España

El cariño a las Fuerzas Armadas ganó la batalla al calor en Sevilla

El amor a España y el apoyo a su Ejército han podido más que el sofocante calor que hace este sábado en Sevilla y miles de sevillanos y ciudadanos procedentes

El amor a España y el apoyo a su Ejército han podido más que el sofocante calor que hace este sábado en Sevilla y miles de sevillanos y ciudadanos procedentes de muchos puntos del país han acompañado a los Reyes en el desfile del Día de las Fuerzas Armadas.

Los termómetros marcaban unos 35 grados pasada media hora del mediodía y a pleno sol eran algunos más, pero eso no impidió que el público, el más madrugador apostado desde el amanecer tras las vallas, disfrutase del despliegue de más de 2.600 militares entre el puente de Triana y el Costurero de la Reina, con el Guadalquivir como constante testigo a lo largo de todo el recorrido.

Encaramados a los bancos y las farolas, agarrados a las rejas exteriores del Teatro de la Maestranza o el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, sentados sobre los macetones de los Jardines de Cristina, a los espectadores les valió cualquier recurso para rendir su particular homenaje a los soldados de los tres ejércitos.

Vítores

Los vítores más sonoros fueron para la Guardia Civil y la Legión, pero los primeros tuvieron como destinatario al rey Felipe VI y la reina Letizia, que fueron recibidos en el palco por los ministros de Defensa y Exteriores en funciones, Margarita Robles y Josep Borrell; el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno; el alcalde de Sevilla en funciones, Juan Espadas; o el jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general Fernando Alejandre.

El monarca, que lució su uniforme de capitán general de la Armada, izó la bandera frente a su abuela doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans, ya que una estatua ecuestre con la imagen de la Condesa de Barcelona se encuentra en la entrada de la plaza de la Maestranza, justo enfrente del palco de autoridades.

La bandera, omnipresente

La bandera española, repartida por oficiales de la Armada y el Ejército del Aire u ofrecida por vendedores ambulantes a 4 euros la unidad, se erigió en símbolo omnipresente, ya fuese engalanando los balcones o coloreando las caras de los muchos niños y niñas que acudieron a contemplarlo y que alucinaban con "lo guapos" que eran los helicópteros y los cazas que asomaban sobre San Telmo.

Como anécdota inicial del acto, la bandera izada por el rey tuvo que ser custodiada a pie por la Guardia Civil y no pudo ser traída desde el aire por el salto de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo por culpa del viento que se levantó, aunque la brisa sí que fue agradecida por los espectadores.

Entre ellos figuraban el presidente y el vocal de la asociación Tercio de Veteranos de Infantería de Marina (TERVET), Alfonso Carrillo y Francisco Jiménez, quienes calculaban que a este desfile en Sevilla ha acudido "mucha más gente" que a los últimos, celebrados en Logroño y Guadalajara.

"No somos militares sino civiles, pero infantes seremos siempre", explicó a Efe el presidente, quien añadió que el desfile "es una forma de mostrar a la gente la vocación y la forma de ser" del militar.

En eso coincidían tres cadetes de la Academia General del Aire, de San Javier (Murcia), quienes frente a la Torre del Oro, sede del Museo Marítimo, se disponían a ver también a sus suboficiales y opinaban que este es "un día en el que se ofrece a España la oportunidad de ver lo que se aprende en la vida militar" y demostrar que el Ejército "es útil" y "una parte fundamental del Estado".

"Sevilla es una gran ciudad para este tipo de actos"

Un poco más adelante, el fotógrafo albaceteño Txetxu Rubio se aprestaba cámara en ristre a captar lo mejor de una jornada igualmente especial para alguien que en 1983 participó en el desfile, organizado entonces en Burgos, como componente de la Segunda Bandera de la Brigada de Paracaidistas.

"Sevilla es una gran ciudad para este tipo de actos", decía Rubio, afincado en la capital andaluza desde que su padre, capitán del Ejército del Aire, fue destinado allí desde la base de Los Llanos.

Esa apreciación era compartida por una sargento precisamente del Ejército del Aire que hoy estaba de reserva pero que ya participó en otras ediciones como componente de la Guardia Real y que creía que "el público ha respondido magníficamente" a pesar del calor.

"El ambiente es buenísimo, es una ciudad muy bonita y tanta gente disfrutando del despliegue es una pasada", señalaba la sargento, en claro paralelismo con Manuel Cendán, brigada de la Armada, quien opinaba que "Sevilla es perfecta", mientras que "en otras ciudades cuesta más encontrar una ubicación adecuada" para un acto de estas características.

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