En el equipo de Rubalcaba se admite que el conflicto catalán le obliga a hacer un doble juego. Por una parte, en Cataluña al PSC no le interesa que el electorado perciba que los socialistas caminan juntos con el PP en la excursión contra el plan secesionista. Por otra, en el resto de España al PSOE sí le conviene seguir siendo considerado como un partido de Estado compartiendo, en lo básico, su estrategia con el Gobierno de Mariano Rajoy ante el desafío abierto por el frente soberanista. Sobre el papel, la principal diferencia entre Rubalcaba y Rajoy sobre el proceso secesionista procede de la apuesta del primero por una reforma constitucional que, a modo de bálsamo de Fierabrás, resuelva el problema. El presidente del Gobierno no la ve ni conveniente ni oportuna en estos momentos, a pesar de que ha invitado de forma imprecisa a abrir el melón.
La principal diferencia de Rubalcaba con Rajoy reside en su apuesta por una reforma constitucional a modo de bálsamo de Fierabrás
A este doble juego responden los movimientos de Rubalcaba. El pasado lunes, defendió en el Congreso criterios muy parecidos a los del presidente del Gobierno ante la aspiración de la Generalitat a disponer de manos libres para convocar la consulta independentista. De hecho, hubo periódicos de alcance nacional que titularon así: “Sólido alegato de Rajoy y Rubalcaba contra la vía independentista de Mas”/“Rajoy y Rubalcaba desmontan la consulta ilegal y el victimismo nacionalista”. Sin embargo, en alguno de los medios catalanes más cercanos al PSC se pudo leer al día siguiente del debate: “El PSOE lamenta que el PP persista en el inmovilismo”. Fueron dos formas de observar la misma sesión plenaria, una que pone de los nervios a los socialistas catalanes y otra que concentra el mensaje que quieren transmitir: PP y PSOE no están en el mismo barco ante la afrenta soberanista.
En este contexto, Rubalcaba se reunió ayer con el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, con el pretexto de transmitir que está de acuerdo con los nacionalistas más templados en que el Gobierno debe sentarse a hablar con Artur Mas y evitar el choque entre el Estado y Cataluña. Esta reclamación no tiene contraindicación alguna para Rubalcaba ya que sintoniza también con la opinión de la mayoría de la clase financiera y empresarial, con la que ha mantenido frecuentes contactos en los últimos meses para abordar el problema: hay que dialogar porque el tiempo se acaba, es la síntesis del mensaje.
Los socialistas catalanes han quedado preocupados por la imagen de unidad que Rubalcaba ha dado con Rajoy ante el conflicto soberanista
Sin embargo, el objetivo del encuentro fue otro y obedece, según confiesan medios socialistas, al interés de Rubalcaba en no reabrir las tensiones con el PSC. “Si es necesario acentuar las distancias con el PP, se hace y punto”, señalan fuentes del PSOE. Podría haber sido una reunión reservada, sin fotógrafos, pero fue todo lo contrario. Un maestro en el manejo de la escena, Rubalcaba se dejó retratar por los fotógrafos junto a Duran en la llamada M-30 del Congreso, la misma que suele utilizar también la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para conversar de manera informal con algunos portavoces parlamentarios y la que frecuentan los ministros cuando quieren abordar algún asunto de actualidad estando pendientes, al mismo tiempo, de los debates que se desarrollan en el hemiciclo.
El PSOE teme un nuevo incendio con el PSC cuando se vote en Cataluña la ley de Consultas con la que Mas pretende blindar el referéndum
Esta subordinación de Rubalcaba al PSC no es nueva. Hace mes y medio, tuvo que convocar una especie de gabinete de crisis en su grupo parlamentario porque los socialistas catalanes le advirtieron que era la última vez que se dejaban arrastrar junto al PP en una votación promovida por Rosa Díez contra el plan soberanista. El líder del PSOE tomó medidas y descartó públicamente nuevos apoyos a mociones presentadas sin un acuerdo previo por UPyD, sofocando así el incendio. Pese a ello, la relación de Rubalcaba con el primer secretario del PSC, Pere Navarro, sigue siendo inestable y sometida a continuos sobresaltos, entre otras razones porque los socialistas catalanes todavía no han dicho la última palabra sobre la actitud que adoptarán cuando se someta en el Parlament a debate la ley de Consultas, en la que ya trabaja la Generalitat y con la que Artur Mas aspira a blindar legalmente el referéndum que ha fijado para el 9 de noviembre.
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