Juan Milián (Morella, 1981) es el coordinador general del PP en Cataluña. Fue diputado en el Parlament durante las jornadas más convulsas, con las leyes de desconexión del 6 y 7 de septiembre de 2017, y ahora ha escrito un libro, 'El proceso español' (Deusto), donde asegura que el independentismo, cuando "encuentre el momento oportuno" volverá a "golpear" a la democracia española.
Pregunta. ¿El 'sanchismo' ha dado oxígeno al 'procés'?
Respuesta. Sí. El independentismo iba perdiendo apoyos por sus contradicciones y sus conflictos internos. Sin indultos los lazos y las 'esteladas' iban desapareciendo. Ahora ven al Estado débil, en palabras de Oriol Junqueras, o España a punto de ser derrotada, según Jordi Cuixart. Los indultos formaban parte de la nueva hoja de ruta del separatismo para fortalecerse. Son solo un primer paso. Habrá más cesiones. Buscarán tener más fuerza y más instrumentos para tener más garantías de éxito cuando lo vuelvan a hacer. En definitiva, Pedro Sánchez dio por inaugurado un segundo 'procés' en el Gran Teatro del Liceu.
P. ¿Hay todavía un PSOE que se oponga a las políticas de Pedro Sánchez con el nacionalismo catalán o Sánchez se ha impuesto definitivamente?
R. Algunos barones parecen preocupados, aunque solo Emiliano García-Page haya mostrado su oposición de manera clara. El sanchismo es una mutación del PSOE. Es abandonar definitivamente la defensa de la clase trabajadora, apostando por la política de las emociones y de la identidad. La pandemia nos golpeó en medio de debates sobre Franco y el lenguaje inclusivo. Es una deriva que se ha producido en otras izquierdas occidentales y que solo ahora empieza a ser contestada. El sanchismo, con su exceso de propaganda y su narcisismo, no tendrá un largo recorrido. España también necesita una izquierda que la defienda. Ojalá el PSOE rectifique antes de que Sánchez tome decisiones irreversibles.
P. ¿Fue útil la manifestación de Colón? ¿Por qué la izquierda no quiso participar, pese a estar en contra de los indultos"
R. Hay una izquierda antinacionalista sobre todo entre los votantes socialistas. También algunos intelectuales como Félix Ovejero. Ellos tienen muy claro que el separatismo es antidemocrático, porque es un proyecto de extranjerización, de retirada de derechos políticos a una gran parte de los conciudadanos. Además, es antiprogresista. El Estado de bienestar no es sostenible si una parte del Estado puede separarse de manera unilateral. El chantaje para evitar la solidaridad sería continuo. La rareza española es que la izquierda de Podemos y de la actual dirección del PSOE compren el relato nacionalista y compartan una parte de su estrategia.
P. Al final lo que trascendió de la manifestación de Colón fue las declaraciones de Ayuso de involucrar al rey. ¿Cree que la estrategia fue acertada?
R. En Colón se defendió una oposición a los indultos, que es lo que piensan la mayoría de los españoles. Pero, aunque lo pensara una minoría, oponerse a estos indultos es democráticamente necesario. Son lo contrario de la concordia, porque no hay concordia sin Justicia. Dejan desamparados a los catalanes constitucionalistas. Aunque también quiero añadir que estos indultos son solo un primer paso. Cuestiones que hoy parecen impensables estarán encima de la mesa dentro de unos meses. El PSOE está repitiendo los mismos errores del pasado con una agravante: desde 2017 sabemos que el independentismo sí es capaz de declarar la independencia y de dar un golpe a la democracia. Ya nadie podrá decir que “no se podía saber” cuando lo vuelvan a intentar.
