La lectura de la prensa internacional durante este verano induce a pensar que se sigue abusando de los estereotipos y de la exageración. En medios como The Guardian, The New York Times, The Wall Street Journal o el alemán Handelsblatt se ha narrado con tinta demagógica que los españoles acuden con pánico a los bancos a sacar su dinero y que en España aumentan los suicidios como consecuencia de la crisis de la deuda. Estos ecos preocupan al Gobierno, como es lógico, pues la economía española se encuentra en pleno proceso de rescate y todavía está en el aire el precio que tendrá que pagar por ello.
Al penoso tratamiento que España recibe en algunos tabloides internacionales se suma un calendario político muy contaminado que Mariano Rajoy teme se le complique aun más por la inclinación de Artur Mas a anticipar las elecciones catalanas a la primavera. De hecho, en el Gobierno se percibe que la precampaña electoral ya ha comenzado en Cataluña y que el país ha entrado ya en un clima de turbulencias con motivo también de los comicios gallegos, los más importantes para el PP, y los vascos.
La prensa internacional ha contado que los españoles acuden con pánico a los bancos a sacar el dinero y que han aumentado los suicidios como consecuencia de la crisis
Las elecciones catalanas no tendrían esta vez nada de particular si no fuera por la progresiva radicalización que se percibe en Convergencia Democrática. Huérfano de tesorería y con unos vencimientos de deuda en el tercer y cuarto trimestre del año que rozan los 6.000 millones de euros, Artur Mas no encuentra otro respiradero que el de agitar su enfrentamiento con el Estado acentuando el carácter independentista de la formación que preside ya que en Madrid sabe que no hay un duro. Así se le ha dejado claro desde el Ministerio de Hacienda al consejero Andreu Mas Colell, un excelente economista pillado en la pinza de las tensiones políticas que la Generalidad libra con el Gobierno central.
En La Moncloa se teme este año que la Diada que se celebra el próximo martes en Cataluña tenga un tinte independentista mucho más acentuado que el de otros años, una foto nada ventajosa para la imagen exterior de España en un momento en el que todas las miradas, incluida la de Angela Merkel, están puestas sobre las comunidades autónomas. Los diputados nacionalistas que trabajan en la Carrera de San Jerónimo no ocultan que esta Diada puede ser el disparo de salida de una campaña electoral que Convergencia intentará convertir casi en un plebiscito contra Rajoy.
Artur Mas sabe que Hacienda no tiene dinero y busca radicalizar el mensaje soberanista como respiradero electoral en Cataluña
Cataluña es una de las comunidades más endeudadas, más del 21% de su PIB, y para acceder a la financiación de los mercados no tiene más remedio que pasar por el aro del fondo de liquidez estatal, umbral a partir del cual se le impondrán duras condiciones para cumplir con los objetivos de déficit y una fuerte tutela política que el actual Gobierno de Artur Mas se muestra remiso a aceptar.
En los mensajes del nacionalismo ya se presenta como una lacra para los intereses catalanes la marca España, una bomba de relojería que son incapaces de desactivar el socialismo del PSC, en pleno proceso de recomposición, y tampoco el PP, pendiente de resituarse en el turbulento mapa catalán por su fuerte dependencia del Gobierno central.
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