ERC y PDECat tendrán el próximo 28 de abril su primera prueba para conocer qué partido lidera el independentismo en Cataluña. Los republicanos "saldrán a ganar", y no, no se refieren a ser mayoría en el Congreso, sino a materializarlo en Cataluña.
La dura pugna entre estas dos formaciones por liderar los votos del independentismo viene de lejos, con ERC al alza tras superar en 150.000 votos a la antigua Convergencia en las elecciones generales de 2016, eliminando así su cartel de eterno segundón. El resultado de cara al último domingo de abril está más abierto que nunca, con el rechazo de los republicanos liderados desde la cárcel por Oriol Junqueras a formar parte de la Crida de Carles Puigdemont, y un fuerte debate en el seno del PDeCAT para formar piña con Puigdemont y Quim Torra, presidente de la Generalitat.
Los convergentes tratan ahora de conformar una supuesta unidad transversal, ligando entre los antiguos convergentes y la parte más radicalizada, afín a Puigdemont. Las dos formaciones han rechazado aprobar los Presupuestos Generales del Estado al no incluirse la autodeterminación en la negociación exigida por Quim Torra.
Frenar a la derecha
Aunque las encuestas publicadas hasta ahora dan como claro vencedor a ERC en Cataluña, la realidad es que ERC aún no ha ganado en votos y escaños al PDeCAT. Con un nuevo Gobierno, el independentismo tratará de hacer valer su minoría parlamentaria, pese a que el escenario haya cambiado. No habrá, según apuntan por ahora las encuestas, un Ejecutivo sólido, con un PSOE al alza, pero a costa de Podemos, por lo que necesitaría a Ciudadanos para poder gobernar de nuevo. La formación liderada por Albert Rivera ya ha anunciado su rechazo a apoyar a Pedro Sánchez como presidente de España, y en caso de necesitar a los naranjas, los independentistas no tendrían nada que hacer para abrir su diálogo, con las mismas exigencias de siempre: referéndum, independencia y una mayor carga inversora en Cataluña, con la petición clave del corredor mediterráneo y la red ferroviaria.
En caso de editarse una mayoría conformada a semejanza del tripartito andaluz -PP, Ciudadanos y Vox-, los independentistas no tendrían ninguna posibilidad de diálogo durante la legislatura. Una estrategia que activaría su "discurso victimista", según apuntan fuentes parlamentarias a Vozpópuli.
La confrontación y victimismo, el discurso del independentismo
Las mismas fuentes han destacado que el independentismo necesita la "confrontación" para poder recabar apoyos entre los suyos. Tras conocerse la convocatoria electoral, Gabriel Rufián, diputado de ERC en el Congreso, ha comenzado a sembrar este discurso: "No seremos solo un partido. Seremos un dique, un frente contra el fascismo". "A quienes comparten los valores de la democracia, la justicia social y el antifascismo les decimos que nos da igual la bandera que tengan en el balcón o en el corazón, son de los nuestros", ha señalado, para remachar con un "salimos a ganar".
Acto seguido, el propio Rufián ha comenzado a mostrar un discurso victimista: "Si la izquierda española atacara al fascismo con la firmeza que ataca al republicanismo catalán, Vox seguiría siendo un partido con menos gente que algunos grupos de Whatsapp".
En la misma línea que Rufián se ha pronunciado el portavoz adjunto de JxCat, Eduard Pujol, respecto a levantar muros. "Seremos la muralla republicana y democrática a favor de Cataluña y contra el Estado del 155, la cultura del 'a por ellos' y la represión". Algunos de sus seguidores han reclamado tanto a PDECat como a ERC acudir a las elecciones bajo una única lista, tal y como sucedió en las autonómicas de 2015.
La convocatoria de estas elecciones generales anticipadas se podría haber evitado si las formaciones independentistas hubieran dado su voto al Gobierno en los Presupuestos. La estrategia hubiera malentonado al núcleo duro del separatismo, que exige un nuevo referéndum con el permiso del Estado.
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