Las embajadas catalanas en el exterior han disparado su gasto un 44,1% en dos años para relanzar el proceso separatista en el extranjero, según varios documentos obtenidos en exclusiva por Vozpópuli.
La Generalitat ha pasado de gastar 4,3 millones de euros en 2020 a 6,2 en 2022, que son los últimos datos disponibles. El Gobierno separatista catalán ha dilapidado más de 15 millones de euros en sus delegaciones en los últimos tres años ante la pasividad del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Cataluña cuenta en este momento con 21 delegaciones repartidas por todo el mundo. La consejera de Acción Exterior, Meritxell Serret, anunció hace unos días que la apertura este mismo año de una “embajada andina” en Iberoamérica que tendrá sede en Bogotá y cubrirá Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Embajadas catalanas que más gastan
Todas las sedes han registrado incrementos de gasto, al que hay que sumar la apertura de siete delegaciones en el período que registran los documentos (2020-2022). La embajada catalana más cara, y también la más antigua, es la de Bruselas. Esta delegación ha gastado más de 4 millones de euros. La oficina de la Generalitat ante la Unión Europea cuenta, según los documentos, con 18 empleados. Siete de ellos dependen directamente de la propia administración autonómica.
La segunda delegación catalana en gasto es la italiana, que fue creada en 2019, y que ha supuesto un coste de 1,45 millones en estos tres años. Le siguen las embajadas de Estados Unidos y Canadá y la de Suiza.
Las delegaciones den Europa Central y Alemania también superan holgadamente el millón de euros. Y las del sudeste de Europa, los Países Nórdicos y Bálticos y Francia también rozan el millón de euros en gastos.
En 2017, la Generalitat contaba con 'embajadas' ante la Unión Europea, Francia, Reino Unido e Irlanda, Alemania, Estados Unidos, Austria, Italia, Portugal y Dinamarca. Desde la llegada de Sánchez a La Moncloa en 2018, el independentismo ha sumado Ginebra, Lisboa, Roma, Ciudad de México, Buenos Aires, Corea del Sur y Johannesburgo, entre otras muchas. Las 21 delegaciones de Generalitat en el exterior dan soporte a más de 70 países, según datos del Gobierno catalán.
La pata exterior ha sido siempre una de las obsesiones del separatismo y el nacionalismo catalán. Y a ello ha dedicado ingentes cantidades de presupuesto: vender la causa a favor de la independencia catalana en el mundo y retratar a España como una especie de Estado opresor.
Diplocat y 155 en Cataluña
La aprobación del 155 por el golpe a la democracia del 2017 en Cataluña supuso un punto de inflexión para la acción exterior de la Generalitat. Una de las medidas adoptadas por el Gobierno fue el cierre de las mal llamadas embajadas catalanas y la liquidación del Diplocat, el brazo diplomático de la Generalitat.
El Tribunal de Cuentas cifró en 417 millones de euros el dinero desviado durante siete años a promocionar el referéndum ilegal del 1 de octubre fuera de nuestras fronteras. Los partidos separatistas esperan que la ley de amnistía entierre la responsabilidad contable de sus líderes.
El trabajo de estas delegaciones en el exterior es doble. Por un lado, socavar el nombre de España por tierra, mar y aire. Y, por otro, tejer complicidades a favor de otro referéndum de autodeterminación. El 1 de octubre del 2017 no lo consiguieron, pero la tensión que vivieron los diplomáticos españoles aquellos días temiendo algún tipo de reconocimiento a aquella consulta no se les olvida.
Vozpópuli ha informado de cómo las embajadas de España en el mundo asisten impotentes a la labor que desarrollan las delegaciones de Cataluña, cuyos responsables se presentan como representantes de un Estado catalán mientras el Gobierno mira hacia otro lado.
La acción de las delegaciones catalanas es monitorizada por las embajadas, pero se les deja hacer porque no hay instrucción política en contra del Ministerio de Asuntos Exteriores. Algunas embajadas han enviado puntualmente notas escritas al Ministerio que dirige José Manuel Albares denunciando actuaciones "especialmente graves" de la representación catalana. Nunca han recibido respuesta. Ni siquiera, dicen, un "tomamos nota".
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