Cataluña

El callejón sin salida de Borràs: Junts teme que su radicalismo ahogue al partido

Jordi Turull, secretario general del partido, intenta ser argamasa dentro de una formación que se rompe por momentos y a la que le cuesta mantener las formas moderadas de cara a las municipales

Cisma en Junts. El saludo de su presidenta, Laura Borràs, a las personas que boicotearon el homenaje de 17-A ha dado mucho que hablar dentro del partido, que teme el perjuicio de este tipo de imágenes tanto a nivel electoral, de cara a las elecciones municipales de 2023, como a nivel político. Miembros de Junts ven peligro en que la línea única del partido se vea influenciada por otros grupúsculos radicales no institucionalizados, acrecentados por la egolatría de Borràs. Pero no es la primera vez que la presidenta hace gala de tener un séquito y desmarcarse. Su baño de masas en el 17-A ha sido la guinda del pastel. El mes pasado, más de un centenar de followers de Borràs acudieron ante el Parlament antes de que la Mesa del Parlament promulgara la suspensión de la líder independentista.

Con la apertura del proceso judicial en su contra por malversación, que de momento le ha costado la inhabilitación como presidenta del Parlament, la imagen de Junts se ha enrarecido y Borràs, lejos de alejarse de los focos mediáticos ha acrecentado su 'papel' político. De hecho, hace unos días volvió a utilizar su cuenta de Twitter de presidenta del Parlament haciendo oídos sordos, no solo a la Justicia catalana, sino sobre todo a los grupos que votaron su salida del Parlament: PSC, ERC y la CUP.

El partido ve con recelo este tipo de comportamientos que, explican, tienen tonos populistas y echan de menos una actitud más seria y responsable. Critican que son conductas que no están a la altura de un cargo cuyo grupo parlamentario forma parte del Govern de Cataluña. Así, con el llamativo boicot del 17-A, se acrecientan las voces disidentes contra Borràs, que temen que su falta clara en las formas y maneras ahogue cualquier tentativa de atraer a un electorado más moderado.

El partido ve con recelo este tipo de comportamientos que, explican, tienen tonos populistas y echan de menos una actitud más seria y responsable

De cara a las municipales que se celebraran el año que viene, lo que está claro es que con el 17-A ERC ha salido reforzado como partido independentista y autonómico tras respetar el minuto de silencio frente a Junts, por mucho que luego el grupo de Borràs intentara tapar el escándalo en su cuenta de Twitter para matizarlo y reconducir la situación: "Expresamos nuestro más energético rechazo a la interrupción del minuto de silencio". Un tuit que evidenció el aislamiento de Borràs: fue apoyado por el mismo Carles Puigdemont, Turull, el vicepresident Jordi Puigneró, Albert Batet, el portavoz Josep Rius o Mònica Sales, entre otros, además de muchas delegaciones comarcales.

La distancia entre Junts y ERC, acrecentada ya por temas tan clave como la mesa de diálogo, ha reforzado el perfil duro de Junts pero le ha acabado pasando factura. Y Borràs frente a Jordi Turull, secretario general de Junts y con un perfil más bajo, lo ha personificado en la calle. Por eso, diferentes personalidades del partido ya le han pedido al secretario general que actúe contra el 'laurismo', como tilda ERC el fenómeno de Laura Borràs. En el seno del grupo secesionista, lo sucedido en el 17-A ha sido la gota que ha colmado el vaso y reclaman ahora que la presidenta del partido de indicios claros de su fidelidad a un proyecto único.

La difícil posición de Turull

Ante la anárquica Borràs, los miembros de Junts que no forman parte de su guardia pretoriana (Francesc Dalmases como principal eslabón) buscan en Turull una salida. Ya con la apertura del juicio contra ella eran más los partidarios de que Borràs tomara segundas posiciones para no perjudicar a Junts y, ahora, esa petición gana adeptos. La postura de Turull, sin embargo, es prudente. El secretario general no quiere que estalle una guerra civil en el seno del partido. Aunque cada vez más miembros están apoyándole, puesto que fue el que obtuvo más apoyo en el congreso del partido tras la salida de Carles Puigdemont.

Fue él el que tuvo que calmar los ánimos tras las imágenes de Borràs del 17-A, cuando destacadas personalidades de Junts observaban indignadas cómo la presidenta apoyaba el escrache del aniversario de los atentados yihadistas. Su figura intenta ser argamasa dentro de una formación que se rompe por momentos y a la que le cuesta mantener las formas moderadas que ganan el discurso político. Está por ver cuál es el futuro de Borràs. Si se atrinchera con su escuadrón interno o cede el pulso.

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