio de los empresarios que están detrás de MADO (Madrid Orgullo) se basa fundamentalmente en el dinero que los organizadores reciben de los anunciantes y de las subvenciones públicas que reciben por publicidad institucional… la notoriedad del evento es lo que ellos buscan para justificar lo que les pagan en publicidad (como retorno para los anunciantes)", señala Benito, presidente de la asociación de vecinos.
Como ejemplo de este éxito empresarial, este año el Ayuntamiento de Madrid les dio una subvención de 413.223 euros, como se puede consultar en la Plataforma de Contratación del Sector Público. A esto hay que añadirle todo el dinero de publicidad que recibe, principalmente por parte de empresas relacionadas con el mundo del alcohol. Y además, resulta llamativo las tasas que les cobran, a las que Esteban califica de "ridículas". Según solicitó la propia AVChueca al Ayuntamiento, por instalar un escenario de 7,71 x 10,35 m y 1,78 m solo les cobraron 288 euros, una cifra sorprendente para el despliegue que supone una instalación de esa magnitud.
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