El independentismo está roto no solo a nivel político sino también a nivel social. La falta de unidad, mostrada en público con la elección de la presidenta de la Diputación de Barcelona, Núria Marín (PSC), tras un pacto de los socialistas con el PDeCat, ha acabado por dinamitar los pocos puentes que quedan aún en pie, como el del Gobierno de la Generalitat, que por ahora se mantiene estable.
Este acuerdo ha significado el fin de una era. "Habrá un antes y un después", aseguraba el líder de ERC en la Diputación de Barcelona, Dionís Guiteras, tras confirmarse el apoyo de sus socios de gobierno a Marín. Las relaciones en el bloque independentista se han deteriorado tanto que algunos dan por cerrada la puerta a posibles acuerdos, aunque ambas formaciones mantienen sus contactos para tratar de tender los puentes dinamitados con los acuerdos municipales, ya no solo en los Ayuntamientos, sino también en las Diputaciones y Consejos Comarcales.
Desde el PDeCat hubo un intento de reconciliación antes de dar su voto a la socialista Marín, pero se trataba de un acuerdo de máximos: romper todos los pactos realizados con el PSC tanto los firmados por su partido como por ERC. Los de Esquerra se negaron en rotundo, más cuando habían conseguido desalojar al PDeCat de San Cugat del Vallés, una de las principales plazas de Cataluña por el poder adquisitivo de los vecinos, también en Tárrega y en consejos comarcales donde había ganado la formación liderada por Carles Puigdemont desde Bruselas.
ERC contraataca
ERC ha contraatacado hasta en dos ocasiones tras este ofrecimiento. El primero de ellos pasaba por entregar la presidencia de la Diputación de Barcelona al PDeCat y el segundo presentó a su propio candidato para dejar en evidencia a los neoconvergentes a los ojos de todos. Votaron antes a un socialista que a un independentista republicano. Más munición para Esquerra, y más excusas del PDeCat para rebajar la tensión.
La "unidad de acción", pedida hasta ahora por Carles Puigdemont, no solo ha hecho aguas sino que ha evidenciado que se trata de una guerra abierta por ostentar el poder en el bloque separatista. El primer intento de engatusar a ERC se escenificó con la presentación de la 'Crida Nacional', el llamado gobierno en la sombra de Puigdemont, y rechazado por los republicanos desde el inicio. ERC dejaba su mensaje claro: "Queremos acudir a las elecciones en solitario".
En el independentismo se llegó a decir que se había "tocado fondo". Lo dijo públicamente Elsa Artadi, concejal del PDeCat, en una polémica rueda de prensa. Los líderes de JxCat se reunieron entonces en Waterloo con Puigdemont con los de ERC, sin llegar a desencallar el conflicto interno. Después vinieron las reuniones "cordiales" entre ambas formaciones para desenquistar la situación, pero todo era en balde.
Independentistas critican a la ANC
Mientras esto ocurría hace durante los últimos días, la ANC iniciaba su campaña para escrachear a las formaciones que la han apoyado durante los últimos siete años. Pancartas contra el 155 y contra quienes lo favorecieron, como el PSC. Han sido solo un par de centenares de personas las que han secundado estas protestas, muy lejos de los miles e incluso millones de personas, según las cifras de la propia ANC, que se manifestaban los 11-S de los últimos años. Por no secundar, no ha conseguido que ni Òmnium Cultural se sume a las mismas.
Mientras la Asamblea difundía sus protestas en las sedes de ERC y PDeCat durante el pasado miércoles y jueves, Òmnium difundía actos del "Jo Acuso", una serie de conferencias para contrarrestar la inminente sentencia del juicio del 1-O. También realizaba actos de presentación del libro de Jordi Cuixart, presidente de la entidad y en prisión preventiva por su papel en el referéndum de 2017. Una muestra de la guerra abierta en este bloque.
Tampoco hay unidad, por ahora, de cara al 11-S, aunque quedan todavía dos meses por delante para al menos mostrar cierta unidad de cara al público. Mientras una parte de los independentistas han criticado a la ANC por la venta de las nuevas camisetas de cara a la manifestación del 11-S, no se ha escuchado, al menos en público, el nuevo 'merchandising' de Òmnium Cultural, consistente en una la iluminación de la palabra 'llibertad', y que se podrá colgar en el balcón de las viviendas.
Por su parte, la ANC ha programado para la víspera de la Diada iluminar la cumbre de las 131 agujas que componen el macizo de Montserrat, sin la colaboración, al menos por ahora, de la entidad presidida por Jordi Cuixart, en prisión preventiva por el juicio del 1-O.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación