La reapertura del caso Pegasus empuja al Gobierno de Pedro Sánchez a un frágil equilibrio en sus relaciones diplomáticas con Marruecos. La decisión del juez se basa en el requerimiento a las autoridades francesas para que aporten documentación relacionada con el espionaje mediante el mismo software al Ejecutivo galo; un escándalo que dinamitó el diálogo entre París y Rabat, y que ahora, después de que la Audiencia Nacional haya reabierto la causa, deja a Moncloa en una situación delicada: cualquier pronunciamiento en la misma línea que Francia amenaza con erosionar las conversaciones con el reino alauí.
Los dos casos de espionaje han discurrido en paralelo, aunque con diferentes consecuencias diplomáticas. En Francia se acreditó que decenas de personalidades –miembros del Gobierno, políticos, periodistas o activistas– habían sido víctimas de infecciones con Pegasus en sus terminales móviles.
La investigación en el país vecino se impulsó en 2021 y terminó por detonar las relaciones con Marruecos. Los medios galos abordan, incluso, una tensa conversación telefónica entre Macron y Mohamed VI. A todo ello hay que sumar las tensiones derivadas de la postura de Francia con el Sáhara Occidental y algunos gestos con Argelia que irritaron a la diplomacia alauí.
Las tiranteces, más allá de las consecuencias diplomáticas, quedaron patentes en el terremoto que sacudió el reino alauí en septiembre de 2023: a pesar de registrarse cerca de 3.000 muertos, Rabat rehusó la ayuda humanitaria de Francia.
Ahora España se encuentra en una posición delicada. El juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama reabrió este martes el Caso Pegasus, en relación con la infección de los teléfonos móviles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de tres ministros, gracias a la colaboración de París: las autoridades francesas han facilitado datos sobre una investigación impulsada en 2021 también por el hackeo a periodistas, diputados y miembros del Ejecutivo galo.
Diferencia entre España y Francia
¿Cuál es la diferencia entre las pesquisas en Francia y España? NSO Group, empresa israelí desarrolladora de Pegasus, sí facilitó por carta fechada el 12 de noviembre de 2021 cierta información a las autoridades francesas sobre sus operaciones y el proceso de control interno del software Pegasus, aunque negó ser la responsable de la infección de los teléfonos y afirmó que cualquier información adicional se tendría que solicitar a través de las herramientas de cooperación internacional.
El juez prevé comparar los informes técnicos de la investigación francesa con las conclusiones que el Centro Criptológico Nacional –órgano del CNI encargado de la ciberseguridad- aportó en relación con la infección de los teléfonos de Sánchez, Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska y Luis Planas. De este modo, pretende encontrar patrones o similitudes que ayuden a esclarecer algunos detalles del Caso Pegasus en España.
Relaciones con Marruecos
Fuentes diplomáticas consultadas por Vozpópuli, no obstante, consideran que el Gobierno “se pondrá de perfil” ante la reapertura de la causa. Cabe recordar que el juez cerró las diligencias en julio de forma provisional ante la falta de colaboración de Israel para aportar información sobre NSO Group, creadora del software Pegasus. Y que el magistrado interpeló al Ejecutivo para que activase todas las vías para que el país hebreo reaccionase ante las solicitudes judiciales.
La respuesta del Gobierno, apuntan estas mismas fuentes diplomáticas, fue nula, sin trasladar una presión consistente a Israel para que colaborase con la causa. A ello hay que añadir la posterior crisis con el Gobierno de Netanyahu por el interés de Sánchez de reconocer el Estado de Palestina, en plena guerra israelí contra Hamás.
Así, es de prever que la reacción del Gobierno ante la reapertura del caso sea discreta, apuntan estas esferas diplomáticas. Porque uno de los pilares en los que se sustenta la actividad del Ministerio de Asuntos Exteriores pasa por consagrar las relaciones con Marruecos; y un posicionamiento determinado de Moncloa ante el Caso Pegasus en la misma línea que Francia alcanzaría la línea de flotación de las relaciones con Rabat.
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