Jaume Collboni ha reiterado los últimos días que el problema de la vivienda es su "principal prioridad". Y durante la cumbre de Liderazgo Global de FIABCI celebrada en Barcelona el pasado lunes, el alcalde defendió que la solución pasaba en parte porque los inversores y empresarios se comprometiesen en poner a las "personas por encima de los beneficios". En sintonía con esta lectura, en vísperas del puente de la Constitución, anunció que su Ejecutivo está dando los primeros pasos para regular los alquileres de temporada. Antes, en junio informó de que iba a convertir en viviendas residenciales los 10.000 pisos turísticos legales que había en Barcelona. Y en marzo, Collboni se felicitó por ser la primera gran ciudad en acogerse a limitación a los precios del alquiler aprobada por Sánchez.
Las cifras, sin embargo, no están avalando su empeño en solventar la crisis de vivienda. El pasado noviembre, los alquileres siguieron subiendo un 14,4% respecto al mismo mes del año anterior. Ello significa que crecieron por encima de la media española, situada en un 11,1%, según datos aportados por el portal Idealista. Su estudio también confirmaba que la capital catalana sigue siendo la ciudad con los alquileres más caros de todo el país, situándose el metro cuadrado a 22,3 euros. Una radiografía en consonancia con la situación en el conjunto de Cataluña, que representa la segunda autonomía más cara de España después de la madrileña.
Esta conjunción de precios inasequibles y políticas de vivienda restrictivas no han tardado en hacer mella en los inversores internacionales. Así, después de que diarios como 'The Guardian' se hicieron eco de su voluntad de dar cerrojazo a las licencias de los pisos turísticos, Barcelona ha dejado de ser vista como una de las ciudades predilectas de los inversores europeos. Así lo refleja el dosier 'Tendencias en el mercado inmobiliario en Europa 2025', confeccionado por PwC y Urban Land Institute, que en esta edición ha expulsado a la Ciudad Condal de los diez primeros puestos. Y es que, según el estudio, Barcelona ha abandonado el top 10 a causa de la "inestabilidad política y las desafiantes regulaciones sobre el alquiler".
"Prohibir, limitar, restringir"
Según sus autores, la excesiva regulación del alquiler está disuadiendo a los inversores inmobiliarios —sin ir más lejos, el pasado jueves Collboni anunció en torno a los alquileres de temporada que el propósito del consistorio residía en "prohibir, limitar o restringir", verbos que no pasaron inadvertidos a los que consideran su regulación "invasora"—. Y, para más inri, el estudio comparaba a la ciudad con Madrid, que según sus analistas resultaba mucho más atractiva —no en vano, la han colocado este año en el segundo puesto, solo superada por Londres—. También es cierto que se subrayaba otro factor negativo sobre el que Collboni no puede intervenir, como es la "restringida" disponibilidad del suelo —problema que comparte con ciudades como Oslo—.
En cualquier caso, el Ejecutivo municipal no solo se muestra a favor de las restricciones impulsadas por Sánchez, sino que se le antojan insuficientes. Janet Sanz, presidenta del grupo municipal de los Comunes, —que había exigido como condición a su apoyo a los presupuestos que se regulase el alquiler de temporada— ha tachado de "error histórico" que la ley del Gobierno central sobre el tope al alquiler no incluyese esa modalidad de arrendamientos, que juzga un "fraude" motivado por el interés crematístico de los propietarios. Una valoración a despecho de la emitida al mismo tiempo por la Cámara de Propietarios de Barcelona, que ha recordado que la "inseguridad jurídica" que genera la norma conduce a los propietarios a retirar sus viviendas del mercado ante la posibilidad de impagos.
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