Las mafias de la droga de Barcelona han hecho las maletas tras la actuación de la Generalitat y el Ayuntamiento de Ada Colau. En vez de erradicar el problema de los narcopisos, con actuaciones de Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana, tan solo se ha conseguido trasladarlo a una de las zonas más afectadas por la pobreza y la analfabetización del Área Metropolitana de Barcelona: La Mina.
La Mina es un barrio humilde de San Adrià del Besòs, un municipio colindante entre Barcelona y Badalona, la tercera ciudad más poblada de Cataluña. Ha sido escenario en las antiguas películas de 'quinquis', barriobajeros, ladrones de poca monta y clanes, y ahora vuelve a repetir esta triste historia.
Las alarmas suenan con fuerza, más cuando aún no se ha puesto solución a los problemas particulares del barrio, como el fracaso escolar, que alcanza a tres de cada cuatro alumnos de Secundaria y a cuatro de cada diez en el conjunto de la escuela obligatoria.
El problema que padece ahora La Mina es el mismo que ha tenido el Raval de Barcelona hasta finales del pasado año: los narcopisos. En noviembre de 2018, en un operativo sin precedentes de los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana se pudo cerrar un total de 26 de estos lugares, con 55 detenidos. En este despliegue habían participado casi 900 agentes en total, 700 de la policía autonómica catalana y otros 180 de la municipal. Todo para acabar con una mafia que tenía atemorizado uno de los barrios más céntricos de la ciudad, el Raval, donde las peleas, robos y altercados rompían la convivencia vecinal. Esta última operación puso punto final a dos años de problemas con las mafias de la droga en Barcelona.
No obstante, el problema ahora se ha trasladado a La Mina. Las mafias han vuelto así a repetir la triste y lamentable historia de este barrio casi cuatro décadas después. Los planes de los políticos para este barrio aún no se han materializado, quedándose en el tintero innumerables promesas, sin abordar el fondo de la cuestión: la mejora de la educación y un plan integral para hacer frente al abandono escolar, con elevadas tasas.
Modernizar La Mina
La dejadez para modernizar La Mina, frontera con Barcelona, ha sido una constante y ahora es cuando se ha levantado la voz y mostrado una gran preocupación por la droga, un problema que se ha trasladado desde el centro de la Ciudad Condal a otro municipio.
Los últimos datos de La Mina muestran un caldo de cultivo idóneo para las mafias de la droga. En concreto, seis de cada 100 vecinos son analfabetos, mientras que 27 de cada cien no ha terminado sus estudios primarios. Como resultado, en La Mina se consume más droga que en toda Barcelona, pese a que su población es de apanas 13.000 vecinos frente a 1,6 millones de la Ciudad Condal.
Los datos, facilitados por el alcalde socialista de San Adrià del Besòs, Joan Callau, ante el Parlamento autonómico no son problema de ahora con la llegada de más droga procedente de Barcelona, sino de años atrás.
San Adrià del Besòs tiene que hacer frente a este problema con un modesto presupuesto, insuficiente para abordar y aportar soluciones. El 98% del dinero destinado a Salud Pública se dedica a La Mina por el consumo de drogas.
La 'narcosala' de La Mina, desbordada
En La Mina se ha instalado un sala de venopunción para que los drogodependientes puedan pincharse. Desde 2017, el número de usuarios de este equipamiento municipal ha superado el de las once de toda Barcelona juntas. Cifras que muestran el creciente consumo de droga en la zona. Ahora está desbordada, y por ello aparecen jeringuillas en zonas públicas, como parques infantiles, con el evidente riesgo que supone para los vecinos más vulnerables, los niños. Por las zonas públicas se han recogido un total de 34.298 jeringuillas en el municipio.
Desde 2006, esta narcosala ha pasado de tener 741 usuarios a los 1.967 de 2015. Ahora, según las cifras oficiales, el número alcanza los 3.909 clientes. Las dosis consumidas se han múltiplicado por diez en este tiempo, de las 8.371 hasta rozar las 87.600. Tras el éxito de la operación en Raval, la narcosala de La Mina atiende ahora a 100 usuarios más al día.
El edificio Venus, aún en pie pese al riesgo
El edificio Venus es el más emblemático del barrio. No obstante, la situación de degradación es total, con paredes apuntaladas, vecinos que han tenido que ser realojados por el riesgo de derrumbe, enganches de luz por doquier con el consiguiente riesgo de incendio, y 300 familias que malviven en condiciones de miseria. Su situación no es nueva, ni mucho menos. Llevan 17 años así, sin que se haya puesto solución alguna, ni por el Ayuntamiento ni por la Ciudad Condal ni tampoco por parte de la Generalitat.
Paqui, vecina del barrio, se hizo famosa a raíz de una pregunta a Carles Puigdemont, lo dejaba muy claro: “¿Ha sido el plan de transformación de La Mina, con el no derribo del edificio Venus, un proyecto de manipulación política dentro de un proyecto urbanístico?”. La pregunta tuvo su respuesta: "Dicho así, no. Pero tampoco ha sido un éxito", ha respondido. Poco después, Puigdemont se acercaba al barrio para interesarse por la situación de Paqui. Ha sido la última vez que un presidente de la Generalitat ha pisado este barrio, que aún no tiene una solución definitiva para suprimir esta lacra social.
Mientras, el 65% de estas familias están excluidas socialmente, casi la mitad necesita la asistencia de asuntos sociales, las viviendas restantes son terreno para plantaciones de marihuana, mientras que uno de cada cuatro vecinos son personas con discapacidad, o bien padecen problemas mentales. La inmensa mayoría de las viviendas están enganchadas a la luz, motivo por el que Endesa ha tenido que cortarla por riesgo de incendios. También hay enganches ilegales a las tuberías de agua, mientras que los okupas campan a sus anchas.
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