Cataluña

La cumbre hispanofrancesa subleva a ERC contra Aragonès y delata el fracaso de Sánchez en Cataluña

Moncloa, que no ha dudado en poner alfombra roja a Barcelona en un acto de calibre europeo con el proyecto de hidrógeno H2Med en el foco, espera dar una imagen de estabilidad y triunfo en Cataluña, utilizándola como escaparate de su gestión

Está solo, incluso dentro de su partido. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se ha mantenido firme a medida que se iba acercando la cumbre hispanofrancesa que reunirá al presidente francés, Emmanuele Macron y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez este jueves, pero a medida que la fecha se acercaba iban surgiendo más fisuras dentro de los republicanos. La presión de Junts, que hizo un llamamiento a la movilización general en el MNAC contra una reunión que simboliza el fin de la reivindicación independentista, y las críticas de secesionistas radicales como el Consell de la Republica ha dejado en una difícil tesitura al dirigente catalán que ha visto cómo los de su propio partido han acabado desaprobando el encuentro.

Su aislamiento fue haciéndose definitivo por capítulos, aunque solo bastaron tres actos: el primero, cuando el exdirigente de ERC, Oriol Junqueras, afirmó que asistiría a la protesta para defender la independencia de Cataluña, la amnistía y la autodeterminación aunque matizó, pese a la contradicción, que Aragonès plantearía cuestiones de relevancia al presidente francés. El segundo golpe a Aragonès fue por parte de la militancia de ERC más a favor de la vía unilateral, que escribió un comunicado abiertamente a su 'president' para que se abstuviera de acudir y afirmaba que el encuentro con Francia era una clara ocasión para que Sánchez hiciera ver que el 'procés' está obsoleto. "Hace falta hacerle ver la realidad", decía el comunicado.

El tercer signo de desaprobación al 'president' ha sido la invitación este lunes de la misma portavoz de ERC, Marta Vilalta, a la ciudadanía catalana a participar en la movilización secesionista ante la cumbre hispanofrancesa en Barcelona. No era la primera ocasión que se refería al derecho a protestar por este encuentro pero esta vez lo ha recalcado: "Una gran evidencia: que el conflicto político entre Cataluña y el Estado español no se ha resuelto". Argumentó que el independentismo no está ni desmovilizado ni desanimado, y ha asegurado que ERC se manifestará para defender la autodeterminación y la amnistía: "El independentismo está bien vivo y vigente" pese a que el Gobierno asegure lo contrario.

En este contexto, la soledad de Aragonés empezó a rozar el ridículo cuando en la tarde del martes la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, explicó las funciones que tendría durante la reunión bilateral. Matizó que el 'president' no participará en las reuniones sino que se limitará a dar la bienvenida a Sánchez y a Macron, por lo que su papel en la reunión será meramente secundario. Explicó luego que desde el Govern no se sabía aún "si se darán la circunstancias" para que Aragonès pueda trasladar algún mensaje". Una situación que acabó por encender aún más el debate entre los secesionistas más acérrimos, que interpretan que el líder del Govern se está humillando apropósito e incluso le tildaron de mayordomo por su 'servicio' a los líderes de la cumbre: "le invitan a hacer el café", decía, entre otras muchas críticas en redes sociales la diputada de Junts, Aurora Madaula.

Este ninguneo también fue evidente cuando Plaja afirmó que aún no habían recibido respuesta a la carta que Aragonés envío a Moncloa con algunos puntos a tratar durante la cumbre. Una misiva ha pasado desapercibida por el Ejecutivo de Pedro Sánchez a pesar de que ha decidido celebrar esta cumbre anual en la ciudad condal. "No esperábamos una respuesta rápida, pero creíamos que era importante dar traslado y poner el foco en lo que consideramos que son cuestiones trascendentales", dijo entonces Plaja. El silencio de Moncloa ha dejado en evidencia aún más a Aragonès, que tiene que lidiar ahora con la sublevación en su contra por parte de los suyos además de la fractura que sufre su imagen por la evasión del Estado a sus peticiones.

Una estrategia forzada de Moncloa

Moncloa, que no ha dudado en poner alfombra roja a Barcelona en un acto de calibre europeo ya que, entre otros asuntos, se tratará gran proyecto de hidrógeno H2Med, espera dar una imagen de estabilidad y triunfo en Cataluña, utilizándola como un escaparate de su gestión. La elección estratégica de Barcelona pretende poner de relieve una supuesta normalización institucional en la autonomía después de la distensión en Cataluña por la formación de la Mesa de Diálogo y sobre todo tras las recientes reformas penales que han beneficiado a los condenados por el 'procés'. Pero ni la derogación del delito de sedición ni la reforma de la malversación han sido una moneda de cambio para que, por ejemplo, el líder beneficiado Oriol Junqueras no saliera a la calle para boicotear la cumbre.

A esta pretensión maquillada de normalidad se le suma la agitación en la calle. Diferentes colectivos radicales ya han empezado a generar altercados alrededor de Montjuïc y los Mossos tienen previsto blindar la zona con el despliegue de 12 unidades además de la colaboración de otras fuerzas de seguridad. Este jueves a primera hora varias entidades y partidos participarán en la manifestación, en la que Junts espera que sea un "punto de inflexión" para volver a encauzar la causa independentista.

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