Pasaban las ocho de la tarde del seis de octubre de 1934. El presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys, se encaramaba al balcón del Ayuntamiento de Barcelona para proclamar "el Estado catalán de la República Federal Española". Tres años antes, en abril de 1931, había sido el entonces jefe del Gobierno catalán Francesc Maciá el que había anunciado la creación de un "Estado catalán" bajo la forma de "una República catalana". En esta ocasión, Companys concluyó su discurso exclamando "¡Viva Cataluña! ¡Viva la República! ¡Viva la libertad!".
Hoy, ochenta y un años más tarde y salvadas las diferencias, que son muchas, la recién elegida presidenta del parlament, Carme Forcadell, ha rememorado aquellos acontecimientos al proclamar, ella también, la "república catalana" desde la tribuna de oradores de la cámara regional. "¡Viva la democracia, viva el pueblo soberano, viva la república catalana!", ha lanzado al final de su intervención, evocando las palabras de un Companys que seis años después de protagonizar su célebre declaración moría fusilado por el régimen franquista.
En un discurso plagado de simbología y con claras alusiones al de Companys en 1934, Forcadell ha propuesto a los catalanes dejar de sentirse "esclavos del pasado" y pasar a ser "creadores de futuro"
Un mes después del 27S, Cataluña sigue sin tener presidente ni gobierno -el actual está en funciones, con Artur Mas a la cabeza-, pero eso no parece inquietar a los secesionistas, que mantienen su anunciada hoja de ruta para separarse del Estado español. "Estamos viviendo un momento trascendental en la historia de Cataluña", ha proclamado Forcadell, consumando su salto desde el activismo en la trinchera de la ANC a la política de la mano de Junts pel Sí. La dirigente independentista, que ha definido esta nueva legislatura como "momento fundacional", con la formación de un "Parlamento nacional con plenas atribuciones", ha propuesto a los catalanes dejar de ser "esclavos del pasado" para pasar a ser "creadores de futuro".
¿El 'parlament' de todos?
Forcadell no ha dudado en acompañar su discurso de la simbología recurrente de la que se valen los secesionistas y ha blandido una copia de las "constituciones catalanas", las normas promulgadas por el conde de Barcelona y aprobadas por las Cortes catalanas entre los siglos XII y XVIII. "Queremos recuperarlas", ha dicho.
Pero cuando ha mostrado más desfachatez la líder independentista ha sido al asegurar que pretende que la cámara sea "el Parlament de todos" y esté "al servicio de toda la ciudadanía, hablen lo que hablen, vengan de donde vengan". "Estamos aquí para servir al pueblo", ha insistido, olvidando quizás que la opción secesionista que representa Junts pel Sí, pese a su mayoría de escaños, no logró la mayoría de votos en los comicios del pasado 27 de septiembre. Apenas dos millones, de los 5,5 millones de catalanes con derecho a voto, apoyaron esa opción.
Cuando, al final de su discurso, Forcadell gritó "¡Viva la República catalana!", la mitad izquierda del hemiciclo, la independentista, arrancó a aplaudir en pie mientras la otra mitad se quedaba sentada en silencio.
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