Obsesionados con la figura del relator internacional para Cataluña. Para Junts era una de las principales líneas rojas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez, una figura que ya se ha pactado con el PSOE y que, según han explicitado algunos miembros de Junts, ya se ha puesto en marcha de forma parcial. En el pacto entre ambos partidos, se recoge que ambos partidos reconocían sus "profundas discrepancias" y eran "conscientes de la complejidad y de los obstáculos del proceso que se disponen a emprender" por las diferentes versiones sobre la legalidad del 1-O. Para la consecución de estos acuerdos, cita el pacto, poniendo de relieve que disponían de discrepancias para la resolución del conflicto, ambas partes acordaron dotarse de un "mecanismo entre ambas organizaciones, internacional, que tenga las funciones de acompañar, verificar y realizar un seguimiento de todo el proceso de negociación".
Hay muchas dudas sobre el aterrizaje de este mecanismo de mediación. Si bien el PSOE ha acordado que se trata de un mecanismo internacional y Puigdemont ya ha recalcado que esas tomas de contacto tendrán lugar en el extranjero, para los socialistas no es plausible elevar este conflicto a una trama que requiera de un acuerdo de paz con un diplomático extranjero como lo han necesitado escenarios de violencia armada. Fuentes de Junts apuntan a que se trata de un mecanismo propio, como lo tuvo Irlanda del norte o el País Vasco.
Sin embargo, la aparición de esta figura, por matizada que sea, ha puesto a España en una coyuntura en la que emerge la efeméride del terrorismo etarra en la memoria nacional, donde tuvieron que intervenir mediadores como el diplomático Jonathan Powell, que llegó a ser jefe de gabinete de Tony Blair. Esas figuras de relatores también se encuentran a nivel internacional en la resolución de conflictos como el de Indonesia, en 2006, con el mediador finlandés Martti Ahtissari, que intervino entre el presidente del país y el líder del Movimiento Libre de Ace.
En Sudán también requieren del mecanismo de mediación desde hace años. Cuentan, entre uno de los mediadores internacionales, con el expresidente de Botsuana y presidente de la Comisión Conjunta de Monitoreo de Evalución, Festus Mogae, que sigue acogiendo conversaciones de paz en medio de las violaciones el acuerdo para poner fin el conflicto. En el Salvador, donde el diplomático Álvaro de Soto negoció para poner fin a la guerra civil en las rondas de conversaciones entre el Gobierno y el Frente Farabundo Martí en los años 90.
Otro ejemplo es el proceso que se vivió en Irlanda del Norte. En este caso fue el mediador de EEUU, George Mitchell, con el apoyo de Bill Clinton, quien estipuló una serie de normas de conducta pacíficas para lograr la resolución del conflicto. Estas normas se centraron en seis grandes líneas que iban del uso de medios exclusivamente democráticos y el desarme a un compromiso con cumplir con los términos de los acuerdos multilaterales.
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