Eduardo Chillida, Miquel Barceló, Antoni Tàpies, Manolo Valdés, Equipo Crónica, Juan Uslé, Torres García y un largo etcétera. El tesoro en obras de arte y plumas estilográficas de colección que uno de los cabecillas de la trama Púnica, el constructor David Marjaliza, ocultaba en un almacén de Suiza está a punto de iniciar su viaje de vuelta a España. El titular del Juzgado Central de Instrucción número 6, Eloy Velasco, ha dictado recientemente una providencia en el que consulta a la Fiscalía Anticorrupción si procede ampliar la comisión rogatoria que hace diez meses permitió decomisar todos estos objetos en un depósito franco de la ciudad de Ginebra para iniciar el proceso de repatriación. Se trata, en total, de 28 pinturas, cinco fotografías, cuatros esculturas y 185 plumas estilográficas valoradas en 15,6 millones de euros que el socio de Francisco Granados utilizó en el verano de 2013 para blanquear 4,2 millones con su falsa venta.
El magistrado ha esperado a levantar el secreto de sumario sobre la comisión rogatoria que permitió intervenir las obras en el depósito franco de Ginebra para iniciar el proceso de repatriación
En el escrito, al que ha tenido acceso Vozpópuli, el juez Velasco destaca que el motivo de no haber iniciado hasta ahora el proceso de repatriación de las obras era el secreto de sumario que pesaba hasta hace unas semanas sobre la comisión rogatoria que remitió a las autoridades de Berna el 4 de marzo de 2015 para solicitar a éstas la entrada y registro en los almacenes que en la Avenida Secheron, de Ginebra, tiene la empresa Fine Art Transports Nature Le Coultre SA, propiedad de Yves Bouvier, uno de los marchantes más importantes del mundo. Se trata de un auténtico 'búnker' donde se custodian bienes de particulares, desde arte a metales preciosos pasando por botellas de vino de precios astronómicos. El registro en aquel exclusivo lugar se realizó finalmente el 23 de abril del año pasado con presencia de agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Los objetos se encontraban repartidos en dos depósitos de las instalaciones, uno de 18 metros cuadrados y otro de 30, cuyo alquiler ya había abonado Marjaliza por adelantado hasta finales de 2015.
Los investigadores consideran que buena parte de esas plumas y obras de arte "fueron adquiridas por David Marjaliza y sus sociedades para invertir y ocultar parte de las ganancias ilícitas procedentes de los delitos de corrupción". De hecho, buena parte de las facturas de adquisición de dichos objetos artísticos fueron encontrados bajo el colchón del dormitorio de la casa de la secretaria de Marjaliza, Ana Ramírez. Allí, por ejemplo, se halló el cargo por la compra de un cuadro de Antoni Tàpies por 941.000 euros, que luego fue exportado a Suiza para ocultarlo consignando un valor muy inferior: 250.000 euros. De hecho, el importe de las obras de arte y demás objetos de lujo que se encontraron en el almacén suizo fue estimado en un primer momento por la Guardia Civil en 15.688.000 euros. Sin embargo, simuló su venta por tan sólo 4,2 millones, un 70% por debajo de su valor real.
Adquiridas en galerías de medio mundo
Las facturas también han permitido conocer el periplo internacional que Marjaliza siguió para adquirir algunas de estas obras entre 2008 y 2012. Así, figura que compró en la célebre casa de subastas Christie's de Madrid en octubre de 2007 la obra 'Furor Penellis' de Barceló por 663.970 euros. Ese mismo día adquirió también 'Cabeza de Mujer' de Manolo Valdés por 172.770 euros, y 'The Astronaut', del Equipo Crónica, por 92.690 euros. En la capital también figuran obras adquiridas en las galerías Antonio Machón y Leandro Navarro. En Barcelona, las compras las hacía habitualmente en la Galería Carles Tache y en Arte Oriol. En esta última, por ejemplo, adquirió el 27 de diciembre de 2006 una terracota de Eduardo Chillida por 220.000 euros y una obra de Manolo Millares por 300.000 euros.
Son obras de Eduardo Chillida, Miquel Barceló, Antoni Tàpies, Manolo Valdés, Equipo Crónica, Juan Uslé, Torres García y un largo etcétera
Sin embargo, buena parte de las adquisiciones se hicieron en establecimientos en el extranjero. Desde Toronto a París, pasando por Munich, Lisboa, Nueva York, Zurich y Singapur. Así, en este último país adquirió en julio de 2006 un Tàpies por 250.000 euros a la empresa Marathon Spirit Global Limited. En la ciudad canadiense adquirió una fotografía de José Manuel Ballester por 30.000 euros, mientras que en la localidad suiza desembolsó 9.500 euros por un collage de Douglas Kolk. En la capital portuguesa, en la Galería Filomena Soares, compró obras de Peter Zimmerman y Günter Fog por un total de 97.500 euros. En Munich adquirió una fotografía de Thomas Ruff por 12.000 euros, y en Nueva York, un José Guerrero por 66.142 euros.
... Y medio millón en casa y en la oficina
David Marjaliza no sólo atesoraba obras de artes y estilográficas de colección en Suiza. Los agentes también encontraron numerosas piezas en las oficinas que tenía en la localidad de Pinto y desde las que dominaba todo su entramado empresarial, así como en la vivienda que ocupaban sus padres en Valdemoro. Las plumas, así como numerosos relojes de lujo, fueron subastados a comienzos de febrero en la casa de subastas Segre por orden del juez Velasco ante la falta de espacio en el juzgado para custodiarlas. Para las esculturas y cuadros que se intervinieron se pidió la valoración de una experta del Museo Nacional Reina Sofía de Madrid para conocer su autenticidad y valor de mercado. Ésta emitió el pasado mes de julio un informe conocido ahora tras levantarse el secreto de sumario en el que valoraba sendas esculturas de Nathan Carter, Tony Cragg, Xavier Mascaró, Martín Chirino y Javier Velasco en 555.500 euros. De la del último de estos artistas aseguraba que su valor original debía rondar los 3.000 euros, pero su mal estado de conservación lo había reducido a 500 euros. También daba su opinión sobre dos cuadros y otras seis esculturas halladas. De los primeros afirmaba que no existían referencias sobre su existencia ni se distinguía quiénes podían ser sus autores. De la media docena de bronces, ninguno de los cuales superaba los 40 centímetros de altura, destacaba que eran copias de otras obras de mayor tamaño del artista colombiano Fernando Botero, pero que ninguna estaba autentificada por lo que descartaba valorarlas.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación