España

Rajoy busca la distensión y ofrece ayuda a Mas para evitar elecciones anticipadas en Cataluña

El frente soberanista llega al 9-N muy dividido, CiU al borde del divorcio y Artur Mas con la duda de si se verá forzado o no a ir a elecciones anticipadas que le conducirían a su suicidio político. Mariano Rajoy ya le ha trasladado el mensaje de que está dispuesto a ayudarle para poder evitarlo y todo dependerá de cómo transcurra el ‘proceso participativo’ de este domingo en Cataluña. Huele a componenda en la sombra.

Hace unos días, se escuchaba en el Congreso de los Diputados en boca de un ministro: “Dicen que la estupidez explica el 70% del comportamiento humano. Aún desconocemos si Artur Mas será capaz de vencer esta inclinación y evitar ir al suicidio”. Lo que, en el fondo, está en juego este domingo en la política de corto plazo es si el presidente de la Generalitat será capaz de soslayar la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña, una posibilidad que abocaría muy posiblemente a su partido a ceder la hegemonía a Oriol Junqueras (ERC) y a encarar una refundación en la que el propio Mas pasaría a la historia como uno de los líderes más dañinos para los intereses nacionalistas.

Hay dirigentes de Convergencia i Unió que llevan meses vaticinando que después del 9-N, las cosas entre la Generalitat y La Moncloa, entre Cataluña y el resto del Estado, “no irán a mayores”. Sus pronósticos, basados en la sospecha de que hay una componenda en la sombra, descansan también en lo perjudicial que resultaría para el propio Mas ir a unas elecciones anticipadas renunciando a apurar los dos años justos que le quedan de legislatura y, por tanto, a remontar en las encuestas y coger oxígeno gracias a la recuperación económica que la mayoría de los indicadores detectan en esta comunidad.

Dirigentes de Convergencia anticipan que las cosas "no irán a mayores" y sospechan de una componenda en la sombra

Es improbable que Mas nos conduzca a todos al suicidio”, comenta un alto dirigente de CiU, que lo apuesta casi todo a cómo evolucione la jornada ‘festiva’ de hoy domingo en Cataluña. El Gobierno de Mariano Rajoy lleva días rebajando el diapasón, dejando entrever que mirará para otro lado si la Generalitat se inhibe en el ‘proceso participativo’ y cede el protagonismo a “la sociedad civil”. En otras palabras, que no utilizará a los 500 miembros de las Fuerzas de Seguridad movilizados en lugares estratégicos para la ocasión ni tampoco empujará a intervenir a la Fiscalía para mantener el orden establecido, como si en realidad se estuviera asistiendo a un revival de la Diada del 11 de septiembre. Objetivo compartido: que el proceso no se le vaya de las manos a sus promotores. Por esta razón, el sector más moderado de CiU, incluso, cree que Rajoy cometió una torpeza al volver a recurrir el sucedáneo de consulta al Constitucional, después de la reconversión hecha por parte de la Generalitat. Lo único que habría conseguido con ello el Gobierno, este domingo se verá, es movilizar aún más al sector independentista y colaborar a que el 9-N tenga un mayor seguimiento.

En cualquier caso, la actitud final del Gobierno se ha relajado y se ha visto acompañada de algunos mensajes conciliadores por parte de la Generalitat. En este contexto hay que interpretar la carta que Mas ha prometido enviar a La Moncloa este lunes para abrir la negociación sobre las 23 reclamaciones de contenido económico que le entregó en mano a Rajoy el pasado julio. En buena lógica, el anuncio de la misiva lleva implícita la intención del presidente de la Generalitat de no ir a elecciones, explican fuentes nacionalistas, y de entablar un diálogo que podría parecerse mucho al que anualmente por estas fechas han solido mantener los gobiernos de turno con CiU antes de la aprobación definitiva de los Presupuestos. Hace tres meses, cuando Mas le entregó al presidente sus exigencias, Rajoy le respondió que algunas de ellas eran razonables y que todavía se estaba a tiempo de enderezar el rumbo si la Generalitat no violentaba la ley. Se trataba de evitar el “punto de no retorno” y parece que Mas ha acabado por aceptar este guion.

El rechazo de ERC a una candidatura única

Estas mismas fuentes recuerdan que a ERC tampoco le interesa en estos momentos afrontar unas elecciones, como lo demuestra su rechazo a elaborar una lista única con los nacionalistas en la que la debilidad de éstos pueda quedar disfrazada. Si, finalmente, la jornada de este domingo transcurre sin episodios de violencia y sin mayores sorpresas, una posibilidad vista con temor entre los convocantes, éstos habrían bordeado la legalidad sin llegar a sobrepasarla y Mas podrá presentar los resultados como un acto cívico de protesta ciudadana que él ha liderado hasta el final, eso sí, con Esquerra soplándole en el cogote.

Ha pasado desapercibido con tanto ruido, pero en La Moncloa se valoró la decisión de Mas de respetar la prohibición por el Constitucional de la primera convocatoria de referéndum y la decisión posterior de la Generalitat de rebajar el desafío al Estado mediante el llamamiento a un simulacro que en nada se parece a una votación convencional. La olla a presión ha ido soltando vapor y ahora lo que queda por ver es cómo el Gobierno catalán, con varios consejeros contrarios a ir a las barricadas, levanta la tapa, detallan en CiU.

El PP ha sido el último en ofrecer a CiU un pacto de estabilidad para que apure la legislatura catalana

En las filas nacionalistas se da por descontado que Oriol Junqueras y la Asamblea Nacional Catalana mirarán como un plato de mal gusto que Mas retome el diálogo con Rajoy. Y, en mucha mayor medida, que acepte la invitación que le han ofrecido el PSC e, incluso, el PP, para sellar un pacto de estabilidad con el que aprobar los Presupuestos autonómicos de 2015 y llevar la legislatura hasta 2016. El negocio tanto de ERC como de CiU consiste en mantener vivo el pleito que les enfrenta al Estado hasta que se formalice el llamamiento a las urnas, conscientes también de que a medida que se aproximen las elecciones locales de mayo, las que verdaderamente interesan a los socios del frente soberanista, aumentará la tentación del Gobierno de utilizar el problema catalán para engordar la cesta de votos en el resto de España.

Tienen razón los nacionalistas cuando advierten de que el 9-N no acaba nada y empieza la gran batalla, todavía se desconoce con qué armas y también con qué ejércitos.

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