P. Incluso la patronal y la Iglesia se han mostrado partidarios de estos indultos…
R. Eso no significa que sea una buena idea. También hay empresas y obispos a favor de la independencia, y es una pésima idea. Además, el PSOE manifestaba una opinión totalmente contraria a los indultos antes de las elecciones. Carmen Calvo llegó a decir que un gobierno democrático no saca a los presos de la cárcel. Lo comparto, pero han mentido a sus votantes. Y ahora estos ven cómo se va a premiar a unas elites desleales, mientras se abandona a la Cataluña trabajadora, la Cataluña cívica, la que cumple la ley.
P. Dice que el secesionismo catalán y el "feminismo podemita" aplican la misma lógica, se basan en políticas de identidad y le confieren cierta superioridad moral. ¿Vox juega también a este juego?
R. Vox es, en gran medida, una reacción a este tipo de políticas. Es fruto de un diagnóstico, que puede ser certero, pero ofrece un mal remedio, ya que un nacionalpopulismo como el secesionista no puede ser combatido eficazmente con otro nacionalpopulismo simétrico. Las políticas de identidad dividen la sociedad, la estresan constantemente. Más división y más tensión no es la solución. Son necesarias políticas de Estado que refuercen los valores constitucionales. Es necesario que en comunidades como Cataluña los constitucionalistas se sientan protegidos y apoyados. Es necesaria la colaboración entre los partidos constitucionalistas. Es necesario un proyecto sugestivo que plantee una alternativa al nacionalismo por elevación, no con más populismo.
P. ¿Cree que en Cataluña habrá algún tipo de votación o referéndum en los próximos dos años. ¿De qué tipo?
R. El PSC ya llevaba un referéndum en su programa electoral de 2012. Y ahora parece que vuelve a comprar la falacia del “derecho a decidir”. No sé si será en los próximos dos años, pero me preocupa que el socialismo esté legitimando el discurso nacionalista que excluye al resto de España sobre aquello que nos afecta a todos.
P. En el libro dice que nunca quisieron realmente el diálogo, ¿cree que ahora, con la mesa de diálogo entre gobierno, sí lo quieren? Aunque sea porque ya no les queda nada…
R. No diría que no les queda nada. Tienen la Generalitat. Tienen toda una administración pública y un sistema de medios de comunicación al servicio de su causa. Tienen colonizada gran parte de la sociedad catalana: cámaras de comercio, universidades, colegios profesionales, clubes de fútbol… Diría que es el constitucionalismo catalán quien tiene poco. Este está formado por héroes sin capa y sin recursos. El independentismo tiene mucho y quiere más. Por ello, aceptará los instrumentos, como los indultos, que el gobierno de España les ofrezca. Así, cuando encuentro el momento oportuno podrá acelerar de nuevo el procés y golpear a la democracia española con más fuerza.
P. ¿Qué opina del llamado giro pragmático de ERC? ¿Será la nueva Convergència o volverán a la unilateralidad tarde o temprano?
R. La propia división del nacionalismo imposibilita su moderación. Podrán bajar el tono durante un tiempo, aunque escuchando a Gabriel Rufián en el Congreso no lo parece, pero la competencia con Junts per Catalunya les devolverá a la unilateralidad en algún momento.
P. El nuevo paradigma, con la llegada de fondos europeos por la pandemia, puede ser el freno real a volver a desobedecer?
R. El único freno real es la fortaleza del Estado de derecho. La fuga de empresas y bancos de Cataluña no frenó la desobediencia en 2017. Al independentismo político le preocupa poco la situación de la economía real. En el pasado ayudaron a la deslocalización de empresas. Les preocupa más su economía personal. Por esta razón, la pedagogía del Tribunal de Cuentas es más eficiente que el apaciguamiento del sanchismo.
P. ¿Por qué cree el entre los jóvenes el independentismo está perdiendo adeptos?
R. Ya hay varios estudios que atestiguan como los jóvenes urbanos están siendo los primeros en abandonar el independentismo. Lo perciben como algo carca. Ya no está de moda. Ya no les engañan con frases como “el mundo nos mira” o “los bancos se van a pegar por venir”. Les preocupa Europa y la pérdida de oportunidades económica que significa el procés. Ojalá el error del gobierno de Sánchez no les reactive.
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