En los últimos tiempos, han crecido las críticas a ciertas pedagogías alternativas a la educación tradicional. Entre sus detractores, se cuentan algunos tan populares como el filósofo Gregorio Luri, que ha reivindicado el "conocimiento poderoso" frente a estrategias pedagógicas en boga —generalmente, etiquetadas como progresistas— que priorizan mantener a los alumnos "entretenidos". Este rechazo ha tomado cuerpo especialmente en Cataluña, una comunidad en la que las pedagogías de nuevo cuño han gozado de especial predicamento en las últimas décadas y cuyo departamento de Educación ha anunciado un paso más en esta dirección: fusionar las asignaturas de Ciencias, de modo que Física y Química; y Biología, Geología y Ciencias Ambientales constituyan solo dos materias.
La propuesta se ha topado con el rechazo de los sindicatos Aspepc Sps, Ustec, CCOO Educació, UGT Catalunya, Intersindical y CGT Ensenyament, que han demandado la retirada de una medida que supone un "retroceso en la calidad educativa" y un "ataque a la especialización científica". En primer lugar, alertan de que la reforma comporta una "reducción horaria" que convierte en inviable una educación científica "rigurosa". Asimismo, destacan que en la práctica aumentará la "desigualdad entre centros y alumnos", pues no todos ellos podrán acceder de la misma manera a las asignaturas optativas que se ofrecen en compensación. Por añadidura, lamentan que se haya adoptado la reforma de manera "unilateral" y sin "consenso" con la comunidad educativa.
Paralelamente, uno de estos sindicatos, Aspepc-Sps, formado por profesores de secundaria, han aplaudido que los tribunales —en virtud de una demanda suya— hayan tumbado tanto la educación por "ámbitos" como el porcentaje del 10% de la nota global con un Trabajo de Investigación, anulando así el decreto de la Generalitat 17/2022. Especialmente, el colectivo ha valorado haber conseguido que se prescinda de los "ámbitos", herramienta que permite agrupar materias y que el secretario general del sindicato, Xavier Massó, considera un "desmadre" y la "clave de bóveda" que sustenta la metodología actual. Un sistema que, según Lucia Aguilar, vicesecretaria de la entidad, es responsable de que los alumnos actuales "apenas tenga conocimientos" y de que se comprometa su "empleabilidad".
El auge del "alumnocentrismo"
El origen del sistema que sufrido este doble varapalo se remonta a los años 90, tal y como relata a 'Vozpopuli' el divulgador científico y jefe de prensa Aspepc-Sps, David Rabadà. Fue entonces cuando se produjo un "cambio de "paradigma" en España, pasando de un sistema basado en la "instrucción" y en el que el profesor es el "centro del sistema", a otro en el que lo es alumno, porque se considera que puede "aprender por sí mismo" sin necesidad de un profesor "docto" y "experto en la materia". "A partir de ahí, todas las leyes han ido en la misma dirección", recuerda. ¿Y cómo se ha implantado este sistema? "Aplicando el sistema de educación por competencias o proyectos, el cuerpo único —que convierte a los docentes de primaria y secundaria en profesores intercambiables entre sí—, o los 'ámbitos', que nuestro sindicato ha logrado tumbar", desgrana. Sin olvidar la presente tentativa de "fusionar las materias de ciencias", añade.
Todo ello, a juicio de Rabadà, responde a la misma filosofía. "Es el alumno quien aprende por sí mismo y no hacen falta profesores ilustrados. Hay quien considera que con este sistema se ha instaurado un neofeudalismo", asevera. "Detrás de esta operación", aclara, "se encuentra la Fundación Bofill, que recibe dinero del Departamento de Educación —tambien partidario del nuevo sistema—, y entidades como Escola Nova 21, presidida por el inefable Eduard Vallory". Este último, señala, "no tiene ninguna titulación de pedagogía, no ha impartido nunca clases de secundaria, cobra mucho dinero y se dedica a dar cursos a los profesores que no pueden dar clases magistrales cuando sus cursos sí lo son". Finalmente, Rabadà alerta que estos 'lobbys' está ejerciendo la "máxima presión" sobre el Departamento para favorecer su "alumnocentrismo" y su "pedagogismo", una "ideología" que, recuerda, carece de "demostración científica".