El PSOE obtuvo en las pasadas legislativas casi siete millones de votos y más de 900.000 los cosechó en Cataluña. Esta es, en términos electorales, la importancia que para Alfredo Pérez Rubalcaba tiene en estos momentos el PSC, una formación que le ha provocado un fuerte dolor de cabeza desde que en febrero de 2012 asumió la secretaría general. En aquel congreso, los socialistas catalanes dieron su apoyo a Carmen Chacón, otra pesadilla que Rubalcaba no acaba de enterrar y que está a punto de resucitar a su regreso de Miami. “Cuando Rubalcaba despertó, el PSC todavía estaba allí”, comenta gráficamente un veterano dirigente socialista para explicar la congoja en la que vive el líder de su partido cada vez que se desayuna con una sorpresa proveniente de Cataluña.
La ambigüedad y el doble juego del PSC, sumados a la ambición de Carmen Chacón suponen una pesadilla para Rubalcaba
La última le llegó la semana pasada cuando vio reflejada en la prensa que el primer secretario del PSC, Pere Navarro, había autorizado la inclusión en el programa electoral de las europeas del llamado derecho a decidir, la palanca elegida por el frente soberanista para movilizar a su favor, incluso, a las capas de población que recelan de la independencia. La relación de Rubalcaba con Navarro es educada, pero está presidida por la desconfianza. Ambos tuvieron que elegir a finales del año pasado entre separar al PSOE del PSC o introducir a este último en una olla a presión sin válvula de seguridad, resume una fuente muy cercana a Rubalcaba. El problema es que Navarro carece de la autoridad suficiente en su partido como para conducir este proceso, no solo por el desastre electoral al que condujo a los socialistas catalanes hace dos años, obligándoles a reptar por el suelo más bajo de su historia, sino por no haber sabido incorporar a su proyecto al ala más catalanista del PSC, que representa a un 30% de su militancia, capitaneada por exdirigentes que ya pusieron pies en polvorosa –los casos de Ernest Maragall y Antoni Castells son los más sonados– y también por quienes ahora –Marina Geli, Joan Ignasi Elena…– no descartan crear un nuevo partido.
En el PSOE se ve a Pere Navarro con poca autoridad para conducir a buen puerto al PSC en plena tormenta soberanista
Con este equipaje se subirá el próximo martes Rubalcaba a la tribuna del Congreso para decirle a Mariano Rajoy en el debate del estado de la nación que tiene que sentarse a hablar sobre Cataluña para cambiar la Constitución e introducir en ella un modelo de Estado federal en el que los catalanes se sientan cómodos. Entre los 14 diputados del PSC que le escucharán desde sus escaños hay quienes sintonizan con él porque le deben su puesto en la dirección del Grupo y quienes sirven de antena permanente a Pere Navarro para informarle de las escaramuzas que se viven semanalmente en el Congreso y afectan a su comunidad. Ya no reclaman grupo parlamentario propio porque han conseguido mucho más: condicionar más de lo que nunca imaginaron la actitud de Rubalcaba y del PSOE en todas las decisiones que les incumben. El último aviso le llegó a Rubalcaba el pasado jueves desde la calle Nicaragua de Barcelona, donde tiene su sede el PSC: no se tolerarán más bromas en votaciones relacionadas con el proceso soberanista que puedan disparar la sangría electoral de los socialistas catalanes y menos actuando a remolque de Rosa Díez y del PP.
Los socialistas catalanes han conseguido influir en el PSOE y en sus diputados mucho más que si tuvieran grupo propio en el Congreso
En la ejecutiva socialista se opina que el PSC no ha sabido jugar inteligentemente sus bazas después de la caída del tripartito que presidió José Montilla –uno de los presidentes con formación más deficiente que ha tenido Cataluña– y que ha perdido su brújula en plena tormenta soberanista: “Ya no representa ni al obrero del Bajo Llobregat ni tampoco a las distintas sensibilidades que le dio tantos éxitos electorales en la etapa de Felipe González”, asegura una diputada socialista que admite que el PSC ha terminado siendo el caballo de Troya del nacionalismo debido a su ambigüedad en asuntos de tanta relevancia como, por ejemplo, el llamado derecho a decidir.
Una diputada socialista admite que el PSC ha terminado siendo el caballo de Troya del nacionalismo catalán
La opinión más extendida en las filas socialistas es que el PSC no saldrá fácilmente de su confusión, se la pegará en las elecciones municipales del año que viene y hundirá todavía más al PSOE en las próximas legislativas porque la apuesta soberanista de Artur Mas es un proyecto político tan potente que le ha pillado desnortado. Algunos exministros que rodean a Rubalcaba prevén lo que podría estar por llegar y ambicionan la moqueta europea. Otros, integrantes de la vieja guardia socialista, sostienen, incluso, que el PSOE obtendría en estos momentos más votos que el PSC si se presentara con marca propia en Cataluña, algo que llegó a tantearse el año pasado cuando el divorcio entre ambos partidos llegó a estar sobre la mesa. La razón es sencilla: ha perdido credibilidad a raudales en Cataluña porque los electores desconocen qué va a hacer con su voto.
Algunas voces del PSOE insisten en que si el partido se presentara con marca propia en Cataluña, obtendría más votos que el PSC
El suplicio al que el PSC somete a Rubalcaba no para aquí. En noviembre, el PSOE celebrará elecciones primarias y hay un fuerte ruido interno ante la posibilidad de que sean precisamente los socialistas catalanes, en estas condiciones, los que más influyan en la elección del cartel electoral. El dicho de un parlamentario de este partido, seguro que nubla muchos de los amaneceres del actual secretario general: “Cuando Rubalcaba despertó, el PSC todavía estaba allí”.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación